Cuando observo a Josué ‘engatillar’ los dedos de ambas manos, no me asombro en absoluto, incluso, a veces, más allá de la ritual crítica que hacen los adultos a su alrededor, me detengo en inspeccionar más sus ademanes y gestos corporales, heredados del talento histriónico de los protagonistas que hoy roban pantalla nacional.
Me adentro más en analizar desde las colinas del barrio, la turba de niños y jóvenes mal vestidos, ojerosos y saltones, que juegan a ser los nuevos capos, no sé qué tan fantasiosos o reales podrían llegar a ser, o qué tan buenos actores.
Sin duda, esos chiquillos que no alcanzan los 12 años, jamás leyeron las noticias relacionadas con los ‘héroes’ que observan a diario, en horario nocturno. No saben que los medios, algunos, los más atrevidos, detallaban que el Cártel del Norte había heredado la historia narcótica dejada por los cárteles de Cali y Pablo Escobar, o que éste último, murió en un tejado cuando ellos, justamente, ni siquiera habían inhalado el primer aire de vida.
Entonces, se deduce una vez más, que la televisión es sin llegar a extremos, el medio más influyente en el país, por encima de los otros. El poder audiovisual entretiene, pero a un elevado costo que pone a pensar, sobre todo, cuando veo que detrás de Josué ya hay una banda conformada por amiguitos suyos que disparan a diestra y siniestra balas imaginarias.
Otro niño del mismo barrio, a punto de cumplir 11 años, el sueño de grande - esa fábula que desde pequeño nos regalan los adultos para aspirar a algo a medida que crecemos- no es otro diferente a emular a ese gordo bonachón y despiadado a la vez, que suele ver después de las 10 de la noche.
Ignoro la responsabilidad de los padres de familia que presencian junto a sus hijos menores, cada capítulo de estas series que roban críticas y elogios a la vez. No sé qué podrían esperar de sus retoños cuando crezcan, particularmente, cuando se observa sin mucho criterio y valores este tipo de producciones, con el agravante de vivir en medio de una realidad no muy lejana a la que refleja la televisión.
Si tienen suerte, podrían volverse con el tiempo, los futuros actores de la televisión que aprendieron desde pequeños los dotes histriónicos de quienes se colaron por la pantalla, pero fácilmente, la historia también podría ser otra…
