Las borracheras del pasado que borraron a Dayro Moreno de la Selección Colombia

Las borracheras del pasado que borraron a Dayro Moreno de la Selección Colombia

La pelea con Lucumí su compañero en el Nacional terminaron por sacarlo del equipo. El delantero no levanta cabeza

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junio 03, 2016
Las borracheras del pasado que borraron a Dayro Moreno de la Selección Colombia

Cuando hacía un gol con su primer equipo, el Once Caldas, Dayro Moreno acostumbraba ir a abrazar lo que más le gustaba en este mundo: una botella de aguardiente de tres metros. Hay gente en el Palogrande de Manizales que afirma haberlo visto ir al banco de los suplentes, después de marcar un tanto, a probar la sabrosura del Cristal.

Hubo una época en que ningún equipo lo quería por su comportamiento. En junio del 2013 la prensa bogotana le recomendaba a Millonarios no contratarlo por su pasado etílico: insultar a una mujer en una  discoteca en Manizales, solo porque pensaba que la gente le tomaba fotos a él rumbeando; abandonar abruptamente a un equipo de fútbol en Rumania solo porque no le gustaba la posición en la que lo ubicaba el técnico; romperse los dientes en un accidente automovilístico en su natal Chicoral, Tolima, situación que le puso fin al primer periodo de su exitoso paso por los Xolos de Tijuana, y recibir una demanda de su ex esposa por incumplimiento en la cuota alimentaria, eran varias razones que se esbozaron para impedir su arribo a la capital.

Bastaron un par de partidos para que Dayro empezara a callar bocas. Era un depredador, un gambeteador capaz de derretir cualquier defensa. Sus condiciones estaban intactas. Pero llegó el 15 de septiembre, la fecha de su cumpleaños y, para celebrarlo, organizó una fiesta de cuatro días en su apartamento en el norte de Bogotá. Las quejas de los vecinos llegaron a los oídos de Antena 2 y ahí empezaron otra vez las presiones, los señalamientos, recordar que Dayro, a pesar de toda su calidad, seguía teniendo un problema con el alcohol. Otra vez pasar toda una semana remontando la deshidratación del guayabo a punta de Pedialyte, como lo hacía al principio de su carrera, cuando era un pelado de 16 años recién llegado de Chicoral Tolima y con ganas de hacer historia en el Once Caldas.

Con 18 años, Dayro Moreno fue una de las grandes figuras que tuvo el equipo de Manizales cuando levantó la Copa Libertadores de América. En ese torneo se dio a conocer a nivel mundial. Sus compañeros veteranos, como Arnulfo Valentierra, lo adoptaron como la mascota del equipo y por sus greñas lo bautizaron como Peluca. Era el alma del camerino, el niño insoportable que se ganaba los regaños de Juan Carlos Henao por intentar hacerle goles a 50 metros de la portería “ A mí no me ridiculizás pelao”, y a Dayro, el ceño fruncido del portero, le daba más miedo que los aviones.

Hijo de Edinael, ya fallecido y de doña Hilda Rosa, es el tercero de cuatro hermanos. Su padre lo llevaba a las canchas de su pueblo y del Espinal para que se fuera fundiendo en el acero en el que se forjan los cracks. Empezaron a llegar los triunfos con el Once de Luis Fernando Montoya quien, a pesar de su férrea disciplina, tenía que soportar que sus compañeros le alcahuetearan a Peluca que llegara enguayabado a los entrenamientos.  La confianza sirvió: el joven, en las cuatro temporadas que estuvo en el equipo blanco, no solo ganó la Libertadores sino que marcó 56 goles en 136 partidos. Su buen desempeño lo llevó al Atlético Paranaense de Brasil en donde su indisciplina volvió a jugarle una mala pasada: solo jugó 2 partidos.

En Chicoral Dayro es Dios. Cada visita suya no solo está teñida por las interminables fiestas aguardienteras y reguetoneras sino que llega, como cualquier Papá Noel, cargado de regalos para los niños más pobres. Su casa se convierte en un lugar de peregrinación del necesitado y Moreno, insuflado de buenas intenciones, no sabe decir que no.

A sus 31 años los escándalos siguen a la orden del día a pesar de que en su temporada con el Xolos fue el máximo anotador del equipo con 23 goles. En Tijuana se le idolatraba casi con el mismo fervor que en Chicoral. Y es que su juego ayudó a transformar al equipo en uno de los más fuertes del fútbol mexicano. Casado con la cantante Lamal y padre de dos hijos, Dayro quiso siempre volver a ser ese jugador decisivo en la selección Colombia como cuando hace una década era capaz de marcarle goles a la Argentina de Alfio Basile en plena eliminatoria.

Ahora, una vez más el escándalo en la cancha lo deja fuera de lugar en uno de los clubes históricos de Colombia.

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