Daniel Samper Pizano, cincuenta, sesenta años de vigencia. No se cansa. Teníamos tres, cuatro años y ya sabíamos del más célebre de los hinchas de Santa Fe. Ahí estaba él pintado con su humor cachaco desperdigado en Déjemonos de vainas. En esa época en la televisión los televisores eran importantes. Los años ochenta era mucho más que García Márquez, era Castro Caicedo con un programa de reportajes, era Alvaro Castaño Castillo y Naturalia, era R.H Moreno Durán y Palabra Mayor, todavía era requisito para escribir en un periódico saber escribir. Pero no había una figura de la cultura más famosa que Daniel Samper Pizano. Su columna, Dejémonos de vainas, se volvió la comedia más popular de la televisión nacional. Y, en un país donde no se leía, Samper Pizano se convirtió en un best seller a punta de sus deliciosas columnas superando en popularidad a su maestro: Klim.
Después vinieron los años de Escobar y los de su hermano Ernesto que le hicieron todavía más daño y tuvo que rumiar su descontento y su tristeza y su verguenza en el exilio español desde donde se mantiene tan vigente como los cerros bogotanos. Le tocó, desde que su hijo creó con el otro Daniel el portal Los Danieles, escribir para un medio digital y, debido a las suplantaciones constantes de las que está plagado Twitter, salir con cuenta certificada para decirle a sus lectores, que no dejan de ser legión, que ese es el lugar donde lo pueden encontrar.
Celebremos, es viernes y el maestro ya tenemos a donde escribirle:
He creado esta cuenta para evitar suplantaciones y para invitarlos a que lean mis columnas de los domingos en @LosDanielesOp. Contaré con la ayuda informática de un colaborador. Gracias por la difusión.
— Daniel Samper Pizano (@DSPAntivirus) May 21, 2021