Alonso Salazar no es político, pero terminó metido en las contiendas electorales en una Medellín convulsionada y golpeada por la herencia de Pablo Escobar. Había vivido su ciudad desde el periodismo pero decidió involucrarse y entrar a participar en su futuro. Se la jugó con Sergio Fajardo en su lucha por la alcaldía en 2004.
Salazar fue el hombre que llevó a Fajardo a caminar por las calles de Medellín, a recorrer un mapa que él se conocía de memoria desde la Corporación Región donde trabajaba y donde hizo un invaluable diagnóstico social del que resultó el libro No nacimos pa' semilla. Ganaron las elecciones y luego Salazar lo sucedió en el 2008.
El modelo de ciudad que contribuyó a construir hizo que ésta pasara de ser el reino del miedo a una urbe con un manejo administrativo ejemplar visitada por millones de turistas al año. Hoy este modelo está, según Salazar, amenazado con la llegada de Daniel Quintero a la alcaldía, quien se inauguró cazando pelea con el Grupo Empresarial Antioqueño, un sector que había trabajado mano a mano con las anteriores alcaldías.
En esta conversación con Juan Manuel Ospina, Alonso Salazar le mete el diente a la revocatoria que está caminando en contra de Quintero y trata de dar luces sobre el proceso social y político que ha tenido la ciudad, en el que han estado involucradas las organizaciones sociales, los empresarios y los políticos.
Juan Manuel Ospina: Usted vivió de cerca una época muy complicada de Medellín y aunque la ciudad se ha transformado, hay problemas que aún se mantienen. Ha habido un proceso, una evolución que impactó todas las áreas de la vida antioqueña, la política, los sectores empresariales o su sentido social. Actualmente Medellín vive una nueva transformación, ¿pero todo este proceso cree que se ha modificado?
Alonso Salazar: Hubo cambios muy importantes en distintos campos y hoy se respira otro aire. Y no es solo una cuestión de cifras, pues antes teníamos una ciudad que no visitaba nadie y se convirtió en una donde el turismo es muy masivo aún con los inconvenientes que trae. Todo eso es algo que marca una diferencia, pero lo que creo que sí sigue fracasando, y no solo en Antioquia, es la política.
En la época dura de Pablo Escobar los políticos tradicionales, esos partidos tanto de izquierda como de derecha no tuvieron nada que proponer a la ciudad. Luego hubo unos cambios generacionales cuando la ciudad logró dibujar un proyecto, sin embargo, yo siento que hoy en día no hay una ruta para recorrer.
JMO: La revocatoria del alcalde Daniel Quintero ha generado un sentido de pertenencia, de identidad con la ciudad porque está en juego algo importante. ¿Cree que este proceso toca fibras de la gente en Medellín o son movimientos puramente políticos que buscan un rédito en medio de una coyuntura electoral?
AS: Al inicio la propuesta de la revocatoria fue, incluso, anticipada según lo que la ley determina, además estaba asociada a un sector político, pero como he dicho, el principal promotor de la revocatoria hoy en día es el propio alcalde porque se ha dedicado a darnos palo a todos, acusándonos de mafiosos, de sucesores de Pablo Escobar.
Todo comenzó con una mentira de campaña, al decir que el Grupo Empresarial Antioqueño se había robado todo Antioquia. Pensé que ese discurso cambiaría después de su posesión, pero no, lo empató con lo de Hidroituango y dijo: es responsabilidad del GEA que por saquear esa obra, se generaron todos estos problemas en el proyecto.
Ese relato convenció a mucha gente, incluso a los colegas de Bogotá, pero nunca se preguntan el cuándo o el cómo. ¿Dónde están las series de esa supuesta apropiación del GEA del proyecto? Por ejemplo, en mi administración no hubo una sola persona del GEA en la junta directiva, pero a todos nos metieron en el mismo paquete.
La historia de Hidroituango es grave, muy dura y muy difícil, pero la verdad es que se debe todo al colapso de un túnel. Y ese túnel se empezó a construir en el 2016 y se terminó en el 2017. Quienes eran responsables por ser las cabezas en aquellos años, es decir, Federico Gutiérrez como alcalde de Medellín y Luis Pérez como gobernador de Antioquia, fueron excluidos de entrada de la investigación e igualmente a los gerentes de EPM e Hidroituango durante sus administraciones. Yo había terminando mi alcaldía siete años antes, ya había prescrito la investigación para mí, pero me metieron a ese baile.
Hubo un aprovechamiento político del tema para tratar de sacar a algunos de circulación.
JMO: Alonso, y ¿será que sí hay un ambiente en la ciudad en el que pueda haber una recuperación de la confianza, de retomar un camino aún a pesar de la crisis política? Es que esta crisis ha tenido expresiones muy fuertes, ya en el pasado tanto usted como Sergio Fajardo la vivieron cuando fueron alcaldes, pero le dieron un manejo muy distinto.
AS: En los años noventa nos fuimos a pique, pero en medio de esas calenturas es que se empieza a reaccionar y muchos lo hicimos desde organizaciones sociales diversas. Eso sí, con dos ventajas: primero, convertimos la Constitución en nuestra carta de navegación, parecíamos evangélicos predicando y convenciendo a la gente sobre sus bondades y virtudes; y, segundo, la creación de la Consejería Presidencial fue como un paraguas en donde muchos encontramos posibilidades de interacción e interrelación y se generaron unos procesos de concentración extraordinarios. Ahí llegó gente de todos los rincones para sentarse a pensar las alternativas de futuro para Medellín.
Lo que creo que sucedió con Fajardo es que tuvo capacidad de conectar con esa generación de los 90 y apropiarse, en el buen sentido, de muchos de esos proyectos y llevarlos a ejecución. Yo continué con esa tarea. Una de las características de ese proyecto fue la multialianza. Sin embargo, eso se ha desvanecido mucho y el actual alcalde llegó presentándose como un hombre independiente, pero sorprendió a muchos de sus electores porque desde el momento en que se posesionó empezó a repartir el ponqué entre lo indeseable de la política que es muy hegemónica en Medellín y en la región.
El alcalde Quintero está generando, diría yo, una reacción ciudadana que trae rabia, pues este hombre no tiene un protocolo, un decoro, un talante de gobernante sino que es demasiado burdo para tratar a esta ciudad a pesar de su carita de ángel.
JMO: En los años noventa también se logró un acuerdo en el que participó la gente, estuvo María Emma Mejía o Jorge Orlando Melo, estuvieron las universidades y en buena medida el Sindicato Antioqueño —hoy GEA—. Con dicho acuerdo se fijaron unas pautas y compromisos, se convocó y no se excluyó. ¿Es posible que esta nueva crisis abra el camino para que haya otra dinámica y pudiéramos tener una segunda primavera de transformaciones en Medellín? ¿Esta crisis se vive igual en las comunas, en los sectores populares de la ciudad, o la gente está desconectada?
AS: Hay que evaluarlo con cautela. Lo primero es dejar al GEA a un lado del tema, entre otras cosas porque una entidad como Proantioquia no solo tiene representantes del grupo, también hay 30 o 40 empresas más que están allí participando y fueron importantes para la superación de la crisis en Medellín. Pero más que la plata de ellos, a mí me gusta decirles que lo que se necesita es el conocimiento que tienen para pensar la economía regional, para pensar en vocaciones productivas de regiones como Antioquia porque estamos todavía en el ciclo de migración a la montaña de Medellín incesante.
Ese modelo, esa generación del noventa tuvo alcaldía por lo menos ocho años y de ahí para adelante empezó a relativizarse mucho, se perdieron esos impulsos que traía y se volvió a posicionar la lógica del clientelismo. No se volvió a recurrir al pensamiento técnico ni al conocimiento acumulado que la ciudad tenía. Cuando los gobernantes no están concentrados en hacer bien la tarea, es difícil. Porque si es para sacar platica para un lado o para el otro eso desconcentra mucho hasta para manejar la nómina de los porteros. El gobernante se desconcentra y yo creo que volvimos un poco a esa circunstancia. Eso quiere decir que quienes hicimos política en algún momento también tenemos responsabilidad, no se trata de escurrirse. No hicimos la tarea para darle continuidad a un modelo en el que creíamos.
JMO: En esos años había una novedad política y tanto la ciudadanía como el sector empresarial estaban en sintonía para generar una transformación. Sin embargo, no sé si en este momento las condiciones están dadas. Hay un nuevo proceso electoral que puede generar un renacer de la conciencia ciudadana en todos los sectores sociales, pues son temas que tienen que ver con todos. Y los empresarios también deben volver a ver a la región para que haya un un proyecto económico que se sustente en un sentido social.
AS: Mientras tanto, los clanes políticos se sofisticaron, se volvieron muy poderosos económicamente y tienen unos sistemas de control del electorado casi milimétricos, a tal punto que el anterior gobernador se eligió sin hacer campaña. Solo se reunía con los caciques de diversos tamaños que le garantizaron una cuota de votos.
El gran desafío de esta coyuntura electoral es precisamente eso, porque el sistema de clanes está extendido por todo el país. Incluso cuando a Petro le ofrecen la alianza con el Partido Liberal, lo que ha sucedido es que los liberales de esos clanes ya están en esa campaña. ¿Cómo vamos a poder convocar el voto de la ciudadanía que tenga esa entereza para amortiguar con fuerza esa base de votos con la que arrancan?
Nosotros nos quedamos predicando el discurso nuevo, pero no construimos suficiente organización, mientras ellos mantienen cada uno su grupo, pero sin olvidar que son una gran confederación con intereses articulados.