Si las elecciones para elegir el próximo alcalde de Medellín fueran mañana, Daniel Quintero, el denominado “fenómeno” de esta contienda electoral, no sería electo alcalde. A pesar de que su movimiento se llama Independientes, de que no es el candidato de Up-Colombia Humana o cercano al petrismo y de que su campaña 2.0 recuerda con mucho detalle a la exitosa campaña de Fico en 2015, son más los factores en contra, lo que me lleva a concluir que su aspiración no saldrá victoriosa el próximo 27 de octubre. Algunos son de orden social y otros más prácticos los enuncio en el siguiente análisis:
En Medellín los partidos no ponen alcalde, pero sí son decisivos
A diferencia de la elección a la alcaldía donde la opinión resulta determinante, en el Concejo de Medellín los sectores de izquierda, alternativos o de opinión tienen una representación minoritaria. En el Concejo de la ciudad hay concejales que van ajustando las “bodas de plata” y que son la cabeza de sectores tradicionales del partido liberal, conservador o la U; por ejemplo: Aura Marleny Osorio y Jesús Aníbal Echeverry llevan casi 20 años en el Concejo. Cada uno es la cabeza de estructuras electorales construidas a base de redes clientelares y representación burocrática. Para 2015 estas estructuras sacaron 407.863 votos al Concejo, es decir, cerca del 60% de la votación y lograron poner 17 escaños. Estas estructuras que son decisivas porque mueven votos con ediles y líderes barriales se fueron en su gran mayoría con Alfredo Ramos.
Con Ramos hay sectores del partido de la U, Cambio Radical, conservadores y liberales, un apoyo que sumado al natural del Centro Democrático lo convierte en el candidato partidista más sólido. En contraste, Quintero no cuenta con el respaldo de muchos sectores partidistas (algo que va en consonancia con su eslogan de candidato independiente sin partidos o jefes políticos), pero sí recibió el respaldo público del senador liberal Iván Darío Agudelo (antiguo socio del cuestionado grupo de la Universidad de Medellín). Circunstancia que sumada a la debilidad electoral de los integrantes de su lista al Concejo (el único con estructura es el exconcejal Luis Bernardo Vélez) y la falta de aspirantes propios a Juntas Administradoras Locales (claves porque mueven a la gente el día de las elecciones), lo pone en clara desventaja frente a Ramos.
Opinión pura y dura, ¿qué tipo de opinión?
Ya queda claro que Quintero es un candidato de pura opinión sin mayor estructura electoral territorial. Su capital de opinión es propio y no el resultado de un padrinazgo o heredado de algún líder nacional. Aunque mucho se especule que su campaña se parece a la que adelantó “Fico” en 2015, la realidad es que a Fico le votaron muchos uribistas y sectores de derecha. Por el contrario, Quintero es un candidato más arrojado a la centro-izquierda (así se concluye al analizar el último tramo de su actividad política). Se podría pensar, sobre los resultados de las más recientes encuestas, que Quintero se ha devorado la izquierda y ha tomado una porción del centro fajardista (hundiendo a los propios candidatos de Fajardo); sin embargo, no creo que haya crecido en la derecha conservadora o si quiera se haya aproximado a sectores uribistas blandos. Sin esa movilidad electoral en la derecha conservadora dudo seriamente que Quintero pueda llegar a la alcaldía solo sustentado en una opinión de centro-izquierda. Sería un auténtico cambio que iría en contravía del comportamiento electoral y social de Medellín en la última década. Medellín sigue siendo una plaza conservadora, pero la enseñanza con la aspiración de Quintero es que la centro-izquierda con un discurso bien construido se está empezando a abrir un espacio importante en la ciudad.
Voto útil por lado y lado, ¿a quién favorece más?
La derecha en Medellín se encuentra dividida en tres perfiles: Ramos, Juan Carlos Vélez y Santiago Gómez. A pesar de que Ramos no ha logrado concentrar todos los sectores de derecha o uribistas en torno a su aspiración, se prevé que el voto útil que siempre sale a relucir el día de las elecciones lo favorezca y de ahí que el alfil uribista no haga mucho eco de su posición en encuestas o destaque el favoritismo que siempre ha registrado en todas las mediciones. Solo vale recordar que hace cuatro años Juan Carlos Vélez venía de ganar en línea cerca de 40 encuestas, pero el día de la elección Federico Gutiérrez (que a la postre nunca lideró ninguna encuesta) le ganó con un punto porcentual. De Medellín se dice que las encuestas nunca han tenido la última palabra y eso lo saben muy bien los equipos de los candidatos que buscarán cautivar indecisos o mover bases que hoy apoyan un aspirante, pero que en el denominado “Día D” se van con quien se cree va a ganar. Ese voto útil parece que va a favorecer tanto a Quintero con sectores de izquierda, sociales o alternativos como a Ramos con la derecha y bases que hoy le responden a Vélez y Gómez. ¿Quién resultará más favorecido en términos electorales? Considero que Ramos dado el comportamiento electoral y social de Medellín en los últimos años.
En síntesis, en la campaña por la alcaldía de Medellín se encontraron dos rostros poco conocidos, pero que se hicieron conocer mientras que los más conocidos por su trayectoria pública o liderazgo local quedaron relegados y hasta descartados. Solo podremos conocer la real dimensión del “fenómeno” Quintero el 27 de octubre; sin embargo, como antioqueño, considero que Medellín es una ciudad conservadora previsible y de un momento a otro no creo que vote masivamente por un aspirante solo de opinión alejado de esa centro-derecha conservadora tan arraigada en la ciudad. No dudo que con Quintero se abrirá un espacio que se debe seguir capitalizando para próximas contiendas. Por el momento, la ilusión de los Independientes deberá continuar porque Medellín quedará en manos de la derecha.