Daniel Palacios tenía 20 años cuando conoció a Alvaro Uribe en el año 2000, quien recién había regresado al país después de dos años de estudiar en Oxford. La gobernación de Antioquia habia sido su primera escuela política y de lo que seria el modelo de seguridad democrática. No habia cumplido 50 años y nacionalmente era poco conocido, si acaso un 1.6% de colombianos lo identificaban. Uno de los pocos políticos de región que creían en él era el abuelo del hoy Ministro del Interior el ex contralor Aníbal Martínez Zuleta, papá de Piedad Martinez, madre de Palacios.
Conocido como “El negro grande del Cañaguate” era uno de los barones políticos liberales del Cesar. A través de su emisora, La voz del Cañaguate, pudo posicionarse como congresista, contralor y alcalde de Valledupar. Además una de sus hijas, María Cleo Martínez, tía del hoy ministro, fue senadora del partido Liberal y cuestionada por su alianza con el clan Gnecco. Martinez protagonizó un escándalo que no mermó la influencia que tenía en Valledupar y el Cesar: en 1985, mientras era Presidente Belisario Betancur, la Corte Suprema de Justicia lo condenó a tes años de cárcel por abrir una cuenta con fondos de la Contraloría de la que recibió $ 5 millones de en prestamos. El negocio para él no pudo ser más redondo: pagó una fianza de $ 1 millón de multa para evitar ir a la cárcel.
En el año 2000 seguía siendo era una de las fuerzas políticas en Valledupar. Ese año Daniel Palacios vio a su abuelo recibír en su casa en el barrio Novalito de Valledupar al entonces gobernador de Antioquia quien llegó acompañado de sus dos hijos, Tomás y Jerónimo. Tenía en mente empezar a tejer una alianza en el Cesar que le asegurara votos para su candidatura presidencial en el 2002. La propuesta que sonaba medio imposible le abrió la puerta a Daniel, quien inició una amistad que perdura con los dos muchachos Uribe Moreno. Entonces el joven vallenato tenia su mente puesta en las charreteras: soñaba con ser general.
Intentó seguir una carrera militar pero una escoliosis se lo impidió. Viajó a la Universidad de la Florida a especializarse en temas de Defensa con la esperanza, como se lo compartió a quien seria desde entonces su jefe político, de llegar a ser ministro de defensa. De regreso a Colombia, en el 2009, ya con el cartón en el último año de la Seguridad Democrática, trabajó de manera estrecha con el entonces Ministro del Interio Fabio Valencia Cossio. En sus tiempos de estudiante en el exterior tuvo la ocasión de conocer tambien a Maria Paula Correa, otra de las pupilas de Uribe quien logró la confianza de Duque que la catapultó a jefe de gabinete.
Desde ese 2009, Palacio se le pegó al Presidente Uribe y jocosamente lo reconocían por el “joven que le cargaba la maleta a Uribe”, como lo corroboran los audios de Cayita Daza que reveló el pasado 24 de enero El Espectador. Ambos cercanísimos al ex Presidente, se sospecha que Palacios habría sido el enlace que usó el Ñeñe Hernández para meter dineros calientes en la campaña Duque, ya que Uribe lo quería “como si fuera un hijo” como lo dice el propio expresidente en los audios revelados por El Espectador.
De allí precisamente que lo nombrara su secretario privado en la campaña al Congreso en el 2012 y continuara como su apoyo en la creación del Centro Democrático e impulsar la candidatura de Oscar Iván Zuluada con la que intentaron atajar la reelección de Juan Manuel Santos en el 2014. Como ocurrió con Alicia Arango el manejo de la agenda de Uribe es una de las mejores llegadas al poder y asegura una incondicionalidad que amarra de por vida.
Aprovechó los hilos que maneja en el Cesar para organizarle en el 2018 un mega concierto en Valledupar con Iván Villazón y recorrió el camino de su abuelo veinte años atrás hasta convertirse en un tejedor de alianzas de Duque en región. Con el triunfo del Centro Democrático, estaba cantado que Palacios tendría juego. Y arrancó al lado del Presidente y de su amiga Maria Paula Correa, en Palacio. De la Consejería Presidencial que era el enlace con el Congreso, pasó al viceministerio del Interior.
La oportunidad de oro se la brindó Alicia Arango, otra de las pupilas incondicionales de Uribe al nombrarlo viceministro del Interior con la responsabilidad de la agenda legislativa. Y allí, navegando entre congresistas, algo que vio desde niño cuando los políticos cachacos no se perdían los festivales vallenatos, se creció. Fue el señalado para ocupar la cartera del interior, un cargo que no disimula, en el que se siente como pez en el agua.
