A estas alturas, quien aún bota la colilla de cigarrillo al piso es un ignorante… Así, dicho con todas sus letras.
¿De qué sirve que en las redes sociales abunden las fotografías de plástico en el mar si en su día a día la gente no hace nada para cambiarlo?
Eso confirma lo superficiales que son las masas hoy en día, conformándose con dar simples Me gusta o Me entristece virtuales, pero sin cambiar sus malos hábitos de conducta en la vida real.
Son peores que robots, incapaces de ligar lo que ven en su realidad virtual a su realidad de carne y hueso; incapaces de autoanalizarse y recapacitar sobre su comportamiento, e inconscientes de la gran urgencia de cambiar las cosas en materia ambiental.
Es como si esperaran a que autoridades o medios de comunicación apáticos o abiertamente negligentes tuvieran que ordenárselos o repetírselos todo el tiempo para que caigan en cuenta de que la están embarrando… Y feo.
Al salir a la calle, tristemente, yo veo ese problema por doquier, como si esos miles o millones de ignorantes vivieran en otro planeta. Es sabido que, con el agua de la lluvia, todas esas colillas terminarán en la alcantarilla (en el caso de las ciudades) y luego en ríos y mares del país y del globo.
¿Usted es todavía uno de esos muchos ignorantes que bota la colilla al piso después de fumarse un cigarrillo?
No joda. ¡Ya reaccione! Más bien apáguela bien y bótela en un cenicero o en una caneca, como debe ser en estos tiempos de emergencia ambiental.