La escritora Celmira Zuluaga supo que las cosas iban mal cuando Dago García no llegó a la fiesta del lanzamiento de su libro Carta al niño Dios que reunió a 250 personas en la Casa Grau. Semanas atrás ella y su amigo, el actor samario Herbert King, se habían reunido en la oficina de García, el vicepresidente de producción y contenidos de Caracol Televisión para convertir su libro en una película. Le mostraron el guion que durante seis meses habían escrito a cuatro manos. No había mejor productor que Dago García con su fórmula de éxito en la taquilla y su devoción por el Divino Niño, protagonista del libro de Zuluaga.
A Dago le entusiasmó la idea y con el argumento de agilizar el trámite propuso desarrollarla a través de su productora y no del Canal Caracol. A Celmira Zuluaga y Herbert King no les sonó la propuesta porque el canal les daba la seguridad que buscaban. A regañadientes el libretista dio por recibido el proyecto a través de un formato que Celmira reúsó firmar. La razón era clara: Este estipulaba que en el caso de no llegar a un acuerdo y si Caracol tomaba la idea, no habría lugar a reclamos. Sin embargo, Dago les reiteró su interés y les prometió que el lanzamiento del libro sería el escenario perfecto para ultimar detalles.
Pero no apareció. Y tampoco volvió a responder al teléfono. La señal era clara. A Zuluaga no le quedó más remedio que buscar su propia ruta y acudir al Fondo Nacional de Cinematografía para financiar su sueño.
Hasta que llegó la sorpresa. Habían pasado tres años y ahora recibía llamadas de felicitación por el estreno de la película Carta al niño Dios. Su única reacción fue averiguar el argumento. Salvo pequeños cambios en la subtrama, y el nombre de algunos personajes, todo coincidía con su libro. En los créditos no aparecía su nombre ni el de Herbert King.
Buscó, inútilmente, colaboración en su compañero de guion para defenderse juntos. Pero Herbert King no estaba dispuesto a enfrentarse a uno de los dos gigantes de la televisión. Celmira se quedó sola pero dispuesta a dar la pelea por sus derechos de autor.
El escándalo en los medios forzó la salida prematura de la cartelera nacional de la película que en solo dos semanas mostró su potencial comercial con la asistencia de 126 mil espectadores que llegaron a ver la actuación de Antonio Sanin bajo la dirección de Juan Camilo Pinzón. No contenta, Celmira continuó con su batalla legal hasta encontrar a un abogado en Nueva York que decidió jugársela por ella. Los honorarios costaron 20.000 dólares.
Todo está listo para la demanda por plagio que colocará esta semana en el juzgado Cuarto (4) Civil Municipal de Bogotá. En la contraparte tendrá a la abogada Catalina Porto en representación del Canal Caracol quien ha guardado silencio. Celmira aspira con su decisión abrirle el camino a decenas de escritores que al parecer, han caído en la trampa y se siente atropellados por el poderosos vicepresidente de Producción y Contenidos de Caracol Televisión que, como dicen algunos testigos, se ha robado sus ideas.
