Cuando los profesionales de la Unidad de Búsqueda lo encontraron y empezaron a hacerle preguntas, se asustó. Los funcionarios de la entidad querían saber si él era el mismo hombre que 35 años atrás, a sus 25, había tenido que huir de un pequeño municipio de Arauca. Sí era Juan Pontón. En aquella época lo iban a matar porque se rehusó a hacer parte de las filas de un grupo armado. Desde entonces estuvo desaparecido.
A las 4:30 de la tarde de este domingo, Juan, entre lágrimas y sonrisas, después de tres décadas y unos años más, volvió a abrazar a su hermana y a otros familiares. A algunos de ellos ni los conocía. El abrazó fue eterno. Pareció que con la fuerza de sus brazos quisieran borrar las huellas que la guerra les ha dejado en sus vidas.
Cuando tenía 25 años tuvo que salir corriendo de la vereda donde vivía con sus padres y hermanas. Lo buscaron por cielo y tierra. No lo logró solo. Algunos conocidos ayudaron en su huida y algunos de ellos fueron amenazados, desplazados y asesinados.
La familia de Juan también tuvo que huir de Arauca. Atrás en el olvido quedaron las tierras en las que habían crecido. La familia se fragmentó. De Juan jamás nunca volvieron a saber. La esperanza de hallarlo con vida se esfumó un par de años después.
Juan Pontón, joven y lleno de miedo, busco refugio en otro departamento. Trabajó como jornalero en varias fincas hasta que logró un pedazo de tierra propio. Se casó. Tuvo hijos. La vida, alejado de los suyos, se iba acomodando. Pero el miedo no se iba.
Años después la violencia arreció de nuevo a sus espaldas. Por segunda vez tuvo que volverse a desplazar. La guerra volvió a quitarle la tranquilidad de tener hogar.
Hace 10 meses las hermanas de Juan se acercaron a funcionarios de la Unidad De Búsqueda De Personas Dadas por Desaparecidas y con más intensión de desahogo que esperanzas en hallarlo con vida, contaron su historia. La unidad, con el registro civil de nacimiento de Juan, se puso a trabajar.
En pocos meses, con cruce de dato como el seguimiento a registros de servicios públicos, de cedulación y de otros movimientos hechos por un homónimo de Juan lograron encontrar su ubicación. No era un homónimo. Era el mismo Juan que empezaron a buscar casi un año atrás.
En la Unidad de Búsqueda hubo alegría. Juan se convirtió en la primera persona desaparecida en medio del conflicto que la unidad encuentra con vida, así lo narró Luz Marina Monzón, directora de la UBPD, entidad que actualmente busca a unas 120 mil víctimas de la guerra interna –Fuimos afortunadas de encontrar las fuentes precisas— dice la mujer quien lleva ha trabajado en la defensa de derechos humanos durante más de veinte años.
Luz Marina Monzón abordó un avión hasta Arauca y fue ella misma quien lideró el primer encuentro ente Juan y sus hermanas, quienes ahora buscarán los espacios para intentar recuperar el tiempo que la guerra les arrebató
*El nombre fue cambiado para proteger su identidad