De Footlose (1982) a Billy Eliot (2000) la historia que sobre el baile hemos narrado en el cine es la misma, la de una confrontación entre un individuo que encuentra en la danza su gran pasión y la sociedad que desprecia el baile, pues observa el cuerpo como fuente de pecado y un desafío directo a sus valores. En ese sentido, Cuties (2020), la película que se estrenará próximamente en Netflix, no se diferencia de la trama habitual. El problema es que ya no hablamos de un adolescente blanco que confronta con su baile moderno a una sociedad campesina y religiosa en EE. UU. Tampoco se trata del niño inglés que con el ballet enfrenta a los discursos sobre la masculinidad que se le imponen, en medio de una sociedad convulsionada por las políticas neoliberales y las reivindicaciones obreras. En esta nueva versión de la historia se trata de una niña musulmana, inmigrante, de 11 años, apasionada por el twerking; un baile que, Oxford English Dictionary, se define como sexualmente provocativo, lo que incluye una postura en cuclillas y movimiento de empuje de caderas.
Para Maïmona Doucouré, su directora, este largometraje es, hasta cierto punto, autobiográfico, pues ella lo ve como una reconstrucción, actualizada a 2020, de su propio tránsito de la infancia a la adolescencia, en medio de dos culturas, la senegalesa de sus padres y la occidental del país en el que nació, Francia. Por otro lado, es altamente consiente de la gran disponibilidad sexual que proyectan las niñas del film, pues para hacerlo realizó un juicioso seguimiento de la vida de niñas interesadas en este baile, habló con ellas, visitó sus colegios, fue a los eventos en los que ellas bailan twerking; hizo seguimiento en sus redes sociales, a las cuales las infantes suben videos y fotos de sí mismas con sensuales poses. En ese sentido la directora también busca cuestionar los modelos femeninos que los medios de comunicación producen y que las infantes imitan sin mayor crítica. Razón por la cual, la directora exhorta a la sociedad a proyectar otros modelos femeninos en diferentes contextos, la política, la ciencia, el mundo laboral etc., y no solo los estereotipos altamente sexualizados a los que las niñas tienen acceso.
Esta película se hizo merecedora de una mención a mejor dirección en el Festival de Sundance y también en el Festival Internacional de Cine de Berlín. Sin embargo, tan pronto Netflix empezó a promocionarla como su próximo estreno se desató la controversia, pues se consideró que la imagen empelada para la comercialización, así como la descripción que sobre el film ha hecho esta plataforma, normaliza la sexualización infantil y estimula la pedofilia. Por ello, grupos de activistas feministas han iniciado campañas para recoger firmas con el objeto de censurarla, empresa a la que se unen fundamentalistas musulmanes, pues encuentran en esta película un desafío explícito a su cultura. Como puede observarse, Cuties se convierte en uno de esos productos culturales altamente complejos, pues, por un lado, se le reconoce como una pieza cinematográfica de gran calidad en festivales acreditados y, por otro, la película confronta la construcción que nuestra sociedad hace de la infancia y también los preceptos religiosos de oriente próximo.