El barrio San Benito, levantado en las laderas del Tunjuelo, un caño de aguas negras y podridas que hace muchos años fue un río cristalino, parece un pueblo escondido. Este lugar lo identifica el olor pesado de una mezcolanza entre fuertes químicos y la podredumbre de las pieles de reces que llegan en camionados a los diferentes talleres donde las convierten en cuero de colores para hacer zapatos, maletas y chaquetas.
San Benito es un sector popular y obrero del sur de la ciudad. Es un sector humilde que ha sido explotado por familias y empresarios y hasta mafiosos y paracos que se han hecho más millonarios haciendo cueros en casas convertidas en empresas procesadoras de cueros, contaminando por muchos años aquel río que nace en el embalse La Regadera de Sumapaz y va a parar en el río Bogotá, al otro lado de la ciudad, por los lados de Bosa.
El rio Tunjuelito tiene personalidad. Durante tres veces en los últimos años se ha desbordado este gigante que, con descomunal furia, se ha apropiado del terreno que alguna vez fue suyo, el sitio donde hoy en día viven personas y deben sufrir por la temeridad de vivir al lado de un caudal furioso de agua. La inundación más fuerte fue en 1995 cuando se inundaron los primeros pisos de las casas. Aunque no hubo muertos se dejaron 1.200 damnificados. Incluso se usaron canoas y lanchas que salían desde la iglesia del lugar.
En este escondido y oloroso barrio, donde todos se conocen con todos, hay metidas más 250 curtiembres, muchas de ellas han sido selladas por incumplir las normas ambientales, por descargar en el alcantarillado que termina en el podrido río las sus aguas residuales industriales, además de residuos sólidos que terminaban siendo peligrosos para sus vecinos.
Hasta este lugar llegan los cueros de las reces sacrificadas en mataderos de Bogotá y de otros partes del país. Entran en camiones, unos tras otros, atiborrados de sal para evitar su pudrición durante los largos trayectos. Otras pieles llegan de mataderos cercanos, legales y clandestinos, aún con la sangre entre las pieles. Los cueros se trabajan allí a puerta cerrada. Después lavarlos por días enteros con químicos peligrosos se van secando al aire libre y pasando por máquinas gigantes que terminan entregando metros y metros de cuero que se les vende muy bien a gigantes empresas de la confección y otros salen del país rumbo a Estados Unidos y Europa. Es la industria más contaminante, muy difícil que tumben porque mueve 3 billones de pesos y detrás de él, dicen en el mismo San Benito, hay mafias y dineros que peligrosos.