El Cura Hoyos, el pereirano que embaucó a los barranquilleros

El Cura Hoyos, el pereirano que embaucó a los barranquilleros

Cuando se preparaba para regresar invicto a la política a enfrentar a los Char un juez lo mandó de nuevo a la cárcel. El caso de la Triple A también lo ronda

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mayo 17, 2017
El Cura Hoyos, el pereirano que embaucó a los barranquilleros

El sábado 1 de marzo de 1997, en los alrededores del estadio Metropolitano se vivía una fiesta de 45 mil personas. No jugaba la selección Colombia del pibe Valderrama, ni el Junior celebraba un título. El cura Bernardo Hoyos anunciaba formalmente su candidatura para ser alcalde de Barranquilla por segunda vez. A la cita habían llegado Diomedes Díaz y Joe Arroyo para prender la fiesta. El plato fuerte, sin embargo, sería el monólogo final del cura despotricando contra los políticos locales y el poder establecido. Sin embargo, esa tarde sus seguidores constataron que había cambiado. A diferencia del modelo 92, en donde arrasó sin atenuantes al prestigioso político y exministro Carlos Rodado Noriega con una alianza cívica sostenida por el M-19, esta vez su discurso se había atenuado. Además, estaba acompañado en la tarima de uno de los blancos de sus continuos ataques: José Name Terán. La estrategia funcionó, Bernardo Hoyos le ganó con holgura la alcaldía al médico Humberto Caiaffa.

Una de las razones por las que los barranquilleros volvieron a votar por el cura fue porque nunca olvidaron que llevó agua potable y energía eléctrica a más del 80% de la ciudad, a través de la recién creada Triple A. Una empresa mixta de capital público privada que nació en la efímera administración de Miguel Bolívar Acuña.

El sacerdote salesiano Bernardo Hoyos llegó a Barranquilla en 1984 a fundar la Universidad a Distancia del Sur. Pronto, la vocación de ayudar al otro le ganó a sus ínfulas académicas. Sus encendidas homilías en la zona popular de Don Bosco se empezaron a hacer conocidas en toda la ciudad. No obstante, todo el poder que tenía este pereirano quedó patentado cuando decidió rescatar la calle 17, la conocida zona negra de Barranquilla.

Antes de 1985, esta era una zona deprimida en donde confluían las aguas negras del sur y del norte. Las ratas y la basura se disputaban el caño La Ahuyama, el lugar a donde iba a parar toda esa porquería. Los perros flacos y los niños barrigones y enfermos formaban parte del paisaje. En seis años de habitar la zona el cura logró cambios visibles. Organizó marchas, recolectas, tocó todas las puertas que pudo. En 300 metros cuadrados creó una cancha de fútbol, un centro comunitario, un sitio de reunión para las asambleas semanales de los dirigentes comunales.

Además, en lo que era un lodazal infecto, Hoyos creó una policlínica y uno de los bailaderos de salsa más conocidos de Barranquilla: el Rincón Latino. En la zona negra Bernardo Hoyos se convirtió en un ídolo que volvió un destino obligado de políticos e incluso líderes empresariales de la ciudad. Para hablar con el influyente cura había que llegar hasta la llamada zona negra, con su pasado marginal e incluso peligroso.

Luego de que los salesianos le impidieran ser Secretario Departamental del Atlántico en la gobernación de Arnold Gómez Mendoza, Hoyos empezó a desmarcarse de la iglesia. Desde el Rincón Latino convocó a sus misas desprovisto de imágenes de santos, descolgando la cruz de la pared y poniéndola en el piso, al alcance de sus feligreses. Sus sermones, que llegaron a ser emitidos por Telecaribe, paralizaban la ciudad. Raras veces citaba la biblia o seguía el derrotero de una misa común y corriente. No. Lo que hacía era denunciar corrupción, privilegios y malversación de fondos.

Después de la misa comenzaba la rumba. En ese lugar, entre tragos de ron y canciones de Héctor Lavoe, la plana política del país a principios de los 90 montaba estrategias y alianzas. Era común ver a Ernesto Samper, Roberto Gerlein, Eduardo Verano, Gustavo Bell, Navarro Wolf y uno de los aventajados discípulos del Cura Hoyos, Hoenigsber Bonacelly conversando, fumando y bailando.

En su primera alcaldía todo fueron luces. En la segunda, en 1998, vendrían los problemas que lo mandaron a la cárcel. Al cura no solo se le cuestiona por haber ampliado veinte años el contrato con Aguas de Barcelona, una decisión mediada por $ 13.000 millones. En el año 2007, la Fiscalía lo llamó a juicio, junto a su sucesor en el 2001, Hoenigsberg, por los gastos injustificados en la alcaldía —$ 7.000 millones —.

Como si fuera poco, las denuncias llegaron con una carga de profundidad adicional para su pupilo Hoenisberg, quien fue señalado de haber  recibido aporte económico de los paramilitares de Jorge 40 para las elecciones del 2003. Hoenisnberg había sido tesorero en la primera alcaldía y secretario de hacienda en la segunda, su hombre de confianza en temas de dinero.

Sus malos pasos recibieron su castigo. El 27 de octubre del 2006, un fiscal de la Unidad de Vida lo acusó como presunto responsable de los delitos de injuria y calumnia por sus comentarios desobligantes. La situación se complicaría aún más cuando, un año después fue capturado por el DAS por el delito de “Peculado a favor de terceros” y “Celebración de contratos”. Aunque logró que le concedieran casa por cárcel. Estuvo cuatro años sin libertad por una grave actuación en su segunda alcaldía que le costó a la ciudad $ 4.900 millones. El cura Hoyos autorizó la compra de un terreno llamado El Vesubio para construir una urbanización para familias desplazadas, pero las obras nunca se entregaron a pesar de que el dinero fue desembolsado a la constructora Fondisocial que terminó absuelta.

Cuando Bernardo Hoyos creía haber encontrado su tranquilidad a los 77 años en su Rincón Latino, el fantasma de la urbanización El Vesubio reapareció. El juez 5 de ejecución de penas de Barranquilla consideró blanda la condena domiciliaria a los alcalde Hoyos y Hoenisberg. Reaccionó con firmeza y acaba de ordenar la detención y traslado de ambos a la cárcel El Bosque. En un instante se le derrumbaron los planes de regresar invicto a disputarle el terreno político a Alex Char para quien la noticia le debe haber llegado como el aire fresco del Caribe.

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