A la Negra, durante años, la persiguieron. Pero nunca la encontraron. En Tierralta, Nechí, Caucasia y, sobre todo, en Amalfi, el pueblo donde nació ella y la familia de su esposo, ninguna mano la podía tocar. Su influencia se extendía hasta Chocó y Montería. Años tuvieron que pasar hasta que el 10 de octubre del 2013 por la fin agarraron. Conocida en la región como La Negra, su nombre de pila era Sor Teresa Gómez. Aunque su poder se lo daba el estar casada con Manuel Gil y por tanto ser cuñada de los temibles Castaño: Fidel, Vicente y Carlos
El viaje de huida había sido largo desde Córdoba hasta una pequeña vereda en el municipio de Jamundí en el Valle del Cauca. Intentó confundir a la policía con la cédula de su hermana pero la DIJIN sabía a quien buscaba y la detuvo.
La buscaban desde el 2006 cuando se desmovilizó con el Bloque Helmer Cárdenas de las AUC a pesar de nunca haber vestido de camuflado. Quería cambiar de piel, no para encontrar sosiego, sino para, vistiendo un nuevo traje, seguir haciendo lo que sabía, forzar a campesinos a abandonar tierras y luego comprarlas por cuatro pesos, como lo había hecho en los años 90 para sus cuñados. Ahora lo haría con la banda de los Urabeños.
NUNCA SE VISTIÓ DE CAMUFLAJE ERA MÁS CRUEL QUE LOS PROPIOS PARAS ARMADOS
A comienzos de los 90, en el ascenso del poder del clan de los Castaño, el mayor de ellos Fidel se inventó la Fundación para la Paz de Cordoba, Fundapazcor, con el supuesto propósito de repartirse tierras a los campesinos. Su cabeza sería Sor Teresa Gómez, cuyo nombre le resultaba perfecto para el camuflaje social.
La tarea inicial fue entregarle 18 mil hectáreas, a campesinos y colonos pobres de Córdoba, que a la final resultó ser un truco con el que los comandante de las Autodefensa de Cordoba buscaban lavar dinero y arrebatarlo la tierra a cientos de familias campesinas. Pero esta mujer que se hacía pasar como una cordobesa más no solo mostró su efectividad despojando tierras que después legalizaban en el gran emporio terrateniente de los Castaño, sino que poco fue mostrando el tenor de su crueldad, que terminaron condenándola a 40 años de cárcel, que ahora quiere rebajar aportando verdad a en la JEP. En la audiencia del pasado 10 de octubre, le pidió perdón a sus víctimas.
Sor Teresa Gómez se conoció con los Castaño en Amalfi, donde nacieron todos. Entonces un pueblo tranquilo donde se sembraba el café y pastaban las vacas y llamaban la atención su santa en la plaza. Entre las familias reconocidas del pueblo estaba la de don Víctor Castaño y sus cuatro hijos Fidel, Vicente, Carlos, Manuel con los que trabajaba la Alquimia, la finca familiar. Aunque Manuel no era hijo de la misma madre, y llevaba el apellido Gil, fue tratado como uno más de la familia, igual que su mujer Sor Teresa.
LA AMBICION DESBORDADA DE FIDEL CASTAÑO LE TORCIO EL DESTINO A LA FAMILIA Y AL PUEBLO
Fidel, el mayor, resultó aventurero y audaz. A los quince años se fue de la casa con un circo ambulante, cuando volvió lo hizo con plata y traficando diamantes que había traído de Venezuela. Su papá lo miró con desconfianza. La tensión entre los dos se profundizó, mientras veía con resquemor al primogénito acumular riqueza, ahora con el negocio de la coca que lo convirtió en 1981 el hombre más poderoso del pueblo. Fue en ese año cuando con el secuestro por parte de la guerrilla de uno Victor Castaño, todo cambió. El dinero acumulado por Fidel, sirvió para organizar un ejercito de matones que primero saldrían a rescatar al padre, y cuando este apareció muerto se propuso vengarlo. Habían nacido el ejercito de ilegales que terminó siendo el germen de los futuros paramilitarse que marcaron la historia violenta de Colombia desde mediados de los 80.
La obsesión de Fidel era hacer legal esa fortuna familiar hecha a sangre y fuego y se dedicó comprar tierras ganaderas en el Valle del Sinu, en Córdoba. Combinaba el gusto por el ganado con el arte y las causas sociales como la que se propuso en 1990 con una gran extensión de 18 mil hectáreas que habia consolidado: repartirla entre campesinos y colonos de la región, como si se tratara de una causa benéfica. Pero lo cierto era que la mayoría de esas tierras la habían conseguido los Castaño a la brava, despojando campesinos y amenazando propietarios, forzándolos a vender a valores ínfimos sus tierras.
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Con el reparto de estas tierras nació Funpazcor y entró en el escenario Sor Teresa Gómez como su directora. Fidel le tenía confianza. Sin titubeos, en reuniones regadas por whisky reconocía el temple de la cuñada, muy superior al de su hermano Manuel. Hacía bien la tarea: fachada social con el propósito oculto de acumular más y más tierras para los Castaño.
La estrategia era tan cruel como el temple de Sor Teresa. Eran haciendas parceladas en predios de entre 5 y 20 hectáreas presuntamente para que los campesinos pudieran trabajar la tierra. Sin embargo, a medida que los labriegos se asentaban, les empezaban a salir más y más trabas, algunas inexplicables como eso de que no pudieran venderlas si no tenían el permiso de la Fundación. Además, tampoco podían vivir allí. No podían ni siquiera modificar el pasto. Entonces, conscientes que no podían darse el lujo de la impotencia, empezaron a sembrar, sobre todo ajonjolí, papaya, maíz y yuca. Esta tierra estaba en la Hacienda Santa Paua, a unos 45 minutos de Montería y de la principal hacienda de la familia Castaño, las Tangas, y comprendían los predios de Cedro Cocido, Los Chavarríes, Arquía y Micono. Cuando los campesinos ya estaban asentados Sor Teresa los obligó a desalojarlas..No sin antes sembrar el terror.
En cada cierta distancia de los predios, en pleno bosque, aparecían este tipo de letreros: “protege este árbol; si no lo haces, recibirás tu castigo”. Con esta excusa mataron a decenas de campesinos, enarbolando los preceptos ambientalistas. Diez años después de fundarse Funpazcor, ya con Fidel desparecido, Vicente y Carlos empezaron a pedir de vuelta estas tierras. Al principios les prometieron un pago mensual por desalojar y además les aseguraron que les pagarían las reformas que hicieron a la tierra, la construcción de casas, de canales de riesgo, de parcelas. Jamás recibieron un peso. Ante los reclamos los Castaños sacaron sus armas. Así que los campesinos tuvieron que irse en silencio. Y los que hicieron ruido, los que tuvieron la valentía de hacerlo, simplemente pagaron con sus vidas la osadía.
Su supuesta labora fundacional se entretejió muy pronto con la avanzada paramilitar y la toma a sangre y fuego de las llanuras de Cordoba, Cesar, Sucre extendiéndose hasta el Urabá antioqueño y el Sur de Bolivar con Carlos Castaño como cabeza militar en la avanzada. Una de las hijas de Sor Teresa se casaría con Jesús Ignacio Roldán, alias Monoleche, el hombre que terminaría matando a Carlos Castaños en el 2004.
Yolanda Izquierdo tenía 43 años y era madre de cinco hijos. Vivía en una finca en Valencia Cordoba cuando fue despojada en su finca en Valencia Córdoba a principios de los noventa cuando aparecieron las tropas de Fidel a quitarle todo lo que tenía. Necesitaban sus tierras para hacer la mentada Reforma Agraria. A pesar de lo que le dijeron, que jugaba con fuego, Izquierdo se registró como víctima de despojo de tierras ante la Unidad de Justicia y Paz y además representó a 800 familias que también eran parte de ese horror. Incluso, en varias sesiones libres, cuando ya los paras se habían desmovilizado, le vio la cara a Salvatore Mancuso y le reclamó por el abuso. Le empezaron a llover amenazas, sufragios, llamadas a su casa y fue justamente en ese lugar, en el antejardín de su casa, cuando un sicario la mató y de paso hirió a su esposo. Las autoridades no tardaron en definir que la autora del atentado era Sor Teresa Gómez.
Aunque salió la orden de captura desde esa fecha tuvieron que pasar 6 años para apresarla. En ese momento Sor Teresa, campante, realizaba un proyecto para darle tierras, también conseguidas de manera violenta, a colonos que quieran sembrar palma africana en los municipios de Curvarad{o y Jiguamiandó, además de otros proyectos en Tulapas y Mutatá.
La condena de 40 años por el asesinato de Yolanda Izquierdo que desnudó la crueldad que escondía SoreTeresa Gomez, la forzó a comparecer a la JEP, en la búsqueda de rebaja de penas. De la verdad que aporte esta mujer, con nombre de religiosa pero de ambición desborada quien sembró el terror en Córdoba, depende su destino en una cárcel o de regreso, a cumplir la pena que le imponga la JEP.