En lugar de aprovechar los avances científicos y ponerlos al servicio del logro del desarrollo humano, absurdamente preferimos masacrarnos entre nosotros y arruinar nuestro porvenir. La Cumbre del futuro se abocó a abordar estos desafíos y muchos oradores coincidieron en el rol de la educación como punto neurálgico, ya que solo unidos y en paz podremos afrontar los problemas globales y ese ritual colectivo se forja en las aulas de todo el mundo.
Las Naciones Unidas (UN), entre el 22 y 23 de setiembre, llevó a cabo, la Cumbre del Futuro, con el propósito de apresurar el cumplimiento de los compromisos internacionales existentes en favor de las personas y su entorno. Durante esta reunión, los líderes mundiales, aprobaron el Pacto para el futuro, el Pacto digital global y la Declaración sobre las generaciones futuras, que valdría la pena resumirlos en una versión breve y difundirlos en la sociedad y en el territorio educativo a fin de ser analizada y discutida a la luz del raciocinio intercultural.
El Pacto para el futuro, abarca el desarrollo sostenible, paz, seguridad, ciencia, tecnología, innovación, cooperación y gobernanza global. Honestamente, estas categorías es parte de nuestra cotidianeidad, sin embargo, hace falta profundizar la cooperación internacional y priorizar la transferencia tecnológica. No basta que los países líderes en tecnología, como China, realicen grandes inversiones en infraestructura en los países subdesarrollados que los aplauden. Importa mucho que nos transfieran esa tecnología a fin de acortar las brechas educativas y derrotar la pobreza.
Por otro lado, el Pacto digital global hacia un nuevo orden mundial, basado en la inclusión digital, es clave. Esto requiere un esfuerzo mundial que ayude a generar leyes globales que facilite erradicar los focos tóxicos y la desinformación digital. Son los países desarrollados, quienes pueden liderar la masificación de la internet que llegue a cada persona y así democratizar el acceso al conocimiento.
Asimismo, la Declaración acerca de las generaciones futuras, plantea que nuestras acciones actuales tengan un impacto intergeneracional. Esto implica, transformar nuestro paradigma que nos permita coprotagonizar con los jóvenes, en la toma de decisiones en los diferentes aspectos del accionar social. Por ejemplo, escuchemos e insertemos en los planes curriculares del sistema educativo, las innovadoras ideas pedagógicas de la activista pakistaní, Malala Yousafzai.
Batallemos por un mundo sin guerras y que todas las personas accedan a la educación, como un acto de justicia y dignidad humana.
Escritor peruano, columnista pedagógico, profesor universitario y creador del ABDIVCPC.