La COP 25, Madrid 2019, pasara a la historia como una de las más inconsecuentes conferencias sobre el cambio climático. Una cumbre que se caracterizó por desacuerdos y una falta de consensos, sin poderse llegar a unos acuerdos significativos, para responder a la crisis climática. La sociedad civil, las organizaciones sociales que demandaban justicia climática y más acción de los países industrializados, no pudieron ocultar la decepción y frustración al final de la cumbre. Hubo quienes consideraron la COP 25, como vergonzosa, mientras otros la calificaron de fracaso.
El resultado de la COP 25 es un reflejo más de cómo se han venido organizando y manejando estas grandes conferencias. Auspiciadas por las Naciones Unidas, su conducción ha estado a cargo de los países del norte global y en parte son financiadas con fondos de las grandes corporaciones.
La supremacía de los países industrializados es notoria, son estos los que se benefician de las cumbres. En términos prácticos se podría decir que la COP 25 fue un fracaso al no alcanzarse unos acuerdos para reducir las emisiones de dióxido de carbono. Desde una perspectiva mediática la cumbre represento un éxito para los países industrializados y las grandes corporaciones, que, ejerciendo un control de los medios de comunicación, los utilizaron para lavar su imagen, seguir manipulando a la sociedad con falsos mensajes. Se presentaron como los patrocinadores de la COP 25 y de esta manera dar la impresión que están comprometidos con el medio ambiente y la naturaleza, mientras sus actividades económicas continúan destruyendo el planeta, propiciando injusticia climática, social y económica.
Corporaciones como Nestlé, Coca-Cola, empresas del sector energético, del mundo financiero y la aviación daban la bienvenida a la COP25. Ese doble estándar también se evidencio en algunas de las publicaciones (periódicos) sobre la COP25 financiadas por corporaciones españoles del sector energético y distribuidas gratuitamente. En esos periódicos se podía observar propaganda de los patrocinadores de esas publicaciones, en uno de ellos una reconocida agencia de viajes ofrecía descuentos en los vuelos, por ejemplo. En otro, Coca-Cola sutilmente trasladaba a los consumidores de su producto la responsabilidad de reciclar los millones de envases plásticos que la compañía produce cada día.
A iniciativa de España la COP25 se dividió en dos Zonas. Una Azul y una Verde, cerca la una de la otra. La Zona Azul se reservó para las reuniones con la participación de la comunidad científica, los políticos y representantes de los países, las corporaciones y como observadores, la sociedad civil acreditada. Es aquí donde los países del norte global y las corporaciones hacen valer su interés recurriendo a un poderoso lobby, que divide y crea bloques de países, que dificulta alcanzar consensos y llegar a acuerdos en los temas fundamentales.
La Zona Green, un espacio abierto al público con el que España quería contribuir a facilitar la participación de la sociedad civil del sur y norte global. Una parte de esta área se destinó a la sensibilización, concienciación y educación en temas ambientales, relacionados con el cambio climático. Otra parte se reservó a los patrocinadores del sector energético, siendo aprovechada para seguir lavando su imagen y presentarse como los líderes de la innovación, ciencia, transferencia tecnológica, la construcción de capacidades y soluciones basadas en la naturaleza. Una oportunidad para promover el mercado floreciente de las energías renovables bajo la fachada de economía verde. La realidad es que esa innovación tecnológica está siendo utilizada para dar continuidad a ese modelo energético tradicional que se sustenta en ese modelo económico capitalista neoliberal, en el que las corporaciones energéticas pasan a asumir el control y el monopolio de las energías renovables.
Para España su prioridad en la COP25, dar a conocer los avances de la de transición energética, con ese propósito se les brindo un espacio a las instituciones regionales y locales para exponer sus planes y proyectos sobre los modelos de ciudades del futuro, dependientes de la tecnología energética renovable. Esto llevo a España a ocupar una importante área de la Zona Verde con ese propósito.
Chile no obstante ser el país anfitrión de la COP25, con el cambio de la sede a Madrid, se quedó sin liderazgo y protagonismo en las dos Zonas. En la Zona verde quedo relegado a un espacio que se habilito para los pueblos originarios del sur global, allí se hizo presente con una delegación de los pueblos indígenas chilenos, auspiciados por el estado a través del Ministerio de Desarrollo y en una menor medida, indígenas de otros países. Un lugar que al no reunir las condiciones para el debate y dar a conocer la situación de los pueblos indígenas entre el público, termino por convertirse en una vitrina para la foto con los indígenas.
El poco interés de España de tomar en cuenta la agenda de los pueblos del sur global y las demandas de los movimientos y organizaciones sociales del norte global, dio lugar a que se organizara una contracumbre, una cumbre alternativa, La cumbre Social con el apoyo de los ecologistas y ambientalistas. Habiendo facilitado los espacios para su realización el sindicato UGT y la Universidad Complutense.
La Cumbre social por el Clima convoco a una gran manifestación en la que miles de personas se tomaron las calles de Madrid. A ella asistieron la Minga Indígena, jóvenes inspirados por Greta Thunberg, defensores de los derechos humanos, activistas de los movimientos ecológicos, las mujeres ecofeministas y las plataformas y coaliciones de protesta social y de desobediencia civil que están surgiendo como Extinción Rebelión y Rebelión por el clima entre otros. El propósito, llamar la atención de los gobiernos y de las corporaciones, sobre la necesidad de asumir un cambio de actitud y de comportamiento, para que reconozcan y asuman las responsabilidades por la crisis climática que están causando sus actividades económicas. Al tiempo que se reclamaba justicia climática y que se actuara ya.
En la cumbre alternativa se debatieron los temas que no forman parte de la cumbre oficial: las causas reales que están dando lugar a la crisis climática; la cara oculta de la transición energética, esto es, el aumento de la industria extractivita de los recursos naturales, necesarios para las tecnologías renovables. El fraking del petróleo y el gas que siguen siendo las opciones más baratas para mantener el crecimiento económico, el “progreso” y “desarrollo” sin límites. Las falsas soluciones, como los mercados de carbono, las REDDs; El modelo económico capitalista neoliberal, patriarcal y neocolonialista responsable de la crisis ambiental y con el cual se pretende solucionarla; Ecofeminismo vs patriarcalismo. La transición energética con justicia para los pueblos del sur global.
La cumbre alternativa que no atrajo la atención de los medios oficiales de comunicación, en términos prácticos fue un éxito. Al ser un espacio de encuentro y de intercambio de experiencias, de convivencia y de unión de los lazos de solidaridad entre los movimientos del Sur y el norte global. En el que se fortaleció la cohesión del movimiento social que está creciendo significativamente a nivel global como se pudo evidenciar. En el que surgieron nuevas iniciativas, planes, estrategias y acciones más ambiciosas con mira a la COP26.
La COP 26, Glasgow 2020 tendrá que asumir la emergencia climática; poner atención a la brecha de la desigualdad entre el norte global y el sur global que se está ampliando significativamente; dar una respuesta al movimiento social que crece globalmente y que reclama justicia climática y una acción más ambiciosa para enfrentar la emergencia climática.
Mientras que los temas que ocuparan la agenda oficial de la COP26, estarán marcados por un fortalecimiento del Acuerdo de Paris que haga posible su implementación y tenga la capacidad de asumir los compromisos del protocolo de Kioto que llega a su final; nuevas metas de descarbonización y la agenda del 2030.
La COP26 en Glasgow tiene que ser el reflejo de los compromisos con la emergencia climática y la sociedad. Los resultados van a depender de los espacios que se le asignen a la sociedad civil. La COP 26 no puede ser usada para limpiar la imagen y promover los intereses lucrativos de las corporaciones. Tiene que ser un espacio para cambios radicales, que tomen en cuenta la justicia, la equidad y la igualdad y la diversidad, con la participación de los movimientos sociales del norte global y una inclusión verdadera de la agenda del sur global, solo de esta forma se podrán crear soluciones e impulsar acciones para hacer frente a crisis del cambio climático.
Desde una perspectiva activista, esta es una reflexión de mi experiencia vivida durante la COP25, Madrid, España.