Colombia es una nación surcada por ríos de sangre, a causa de la herida que le propinó el narcotráfico, los problemas sociales, políticos, seguridad y demás tienen estrecha relación con este flagelo.
Por otra parte, está el gremio ganadero, más de 600.000 familias que devengan su sustento de esta actividad, la cual ha llevado progreso y desarrollo a regiones apartadas, que carecen de vías y apoyo estatal.
Hoy, un gobierno endeble y permisivo con el narcotráfico y los problemas que acarrea éste. En la casa de Nariño están abonando el terreno para un boom cocalero nunca antes visto, quisiera pensar que es por omisión y no por comisión.
Mientras Petro asistía de manera oficial a la primera cumbre de cocaleros en el Catatumbo, en el Valle del Cauca, Magdalena, Cesar y demás, se presentaban invasiones de tierras en fincas ganaderas, lastimando los derechos de la propiedad privada, la economía y seguridad alimentaria.
El ministro de defensa, Iván Velásquez, quien está en su cargo más por cumplir una cuota burocrática, que por el cumplimiento de lo que devengan la cartera, parece no importarle las invasiones, extorsiones, abigeato y demás problemática que quejan al gremio.
Con todo esto, queda más que claro, que en Colombia es mejor ser cocalero que ganadero, pues los primeros están bajo el amparo del Estado, mientras que los hombre que en cada faena, ordeño y canto de vaqueria hacen la patria, son condenados y marginados.
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