Cuidar los deseos
Opinión

Cuidar los deseos

Concretar lo que soñamos depende de qué tan aterrizados son nuestros propósitos y qué tanto logramos afianzarlos y lograrlos con voluntad, decisión y disciplina

Por:
diciembre 22, 2023
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Son días en los cuales se hacen balances y se formulan deseos y propósitos para el año venidero; esta circunstancia tan habitual es parte de la presión social que ejercen paralelamente dos rituales: el de la Navidad, con el relato y la fiesta de la buena nueva, del nacimiento de un niño en el pesebre humilde y el de cambio de calendario, que remite a la transformación del tiempo y del espíritu del futuro en lo individual y colectivo. Ambos eventos gozan de celebraciones, de encuentros, de discernimientos proyectivos y comportamentales, que en ciertos nucleos sociales son más marcados y en otros más discretos.

Con la secularización de la vida moderna estas dinámicas rituales que instalan formas de estar en el mundo se han matizado y transfigurado a instancias del hiperconsumo que nos acecha, de las narrativas de la industria del espectáculo, pero también de los términos contractuales del Estado y las empresas que se rodean con el lenguaje de las metas, los proyectos, los contratos, los rendimientos, los resultados; asuntos todos ligados a la vida productiva y laboral de esta época. Las transiciones históricas de tiempo y natividad, se han sostenido transformándose en un gran mercado en el cual se compran obsequios para simbolizar las emociones y afectos compartidos; sin embargo, la fuerza reflexiva de esas empatías con caja registradora es poco consistente, y aun así, sigue pasando que a fin de año, de diferentes maneras, persistimos en encontrarnos, en hacer balances y sobre todo en tirar de la cuerda gaseosa de los deseos; ¿Qué tanta eficacia simbólica y funcional tienen esas imágenes que solemos proyectar al cierre de los calendarios?

Antes de responder la pregunta por la eficacia, razonemos respecto a su importancia: se trata de valorar la vida personal y colectiva, de sopesar relaciones, vínculos, caminos, realizaciones, valores compartidos, pero también de buscar el encuentro, el arraigo y de visualizar imágenes de futuro que predisponen los ánimos y los sentidos de las personas y los grupos humanos para abordar los días que vendrán. En esa experiencia se tensionan nuestras percepciones para explorar lo que queremos vivir y hacer, especialmente para proyectar cómo podríamos comportarnos para hacer que las cosas buenas nos pasen; hacemos de los incidentes de fin de año, cuando el activismo turismero y la compra ociosa lo permiten, un ritual cruzado, diverso, que se acoge familiarmente en el mundo y que se concentra en proyectar la continuidad de la vida con relatos de lo deseable y con compromisos con ese rodar cotidiano de la existencia.   


Los deseos y las metas más convencionales como bajar o subir de peso, cambiar de lugar de residencia, adquirir un bien, requieren juicio sensato, valoración de condiciones y sentido práctico de los alcances


Respecto a la relación entre los deseos y sus concreciones, es bueno recordar que todo depende de los balances de la vida que logremos sostener, de las condiciones de posibilidad de lo que soñamos; es decir, de qué tan aterrizados son nuestros propósitos y de qué tanto logramos afianzarlos y lograrlos con la voluntad, la decisión y la disciplina práctica en el hacer de cada momento y experiencia. En ese mismo sentido, sucede también que los deseos y las metas más convencionales, por ejemplo bajar o subir de peso, cambiar de lugar de residencia, adquirir un bien, iniciar o terminar estudios, cambiar de trabajo, iniciar, transformar o terminar una relación afectiva, iniciar algún emprendimiento y cualquier otra gesta humana que se considere, son asuntos que requieren juicio sensato, valoración de condiciones y sobre todo sentido práctico de los alcances y consecuencias: es decir, se necesita soñar, pero pensando con los cinco sentidos, con el cuerpo y la humanidad toda en postura reflexiva, con los pies en la tierra y la mirada en el horizonte que circunda.

Recordando al querido Estanislao Zuleta, lo problemático en estas circunstancias, no es tanto que no alcancemos lo que deseamos, como el carácter y el sentido de posibilidad de nuestros propios deseos. Deseamos mal dice Zuleta; quizás eso pasa porque no nos detenemos a pensar con nuestros entornos familiares y vecinales, con nuestros deudos y cercanos, las imágenes de vida deseable y los esfuerzos que corresponden para acercarnos a ellas. En ese sentido, va el saludo fraterno para los asiduos de esta columna y la invitación para que, en estos días de ritual de nacimientos y cambios de tiempo, dejemos espacio a la meditación y al encadenamiento de los sueños con las realidades en las que fluimos, en vínculo con otras supervivencias y destinos…

Feliz Navidad, Colombia.

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