Celebro el surgimiento cada vez mayor de la especialidad médica en cuidados paliativos y el mismo quehacer en salud. Se requiere expandir estos servicios a una cobertura cada vez mayor. Su enfoque en aliviar el sufrimiento en etapas duras y dolorosas de la vida es indispensable. Una definición sería: Son los cuidados apropiados para la persona con una enfermedad terminal, crónica, degenerativa e irreversible donde el control del dolor y otros síntomas, requieren no solo el apoyo médico, sino también el apoyo social, espiritual, psicológico y familiar, durante la enfermedad y el duelo; logrando la mejor calidad de vida posible para el paciente y su familia. Todo lo anterior se enmarca en la actualidad en equipos multidisciplinarios, en el área de salud, atendiendo en hospital, hogar y “hospice”.
La tesis central de esta columna de opinión, es que “cuidado paliativo” es una actitud –actitud de vida- que debemos tener en mente, no solo los médicos, ni el personal de salud, sino los seres humanos en su totalidad. Definiciones de diccionario nos dicen: Paliativo: “Que sirve para atenuar o suavizar los efectos de una cosa negativa, en especial un daño físico o moral”. Cuidado: “Modo de actuar de la persona que pone interés y atención en lo que hace para que salga lo mejor posible”. He ahí la sustentación de mi propuesta en esta columna.
Es un deber en la vida, el paliar el sufrimiento de los demás. Considero que todos los seres humanos, sin excepción, hacemos cuidados paliativos, aún sin darnos cuenta. Disculpen la aseveración tan tajante, pero he aquí algunos ejemplos: El aseador del hospital hace cuidados paliativos al sonreír al moribundo desconocido; el administrador al facilitar un trámite; el celador al acoger con amabilidad a la persona que llega en angustia plena; el cocinero al preparar con amor una cena suculenta; el laboratorista al estar seguro del resultado de una prueba diagnóstica (cuánto sufrimiento no ha existido con diagnósticos errados); el médico general al explicar en detalle la enfermedad. Todo ello y mucho más, casi diría que cualquier acto humano es cuidado paliativo en el sentido estricto de la palabra, al tener la intención de ayudar a disminuir o evitar el sufrimiento. Somos seres compasivos por excelencia con la siguiente definición: Compasión: “Sentimiento que produce el ver padecer a alguien y que impulsa a querer aliviarlo”.
Tomar conciencia de nuestra capacidad de compasión,
nos hará paliativistas por excelencia, a todos
Regresando al ámbito de salud, hasta el médico o la enfermera más alejados de los centros urbanos, hacen cuidados paliativos, cuando escuchan o se quedan en la cabecera del enfermo por horas, en simple compañía y presencia. Lógico, con el avance de la ciencia médica y la subespecialización, se requieren conocimientos específicos para aliviar dolor, disnea, prurito, edema, parálisis, dependencia física y tantas otras complicaciones de enfermedades degenerativas y terminales. Sin dejar de mencionar la angustia, el aislamiento, la falta de sentido de la vida, los pendientes emocionales, la sueños no realizados, los apegos, entre muchos otros. Todo aquello que no nos deja morir en paz. Esto lleva a la conformación de equipos humanos que logran no solo el alivio, sino disminuir la realización de procedimientos fútiles –encarnizamiento terapéutico-, tomar decisiones de vida o muerte en situaciones de urgencia, todo con un sentido humano y demostrado está, con racionalización de costos.
Sí, los cuidados paliativos le dan un propósito y vuelven útil al tiempo antes de la muerte, cuando se sabe que ella viene. Cumplir deseos; terminar proyectos; sanar relaciones; organizar finanzas; dejar últimas voluntades; tranquilizar y tranquilizarse sobre los que quedan; despedirse –incluso con una fiesta-; dar instrucciones sobre disposición del propio cuerpo; y tantos más, hacen benigno nuestro tránsito al más allá. Da paz a quién se va y a quienes quedan.
Volviendo a mi tesis central, el tomar conciencia de nuestra capacidad de compasión, nos hará paliativistas por excelencia, a todos. Es nuestro derecho exigir los cuidados paliativos, es nuestro deber proporcionarlos.
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