En lugar de posibilitar la eutanasia a los pacientes terminales que la soliciten, se debería garantizar el ofrecimiento de cuidados paliativos.
Esa es la postura de algunos opositores, muchos de ellos médicos, a la reciente reglamentación de la eutanasia.
Pero esta argumentación gira con un enfoque equivocado, alrededor de un centro erróneo.
¿El enfoque equivocado?: los cuidados paliativos y la eutanasia no son excluyentes. Por el contrario, son —deberían ser— complementarios.
Nadie en su sano juicio, desde una perspectiva humanista elemental, se opondría a brindar a los pacientes terminales los cuidados paliativos necesarios para hacer más llevaderos sus días.
Es en la administración de los cuidados paliativos donde brilla con más esplendor la grandeza del oficio médico: allí el profesional de la salud renuncia a la prepotente pretensión de vencer a la muerte y se avoca a acompañar a su semejante en el dolor final. ¡Benditos sean los médicos que asumen ese papel!
Pero con todos los cuidados paliativos, con todo el arsenal analgésico disponible y todo el soporte sicológico imaginado, hay un grupo de pacientes que, simplemente por pragmatismo o por convicción, prefieren ahorrarse el camino de los cuidados paliativos y cumplir de una vez y por todas la inevitable cita con la muerte. Para ellos es que se debe garantizar el derecho a la eutanasia.
Y ahí está el centro erróneo de la discusión: en la pregunta de la cual se derivan las conclusiones.
¿Está la medicina actual en capacidad de ofrecer unos cuidados paliativos suficientes?
¿Es efectivo el soporte psicológico a los pacientes terminales?
¿Debe el sistema de salud asumir la totalidad de los cuidados paliativos?
Todas estas preguntas y las muchas otras que intentan justificar la elección de los cuidados paliativos en lugar de la eutanasia, son pertinentes y sensatas en un debate sobre los cuidados paliativos, pero se convierten en un centro equivocado cuando se trata del tema de la eutanasia, porque evaden la pregunta central y única que debería regir ese debate: ¿es el paciente dueño de su vida?
Y entiendo el pánico que pueda traer a gran parte de la comunidad médica un SI como respuesta: reconocer que la decisión sobre la vida de un ser humano compete únicamente a ese ser humano, es quitarle gran parte del poder al médico, en especial al que convierte su misión original, la de aliviar y alivianar la vida de sus pacientes, en una cuyo objetivo enfermizo es vencer la enfermedad y prolongar la vida cuanto sea posible.
Reconocer que cada ser humano es dueño y señor de su existencia, abre las puertas para el efectivo respeto de todas las creencias.
Quien profese una fe que le impida decidir sobre su vida, puede perfectamente asumir el calvario que a bien tenga. Pero quienes consideremos innecesario el proceso paliativo y encontremos la idea de la muerte más reconfortante que la del hospital, nos veremos arropados por una legislación compasiva y humana.
La respuesta correcta a la pregunta ¿cuidados paliativos o eutanasia? es ¡cuidados paliativos y eutanasia!
