Los aterradores incendios forestales que están devorando la Amazonia, en especial en Brasil, unidos a los graves problemas que se presentan en los ríos del Caquetá —cuyos peces están siendo contaminados con mercurio como resultado de la minería ilegal—, además de la deforestación arrasadora que se presenta en los bosques tropicales de esta parte del planeta —debido a la ganadería extensiva— y los gravísimos problemas que conlleva la explotación del petróleo demuestran contudentemente que el problema del calentamiento no solo es real, sino que es una cuestión de supervivencia inmediata para el mundo.
La empresa Emerald Energy, que como casi todas las multinacionales es experta en dividir a la población, en engañarla con espejitos como en la época de la conquista, ya ha dejado su huella de destrucción en San Vicente del Caguán en el Caquetá, no solo con la destrucción de la carretera por donde transitan los carrotanques con el crudo, sino por la extensa región del Yarí que prácticamente se ha convertido en un desierto en los últimos 10 años de explotación petrolera.
El desaforado capitalismo con una industria mundial que produce durante las 24 horas del día elementos de consumo masivo, de vida corta para poder vender más, con una publicidad agresiva y engañosa que lleva a la gente a comprar lo que no es prioritario; la ambición sin límites de los grandes accionistas de las multinacionales que solo les importa explotar y explotar la naturaleza sin importarle los terribles daños que hacen, solo por la avaricia del dinero; los gobernantes a todos los niveles que no les importa un comino vender los recursos naturales al mejor postor aduciendo progreso y ríos de leche y miel cuando lo que dejan es destrucción y miseria, son apenas algunas de las causas de esta debacle que ya está en marcha y de la cual una de sus muestras más contundentes son los terribles incendios de la Amazonía, a los cuales la gran prensa del mundo no les da la importancia que tienen porque no se trata del incendio de la catedral de París, Notre Dame, ni de algo por el estilo, simplemente es un problema de los países subdesarrollados al cual no hay que darle mucha pantalla porque las grandes multinacionales explotadoras son las que pagan las mejores pautas publicitarias.
Todo es un gravísimo problema de supervivencia que llama a las comunidades a tomar parte activa en la defensa de sus recursos naturales que son la propia vida. No esperemos que lo hagan los gobernantes o los pañitos de agua tibia de las potencias que de frente ofrecen y dan ayuda consistente en limosnas en dólares, pero que por debajo de cuerda están sacando las grandes tajadas y haciéndose cada día más ricos con la miseria de los pobres.