'Cuentos y relatos de la literatura colombiana': el arte de compilar

'Cuentos y relatos de la literatura colombiana': el arte de compilar

"La experiencia lectora de Luz Mary Giraldo nos señala la praxis de lo que busca esa literatura, en sus sentidos y en sus lectores". A propósito del tercer tomo de la obra

Por: Gustavo Enrique Ortiz clavijo
marzo 04, 2021
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'Cuentos y relatos de la literatura colombiana': el arte de compilar

Compilar es un ejercicio crítico en cualquier ciencia, no con el motivo de acumular textos o ensayos o artículos de prensa, lejos de ensalzar amigos o conocidos, sino con un fin de crear un canon lector sobre el tema asumido. Por lo tanto, hay una estructura conceptual de intereses en la materia y un rol ético que asume el compilador, quien además de seleccionar debe prologar.

Es que realmente hay una desfachatez en muchos compiladores que se asumen editores y hacen festivales o eventos universitarios, por ejemplo de literatura en mi profesión y creen que es un indicador de competencia académica hacer un libro. Sin una estructura conceptual, como expresé al inicio, es un barajar de mazo de cartas.

Mi última discusión sobre la perspectiva de esta columna sucedió en Sogamoso, Boyacá, con dos gestores de la palabra, dudo decirles escritores y con una botella de tequila de agave azul reposado abofetear la ilusión de una antología que a mal cayó en una primera edición la Universidad Autónoma de Nuevo León. No caminó luego el proyecto.

Mientras extraño con amor la receta del chocolate que hace Lucila Ardila, regreso a mis clases en la Universidad Nacional en Bogotá y en detalle con Luz Mary Giraldo.

Por muchos años un ejercicio compilatorio usó la periodización literaria, la categoría de una década o dos juntas o un grupo cultural específico. Simplificar, repetir nombres, es lo más fácil en narrativa. Este trabajo hecho para el Fondo de Cultura Económica, la editorial más poderosa para la semiosfera cultural del continente, se centra en el cuento. Y la experiencia lectora cotidiana de la maestra Luz Mary Giraldo nos señala la praxis de lo que busca esa literatura, en sus sentidos y en sus lectores. Esto es más preciso para la cuentística posmoderna, donde las fronteras reales, ficcionales y sociales son interpretativas. Me oriento al tercer tomo compilatorio.

“Este tercer tomo contribuye a la visión caleidoscópica. Aunque la mayoría narra de manera convencional, en general son cuentos más contemporáneos y a tono con las realidades que vivimos. La familia, las rutinas, la conciencia de escritura, el humor y el horror, el dramatismo, las incertidumbres, se narran con diferentes modos”, reza en el prólogo reflexivo de la juiciosa académica dentro del libro Cuentos y relatos de la literatura colombiana tomo tres del FCE. Esto nos señala una escritura que se hace entrañable en la cotidianidad del hoy de ese escritor que ficcionaliza, pero no se olvide que la ficción viene de ver bien la realidad. Y en este momento, en que la vida instantánea de símbolos e ideologías hace del que describe, sea hombre o mujer, nos indica que no hay un modo o estilo preciso en el oficio de contar.

De once grandes categorías de búsquedas de esta escritura posmoderna colombiana, escojo la de retratos familiares para mirar esa ligazón, nudo que hay entre esas lecturas que acumulamos con la realidad y en este caso en boca de quien narra que no siempre es el que escribe o de algún personaje. Eso que categóricamente llamamos intertextualidad y he hecho en pasadas reseñas.

“Nunca había conocido una familia donde la lectura fuera parte de la casa. Desde entonces, la imagen de un lector absorto me despierta especial cariño” del cuento Mangos de Camposanto  de Esther Fleisacher. En este caso nada más rudo de un ritual social que nadie ve y es indispensable en el ser humano social como es “leer”.

“Me despertó el olor a gas. Dicen que una muerte por gas es dulce y silenciosa. Una poeta, olvido su nombre, puso su cabeza en el horno y prendió la llave. Juliana no estaba a mi lado” del cuento Se llama Sylvia Plath de Catalina Holguín. Esta la llamaríamos una referencia a una vida poética que casi siempre es más sensible que dar un nombre corriente y vulgar.

“Alguna vez Jerónimo le había dicho que fueran a Grecia. No a Patmos, no se acordaba a dónde, pero seguramente a un lugar más obvio, más de postal. Ema le dijo que no le gustaban los lugares demasiado bellos” del cuento Los álamos y el cielo de frente de Margarita García. La discusión aquí en torno a una revista, por ende a una lectura, nos lleva al sentido emocional de los afectos de una pareja.

—Ahí viene el profesor de filosofía— dijo la madre.

—¿Cómo sabes qué enseña?—preguntó Teresa.

—Me lo contó un pajarito esta mañana.

—¿Qué más sabes?...

...

—Ay, hija, que todo es ilusión.

—Eso ya lo sabe todo el mundo.

Este diálogo del cuento de Miguel Ángel Manrique llamado Las preocupaciones. La ironía en este ejemplo es directamente proporcional a las interpretaciones sobre un personaje y sus lecturas.

Para cerrar este ejercicio, con un buen sabor a Cortázar, les comparto a Guido Leonardo Tamayo, gran escritor y brillante gestor cultural con su cuento Salir de casa donde reconoce en la cotidianidad lo involuntario de los intertextos ficcionales que nos dominan. “Cerró el libro, lo había leído varias veces y nunca lo recordaba. Así le estaba sucediendo con las demás cosas: las recuperaba un instante para luego perderlas”.

Regresando sería injusto descifrarle los otros diez grupos que agrupan cuentos de disciplinados escritores de la segunda mitad del siglo XX, con respeto a Luz Mary Giraldo, quien además es la compiladora y prologuista de mi reciente libro de poemas, un honor inefable entre otras cosas y quien entregó su cariño lector regalándome este libro del FCE del cual opino en este espacio, les digo que deben ingresar en el restante cuerpo de textos, porque como mi profesora dice en la página siete: “Si en esta travesía el lector acepta el mapa sugerido, la guía temática del viaje que, arbitrariamente, estructura el libro, se encontrará con una mirada con cierto orden estético y, por lo tanto, crítico”.

Yo solo hice un ejercicio de reseña de una parte de este juicioso estudio, los resúmenes solo acolitan la mediocridad y este libro se hace necesario en colegios dentro de sus planes de lectura.

“A la cacería de una imagen crítica” (Lslq).

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