Cuento: La interminable pelea entre la escoba y el cuchillo

Cuento: La interminable pelea entre la escoba y el cuchillo

La trifulca continuó mientras la dueña y una de las mujeres no sabía que hacer. Desencajado, el ñero esgrimió la daga, como un relámpago metálico

Por: Silvio Avendaño
octubre 11, 2022
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Cuento: La interminable pelea entre la escoba y el cuchillo

- ¡Retírese! ¡retírese! -gritó la dueña de la cafetería, cuando el ñero se acercó a la mesa, donde un hombre y una joven saboreaban una tisana. Extendía la mano en espera de algo. Detrás del mostrador la patrona y la empleada solicitaban al personaje de la calle que abandonara el local.

- ¡Por favor, retírese! ¡Salga! -el hombre desaliñado: cabello blanco, pantalones rotos en las rodillas, respondía:

- ¡No jodan! -el rostro se encendía en ira. Las mujeres le increpaban, pero, al acercarse, pronto se retiraron, al ver que el mendicante sacó un cuchillo.

- ¡A mí no me echan! viejas hijueputas. Hace unos días hicieron lo mismo y no me voy a ir- protestó, mientras blandía el puñal en amenaza. De manera sorpresiva, una mujer que se encontraba en el cuarto adjunto, donde se hallaba las bebidas, greca y loza, salió blandiendo una escoba. Al verla el vagabundo no se inmutó, sino que levantó el puñal por encima del hombro y la muchacha retrocedió mientras la escoba se elevaba y golpeó una lámpara colgante del techo, que comenzó a mecer la luz.

La escoba descendió con fuerza, por fortuna golpeó el suelo, de otra manera, el ñero hubiera perdido el sentido.

Puestos y levantados en alto el cuchillo y la escoba del ñero y de la mujer, no parecía otra cosa como si se estuviesen amenazando. Tal era el soez vocabulario del agresor que opacaba el grito desesperado de las mujeres. El ataque por parte del cuchillero vino, avanzando dos o tres pasos, de tal modo, que las mujeres retrocedieron y se refugiaron detrás del mostrador.

En respuesta la escoba embistió con fuerza, de modo que, resonó al golpear el tablado en el cafetín. Los clientes dejaron de teclear el celular, de hablar y fijaron la vista en el enfrentamiento entre la escoba y el cuchillo.

La trifulca continuó mientras la dueña y una de las mujeres no sabía que hacer. Desencajado, el ñero esgrimió la daga, como un relámpago metálico, para embestir a la mujer que respondió dando un golpe en el pecho del atacante, ante lo cual retrocedió. El agresor volvió a la carga e hizo un temible lance, mientras gruñía:

- ¡La mato porque la mato! - pero la mujer con un movimiento inesperado de la escoba desvió el lance del cuchillo que podría penetrar la piel en búsqueda de sangre. La rabia ardía en el personaje. Levantó furioso el brazo y apretó el cuchillo para descargarlo, con tal pujanza que si hubiese alcanzado a la fémina le habría hecho un corte hasta más abajo de la cintura.

Pero la terrible escoba dio un golpe en la mano del agresor y cayó el puñal. Cuando he aquí que se hizo una gran claridad porque uno de los clientes, para consumar el combate le tendió al desarmado un billete que éste recibió, recogió el cuchillo, y se retiró del café.

-La semana entrante vuelvo-.

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