Más allá de causar hilaridad y hasta vergüenza las voces de protesta de muchos que en su 'desocupe' arremetieron contra Iván Gallo al expresar con furor y sentimientos (sustentados en argumentos que nadie sabe controvertir en sus Tuits y mensajes enconados tras las plañideras) de dolor lo que pasa en esta "tierra de nadie" donde un artista es Iván Villazón o Pastór López (mis sinceros respetos al señor López pues hasta yo debo admitir, crecí escuchándolo en el Boinas Rojas que ya no existe más que en mis recuerdos), una gran obra es un puente esperpéntico que atraviesa la diagonal Santander y en el que sólo se puede otear la podredumbre de la ciudad representada por el canal Bogotá; en el que un plan (como lo ha dicho el Sr. Gallo acertadamente) es salir a Ventura o a Unicentro a "gorrear aire acondicionado" (en el Ventura por cierto está dañado y ya se siente calor porque la gente en su mayoría sólo se va a 'novelear' más que a comprar) y en el que la incultura y la falta de civismo es tan evidente que con sólo ver como se parquean en los andenes del centro, cómo se mantiene la monstruosa avenida sexta y cómo pervive la porqueriza del mercado de víveres que hay en ese mismo sector es más que justo que además de peladero, a Cúcuta se le sienta como una "ciudad sin ley".
Y muchos se volverán a rasgar las vestiduras y a bufar odio, obscenidades y su hálito de venganza al mejor estilo mafioso, porque "a Cúcuta se le respeta" pero cuando se trata de asumir una conducta ciudadana de verdadera indignación ante el clima de pobreza, de desolación, de abandono del estado y de quienes "nos representan" entonces el silencio y la ominosa complicidad son la única respuesta.
No vengamos a reventar en odio y furia purulenta porque como dice la editorial dulzona y engañosa de La opinión "se debe hablar bien de esta zona de la frontera".
Ninguno tiene derecho a responder ante lo que es evidente y que Iván Gallo ha sido claro y oportuno en mencionar. En esta ciudad nosotros hemos visto como la clase política SE HA ROBADO el progreso para mantener su statu quo y mantener escandalosamente "anchas" las brechas entre ricos y pobres durante más de sesenta años.
Ninguno tiene autoridad para oponerse a los argumentos que expresan la falta de carácter de una ciudadanía que no es capaz de oponerse dignamente con su voto ante la burla de mandatarios electos que han pasado tanto por el municipio como por el departamento, porque en este "peladero" no hay empresa sustentable ¿Cuál? que hablen los "indignados". No hay opciones de trabajo y progreso o ¿Dónde está el capital humano que sale de los mejores colegios? ¿A dónde va la mayoría de egresados de estas instituciones para garantizarse un mejor futuro?
¿Acaso no fueron estos mismos indignados quienes eligieron un candidato patrocinado por un criminal que desde la cárcel sigue demostrando que tiene poder?
La indignación no sirve cuando asumimos un "patriotismo" y un dolor de terruño "de barra brava" como si se tratara de un equipo o de una facción partidista. La indignación que sirve es la que nos mueve a revocar mandatos de gente tramposa, a llegar incluso a la desobediencia civil (organizada y sin violencia) ante el abandono del estado y dejar de aplaudir al tirano en lugar de recibirlo como un "gran colombiano".
La indignación que sirve es la que asumimos cuando defendemos la convivencia que se da en el respeto de lo público no porque "no es de nadie" sino porque es para todos por igual. La indignación como caso concreto es exigirnos como ciudadanos cambiar nuestras actitudes de apatía y entender que Cúcuta dejará de ser un "peladero" cuando la convirtamos en ciudad: y para eso debemos dejar de pensarnos como pueblo (populacho) y concebirnos como ciudadanos. Un ciudadano es como lo expresa Kant en su idea de ilustración en una persona capaz de asumir su mayoría de edad, que significa "valerse de su propio entendimiento".
De modo que, dejemos la actitud pueril y revanchista de tanto mensaje refrito de "más respeto por Cúcuta" y "si le parece un peladero váyase y no vuelva", porque ante todo debemos aceptar que no se trata de que "no se pueda hablar mal de Cúcuta": se trata de que podamos hacer mejor de Cúcuta y para ello necesitamos entender que la ciudad somos nosotros y si somos incapaces de mirarnos con justicia (así duela y nos entristezca) jamás vamos a reconocer que más que indignación debemos asumir que es necesario educarnos como ciudadanos: todavía estamos lejos de lograrlo.
Y algunos dirán "bueno, si usted es tan arrecho, pues diga cómo es que se arregla esto". Yo no puedo decir que "soy tan arrecho" pero sí que tengo claro lo que hago para que Cúcuta deje de ser un peladero, y esto es promover cambios de conducta como estos:
- Elija bien a quienes gobiernan: usted sabe quienes son los ladrones ¿Por qué sigue votando por ellos?
- Respete los espacios públicos: si usted se queja de tanto vendedor ambulante ¿Por qué les sigue comprando? y peor aún ¿Por qué ensucia las calles con lo que queda de la basura que les compra?
- Entienda que Cúcuta no está mal porque "Maduro cerró la frontera": Estamos mal porque a ninguno en el gobierno nacional le ha importado nuestra situación, porque ninguno ha sido capaz de garantizar la infraestructura social (económica, empresarial, educativa y urbanística) que se requiere para dejar de ser el peladero que somos.
- Entienda que los gobernantes son SERVIRDORES PUBLICOS, que están para servirnos a nosotros: deje de aplaudir a quienes pavimenten una calle o nos construyen un colegio porque ESE ES SU DEBER, y no es un favor, es un derecho que debemos exigir.
- No compre contrabando ni productos piratas: ¿qué empresa prospera cuando usted prefiere más lo barato que lo justo?
- Exija un transporte PÚBLICO manejado (eficientemente) por el Municipio: basta de aceptar esos colectivos manejados por algunos irresponsables truhanes que atormentan los pasajeros con reggaeton o vallenatos como si se tratara de una verbena arrabalera. Exija un cambio real de un modelo de transporte de una ciudad que no esté impulsado por combustibles fósiles sino por energías alternativas y amigables con el medio ambiente. Exija un transporte digno de una ciudad y deje de conformarse con un transporte propio de un peladero.
- Exija a los medios locales de comunicación y sobre todo a las emisoras de Cúcuta que dejen de envenenar las mentes de los jóvenes con tanto programa chatarra en el que se oyen chistes obscenos porque "cucuteño que se respete es franco y grosero". No: un cucuteño que se respete es franco pero no procaz ni desmedido. Cada vez que oiga estos programas simplemente apague el radio. Los medios tienen la obligación de brindar un entretenimiento de calidad y sobre todo de promover el respeto y la cultura en una sociedad. No acepte la chabacanería como si fuera un sello de identidad porque eso no es "ser cucuteño".
- Exija el mejoramiento de los colegios y la universidad pública como motores de desarrollo social. Si usted es maestro (en cualquiera de los niveles) haga su trabajo con convicción y recuerde que su deber como cucuteño es procurar una formación ciudadana a sus educandos PORQUE ELLOS LO NECESITAN PARA EL RETO QUE LES DEVIENE. Si usted es estudiante, aproveche la oportunidad que tiene y el conocimiento que se le brinda para demostrar que podemos ser mejores. Si usted es padre o madre de familia, vigile que los gobiernos de turno están cumpliendo con el deber civil de administrar una educación de calidad. Si no lo están haciendo, apoye las iniciativas populares para defender este derecho.
- Cuide los recursos vitales que están en vía de extinción: promueva una cultura del uso razonable del agua y deje de creer que "pagar el recibo" le da el derecho a malgastar el agua; defienda las iniciativas de transporte ecológicos y el uso de transportes masivos (cuando por fin se implementen, hay que luchar por esto también) en el que se regulen los paraderos y se respeten tanto al conductor como al peatón; promueva la cultura del buen uso de la bicicleta (sobre todo en los recorridos cortos y distancias medianas); defienda el cuidado de los espacios sociales compartidos y si tiene mascotas sea cortés y recoja lo que éstas dejan como desecho.
- Defienda la recuperación del Pamplonita: hace más de treinta años que el Municipio de Pamplona nos bota su suciedad y excrementos y usted ahí si que se queda callado. Promueva una acción civil (o apoye estas mismas) en la que se denuncie la negligencia y el daño ambiental que la gente de esta ciudad y de los municipios vecinos han venido ejerciendo en contra de esta arteria hídrica de nuestra región.
Estos y muchas otras actitudes que usted como cucuteño sabe que debemos asumir son las que nos harán cambiar este "peladero" en una ciudad digna y próspera.
Entonces paisanos míos: dejemos de quejarnos porque nos dicen la verdad. Construyamos con nuestras acciones una ciudad de verdad, y entre todos pongamos de nuestra parte para transformar nuestro peladero.