La anterior expresión seguramente parecerá un poco exagerada para algunos, inclusive a mí mismo hace un par de días me parecía exagerada. Sin embargo, los recientes hechos me han llevado a cambiar de parecer. El pasado domingo 1 de octubre de 2017 fui víctima de la inseguridad rampante que se vive en la ciudad y de la cual son víctimas a diario cientos de ciudadanos. Basta con ver las noticias en los medios de comunicación locales y las publicaciones en las redes sociales de la ciudadanía para darse cuenta de lo común que puede ser un hurto o un asesinato.
Así las cosas, de acuerdo con los últimos resultados de la encuesta del programa Cúcuta como vamos, fui víctima de lo que según el 64% de los ciudadanos es el problema más grave en la ciudad, el hurto. Fue robada de afuera de mi casa en el barrio Niña Ceci la motocicleta de placas HVI79E marca Honda CB110 color azul, la cual utilizaba como medio transporte para dirigirme a mi trabajo o para movilizarme en mis diligencias personales.
Es aquí donde saltan las preguntas que me realizaron conocidos y familiares, inmediatamente comuniqué lo sucedido: ¿cómo fue?, ¿en qué momento?, ¿está bien? Pues brevemente diré que ocurrió al llegar a mi casa, alrededor de las 2:00 a.m., el domingo 1 de octubre, luego de estar cerca de la misma departiendo con algunos conocidos. Decidí dejar mi motocicleta fuera, pues me dio pereza realizar el proceso para guardarla, ya que hacerlo implicaba colocar una tabla para poder ingresarla a mi residencia. Además, la calle donde vivo es cerrada o tapón, como se conocen las que solo tienen una entrada y salida, por lo que consideraba que no era tan insegura. Igualmente, no era la primera vez que se dejaba una motocicleta afuera, inclusive se dejan vehículos y otras motocicletas, yo mismo en un par de ocasiones la había dejado afuera.
Así las cosas, al otro día, mi madre al levantarse se percata de que la motocicleta no está y procede a llamarme para notificarme. Luego, habiendo realizado los procedimientos de rutina, informar a la policía del cuadrante, instaurar la respectiva denuncia en la Sijin, y dar aviso a conocidos y vecinos del sector para indagar sobre información que pudieran tener sobre la misma, comienzo el proceso de analizar lo sucedido y como es natural a buscar responsabilidades.
En mi caso, lo primero que hago es culparme al decirme a mí mismo: “Mucho bruto. ¿Cómo fue a dejarla afuera? Por perezoso... si la hubiera entrado”. Lo segundo, es culpar a quienes la hurtaron “Muchos mlp… ojalá supiera quiénes fueron”. Lo tercero, culpar a las autoridades policiales de la ciudad: “Si la Policía realmente hiciera bien su trabajo no se la hubieran robado”. Es más, aún considero que apenas di aviso de lo sucedido, la Policía no procedió como se esperaría para intentar recuperarla. Qué sé yo, un montón de operativos en la zona como los que a diario realizan en varios lados de la ciudad para instaurar partes o comparendos a motociclistas o conductores de vehículos.
Y lo último, culpar a autoridades civiles, pues considero que la ciudad está sumida en la más profunda crisis económica, social y humana. Para nadie es un secreto que las condiciones de miles de ciudadanos no son las mejores: la ciudad es número 1 en desempleo y en informalidad, situación que conlleva seguramente, a que muchas personas no vean otra salida para intentar sobrevivir que cometer delitos con tal de asegurar su supervivencia en esta selva de cemento.
Así las cosas para intentar canalizar la rabia y la impotencia que me produce lo sucedido, me atreví a escribir esta reflexión con el ánimo de poder llamar la atención frente a un problema que sin duda es de todos, pero que recae en la responsabilidad de quienes hoy dirigen la ciudad y la región.
Es aquí dondeme pregunto: ¿serán que se están adelantando las políticas públicas adecuadas para enfrentar esta y otras situaciones que hoy vive nuestra ciudad? Pues creo que no. Considero que el problema de la inseguridad no es un tema solo de colocar más policías, más CAI, más cámaras, más motos o más vehículos para la policía. Por cierto, en materia del presupuesto de la ciudad las cifras de inversión en estas cosas son bastante altas. Tampoco creo que sea un tema de mayor represión o persecución a los “delincuentes” o un asunto como algunos publican en las redes sociales de “hace falta una limpieza, mal llamada social”.
Considero que se necesita atacar este problema de raíz y para ello se requiere quitar las bases que lo alimentan y hace que crezca cada día. Por eso es necesario es atacar la falta de: empleo estable y bien remunerado; oportunidades de formación; espacios y programas sociales como escuelas culturales, deportivas gratuitas en diferentes deportes y artes; escenarios deportivos y culturales en óptimas condiciones; centros de salud con personal calificado tanto profesionalmente como humanamente; instituciones con profundo sentido humano, organizadas y con alto sentido de planificación e inversión social.
Solo un ejemplo de lo que me refiero, que tal si en vez de invertir grandes cantidades de dinero en puentes o vías que no son prioritarias, —como las que se construyen detrás de lo que era considerado el Centro Cenit, la cual conectará al Banco de la República con el barrio la Riviera—, se invirtiera en generar empleo a licenciados en educación física u otras profesiones con el fin de promover escuelas deportivas en los barrios, las cuales permitirían que la niñez y la juventud no sea vean avocadas a encontrar otras alternativas poco sanas para salir adelante o para pasar el tiempo. O qué tal si se contratara profesionales en el área de fisioterapia o afines que puedan acompañar programas con grupos de la tercera edad o jóvenes, lo cual permitiría que la ciudadanía pudiera sentir que para acceder a estos servicios no se requiere de grandes sumas de dinero o si se contrataran gestores culturales para promover escuelas de formación artísticas.
O qué tal si la alcaldía o la gobernación en vez de ignorar la solicitudes realizadas por la comunidad del barrio Niña Ceci para adecuar el polideportivo del barrio ubicado en la avenida 7 con calle 10, para así poner fin al tierrero que se levanta a diario y que hoy tiene a personas viviendo literalmente tragando tierra o con bombas de oxigeno o enfermedades respiratorias, decidiera invertir de una vez por todas en mejorar el escenario y así de una vez no solo mejorar la salud de la gente, sino ofrecer un espacio adecuado para que se pueda practicar deporte, evitando que los jóvenes caigan en las manos de la delincuencia.
Para terminar, qué tal si se adelantara una política de excepción en el pago de impuestos a las empresas y microempresas que dinamizan hoy la poca economía que mueve a la ciudad, y que esto se viera reflejado en el aumento y formalización de empleos, como una forma de ayudar a mejorar la economía de la ciudad.
Estas son solo algunas ideas para el debate, debate que espero pueda ser abierto en una ciudad que hoy carece de la más mínima planificación colectiva, y que cada vez sucumbe ante las malas decisiones administrativas y públicas en el desarrollo de la ciudad. Por ahora, solo resta esperar a que quienes se llevaron mi motocicleta puedan alivianar al menos por unos días sus necesidades esenciales de alimentación, vivienda y vestido, que no se lo terminen tomando todo en bebidas alcohólicas o consumiendo en drogas.