La democracia ha sido erosionada por la mercantilización de los comicios y contrapesos. Hablamos entonces de una situación de crisis, una alerta roja, ante lo cual se hace urgente una restauración,
Dejo una selección de cuatro amenazas generales que tiene al país en alerta roja.
Primero:
La representación debería ser aleatoria y rotativa, para que la mayoría de los ciudadanos tenga la oportunidad de ejercer esa dignidad en algún momento de sus vidas, aportando una perspectiva real a cada enmienda o iniciativa de implementación constitucional. También es necesario establecer el voto obligatorio y garantizar la participación de toda la población, evaluando cada acto legislativo, mediante Apps (aplicaciones descentralizadas).
Segundo:
Colombia enfrenta una distorsión electoral profunda. El camino de menor resistencia para acceder a una dignidad pública se ha reducido a hacer ruido en redes sociales. Una vez alcanzada la etiqueta de "influencer", la persona puede dar el salto hacia la rama legislativa, donde se enriquece con salarios tan galácticos como injustificados, que se suman a las extorsiones a las demás ramas del poder, y los beneficios extralegales que emite el clientelismo. Note que no distingo entre oficialismo y oposición, porque el oportunismo o el transfuguismo resuelven la aparente contradicción.
Tercero:
Los recientes comicios muestran que el caudillismo perdió capacidad para transferir votos. Los uribistas solo podrían ganar si se impone el dogma del "mal menor", y el miedo-odio también es la única fórmula que podría salvar al petrismo. Pero no hay alternativas atractivas y viables.
Cuarto:
Los outsiders, como Trump, fusionan mundos imaginarios con el de la "farsándula". Aunque su comportamiento pueda parecer errático, al menos demuestra emprendimiento. Esa temeridad, por cierto, impulsa a quienes eligen escapar del conservadurismo, apostando todo al libertarismo.
Algunos hechos y protagonistas que explican esta alerta roja
Nuestro país acumula demasiados fracasos electorales e institucionales. El Congreso está conformado por ociosos, incompetentes y corruptos, que estancan al país confundiendo legislación con control político, tienen poder para influir la elección de otros altos cargos del Estado, y pueden trepar al Ejecutivo.
Petro, Duque, Claudia López y ahora Galán son evidencia; no tenían experiencia relevante o gerencial, y tampoco realizaron un empalme satisfactorio. Entre todos dejaron a Bogotá sin agua. Galán improvisó un racionamiento y de manera inconsecuente e irresponsable ha reincidido en el error de suspenderlo.
Sin adecuada gestión de cambio-crisis, no introdujo incentivos, no realizó seguimiento y comunicación, y las metas de ahorro nunca se cumplieron. La alerta roja es inminente, en todos los frentes y, sin autoridad moral, Galán continúa haciendo lo mismo que sus predecesores: consentir a los infractores.
El Nuevo Liberalismo es Neoliberalismo, Galán heredó el gabinete del nefasto Duque y así como es tan inconveniente como probable que un congresista sea presidente, hay funcionarios que pasan de la DIAN a direccionar empresas tan ajenas como especializadas y estratégicas, como la gerente del Acueducto y el presidente de Energía de Bogotá.
Que entre el diablo y escoja.