Spencer Tunick estudió en la misma escuela militar de Donald Trump pero no votará por él. Al contrario, asqueado de la misoginia con la que hace política, con el desprecio con el que ha tratado a las cerca de 50 mujeres que se han quejado de sus gritos y sus insultos, prepara una singular protesta: un perfomance con más de 100 mujeres desnudas que quedarán inmortalizadas en una de sus emblemáticas fotos.
Será una de esas tardes históricas como la del 2012 cuando hizo que 1.700 personas desnudas, bañadas en pintura dorada y roja, se regaran por las calles de Munich para hacerle un honor a las notas del compositor Richard Wagner. Ese día era el Festival de Ópera en la ciudad alemana y Tunick quería tomar una fotografía de la gente sin ropa, despojada y arrejuntada porque siempre ha pensado que exponer la desnudez en un espacio público es una experiencia estética.
La primera foto que Tunick tomó en su vida la hizo con una cámara amarilla desechable que su papá le regaló cuando él iba al colegio militar, y por esos los primeros retratos que hizo fue a sus compañeros de colegio. Nunca dejó de hacerlo y así ha llegado a desnudar al pueblo elegido por dios en pleno mar muerto. También lo ha hecho con Australia, Alemania, España Venezuela y México. Y así ha manejado ya 17.000 cuerpos impúdicos en todo el mundo. El primer desnudo que fotografió fue en 1994 y ahora que está en Bogotá dice que la ciudad lo recibió con un amanecer en el que pudo imaginar cómo se van a ver de bien los 3.000 cuerpos que se acostarán este domingo en la Plaza de Bolívar. La luz de Bogotá, a veces, parece sacada de la región más transparente.
La vida loca del artista no define para nada la forma como este fotógrafo pasa los días en su granja que queda a 45 minutos de Nueva York, y que comparte con su esposa y su hija. De hecho pueden llegar a ser tan aburridas que se entretiene solo paseando por carretera con su esposa para buscar aguas termales en Estados Unidos y quedarse descansando.
Pero con el régimen militar que aprendió desde pequeño le gusta dirigir, pararse frente a miles de cuerpos desnudos y hacer una obra de arte. Por eso a las 2:30 de la mañana Tunick va a mandar a empelotar hombres y mujeres en frente del Congreso, del Palacio de Justicia y del Liévano porque aunque es modesto su arte es desobediente. Los colombianos que protagonizarán el performance tendrán como único pago una foto autografiada del maestro que pagará las ocho horas que estarán bajo la helada bogotana.
