Nos acercamos a la finalización del primer semestre del año, que de paso va a ser uno de los más tristemente recordados por todo lo acontecido, y la sensación de incertidumbre se enfrenta a la necesidad de producir y de volver a las dinámicas que hacen de la vida algo normal. Es que el colombiano de a pie, aparte de sufrir la dureza del confinamiento, debe pagar facturas, comer y cumplir con sus obligaciones, y las medidas de Duque no lo han favorecido para nada. Por eso no creo que pueda llevar el confinamiento más allá de junio y va a manifestarse si no se retoma la laboriosidad diaria, aunque sea con un protocolo de bioseguridad. Podrá entender que el gobierno quiere cuidarlo del coronavirus, pero los gastos son palpables y nadie va a responder por él sino tiene para comprar aunque sea en la tienda de la esquina.
Triste es la realidad que vive un pueblo como el nuestro: mientras unos se pueden dar el lujo de estar confinados sin problemas, otros saben que su obligación consiste en llevar el pan a sus hogares. Lo que se vive dista mucho de lo que pregona el señor presidente, que dice subsidiar a los más necesitados, pero las ayudas no llegan y se las roban otros. Ya se sospecha que su deseo de cuarentena, más que una medida sanitaria, no es más que una treta para que nos olvidemos de sus marranadas o para desviar las miradas de sus detractores. Mientras esté en el poder se lo va cuestionar, porque de verdad es incompetente y carente del don de mando que necesita un gobernante que tenga criterio.
Los empresarios se van a manifestar, y con mucha razón, teniendo presente el pago de nóminas que son cuantiosas y que no se podrán pagar si esto sigue así. Los bancos no les están prestando lo que necesitan, puesto que no entienden que sus compromisos no son cosa de un mes sino de meses, por lo tanto ellos se opondrán a un confinamiento que no tenga en cuenta la reactivación de nuestra pobre economía. También saben que si no trabajan no podrán engrosar sus cuentas bancarias, cancelar su declaración de renta sin que se les haga un hueco en sus fortunas, así que van a presionar para que las calles vuelvan a ser lo que eran antes: un río de ciudadanos luchando honradamente por su sustento.
Un mes más y esto se calienta. Duque debe saberlo, así que sospecho que en junio tumba sus decretos de cuarentena. Para nadie esto ha sido fácil y de no haber otro discurso se saldrá a la calle y se protestará. La reactivación de la vida laboral es una realidad inmediata, pero sin pasar por alto las medidas sanitarias, que a decir verdad todo colombiano hoy debe aceptar.