No han sido alentadores los primeros meses del 2019 en materia ambiental, ya que se han presentado cambios abruptos entre los que se encuentra la caída de nieve en Hawái, la migración de osos polares a islas rusas, las bajas temperaturas en Chicago (Estados Unidos) y el calor extremo en Australia que supera en ocasiones los 45 grados.
Asimismo, pareciera que hablar de este asunto no tuviera relevancia para algunos gobernantes y sectores de la sociedad que no dan muestra del compromiso con políticas ambientales o sensibilización hacia la ciudadanía que propicie un mejor manejo de los recursos naturales.
Entre tanto, es el 2030 la fecha límite de la humanidad para evitar una catástrofe global. El tiempo para actuar se nos está acabando, solo hay chance de hacer un último llamado para salvar a la Tierra de una inminente desgracia.
La situación empeora cada vez más: extinción total de los arrecifes de coral, diez millones de personas más expuestas a inundaciones, zonas cada vez menos aptas para el cultivo de cereales y sin mencionar el número de especies extinguidas a lo largo de los años.
El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC) publicó en el 2018 un informe especial que solicita “cambios rápidos, de gran alcance y sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad” para limitar el calentamiento global provocado por el hombre a 1,5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales.
El dictamen, preparado por 91 científicos de 44 países,es un documento de la ONU que manifiesta la evidencia científica del cambio climático y su impacto actual y proyectado en todos los ecosistemas de la tierra.
El reporte también habla de medidas que se pueden tomar a nivel individual que incluyen: comprar menos carne, leche, queso, mantequilla y más alimentos de temporada producidos localmente (además de desperdiciar menos comida) conducir automóviles eléctricos y caminar o usar la bicicleta, tomar trenes y buses para reemplazar los aviones, secar la ropa al sol en vez de utilizar secadoras, entre otras.
Por su parte, Colombia avanza en la regulación para la gestión ambiental buscando orientar las decisiones de entidades públicas y privadas, gracias a la ley 1931 del 2018 que tiene como objetivo impulsar el desarrollo de acciones de mitigación de gases efecto invernadero y de adaptación al cambio climático.
Exhorto entonces a cada individuo a tener el más férreo sentido de pertenencia por este, nuestro planeta, que estamos acabando y que cada día grita por su vida esperando un buen uso de sus recursos por parte de la humanidad.