Más allá de los detalles del caso sobre los bonos de agua, el debate de moción de censura al ministro Carrasquilla evidencia una realidad económica contemporánea: la frontera entre lo público y lo privado se ha desvanecido hasta el punto de que los intereses privados de los dueños del capital se visten y camuflan con el traje de lo público.
De dientes para afuera sus voceros y agentes económicos desconfían del Estado, vociferan que es pésimo administrador, derrochador de los dineros del erario y generador de un déficit crónico de las finanzas. De colmillos para adentro es una fuente inagotable de recursos para sus negocios particulares y es así como de la noche a la mañana los derechos de la gente se vuelven mercancías atrapadas en un mercado cautivo. Un ejemplo de ello es la salud, la educación y las pensiones.
Como perros salvajes en la pradera neoliberal saltaron sobre estas presas vulnerables y les hincaron sus garras en el cuello. Lo anterior se ve claramente en la intermediación grosera de las EPS y el pésimo “servicio” que prestan en general (aquí las personas ya no se mueren en las puertas de los hospitales, sino al lado del teléfono pidiendo una cita), el desmoronamiento de las universidades públicas y el contingente de viejos como el coronel en Macondo en espera de una pensión que nunca llegará. Estos son los pálidos colores de un cuadro de exclusiones y marginamiento de las mayorías sociales.
Carrasquilla no es más que un señorito de los tantos economistas al servicio del capital que un día trabajan en la oficina de Sarmiento Angulo, al día siguiente despachan desde el Ministerio y cuando las necesidades así lo exijan entran o salen por las puertas giratorias en una danza sin fin y con fines muy precisos. Información privilegiada que va y viene, medio punto de aumento en la tasa de interés, conocido con anticipación, puede generar unas ganancias multimillonarias. Así que para qué meter la mano en la caja como tanto raterito de medio pelo en el gobierno y las corporaciones públicas.
El expresidente uruguayo Mujica, con razón pero con cierta ingenuidad, decía que quien quiera hacer dinero mejor se dedique a los negocios y no a la política. Sin embargo, aquí en Colombia dirán que ese viejito está chuchumeco y que como no tiene hijos no sabe lo que es el emprendimiento. Por otro lado, el expresidente Darío Echandía decía que en política se puede meter la pata pero no la mano. Esa divisa sería suficiente para cierta forma de corrupción, la más visible, pero impotente para aquella bicéfala que utiliza una cabeza en la claridad de lo público y otra en la oscuridad de lo privado, siendo la misma cabeza perversa.
Que no nos echen cuentos. Respeto a los hombres que reconocen sus crímenes o errores por horrendos que sean, pero detesto a los que además de mentir (abundan ejemplos en Colombia) quieren que les reconozcamos su integridad, vocación de servicio y otras cuantas bagatelas. Al final siempre les quedamos debiendo. ¿Cuánto le debemos, doctor Carrasquilla?
Bonos de agua. m. (Colombianismo) Paquete chileno. Salivar. Ilusiones perdidas.
Puerta giratoria. f. Privilegio bipolar. Robo en movimiento.
Ambidextro. adj. Capaz de robar con igual habilidad un bolsillo derecho que uno izquierdo (según Ambrose Bierce).