Aunque en democracia es completamente normal la contradicción y el debate que, por amargo que sea construye una sociedad, en Boyacá ha venido ocurriendo una serie de ataques que más que configurar una oposición, configuran una clara urgencia por desacreditar al gobierno de Carlos Amaya, que claramente representa una nueva opción en el panorama político de la región, contraria a los grupos tradicionales y que han manejado el poder durante décadas en el departamento.
Primero que todo debemos decir que es sistemática, por cuanto la periodicidad con la que sucede es hasta predecible, y porque en su mayoría los ataques, que se dan principalmente en redes sociales, se nota son planificados y dan a entender que alguien está dedicado única y exclusivamente a ello. Pareciera que es su único trabajo.
Cómo se explica que haya cuentas falsas en Facebook y en Twitter que día y noche tratan de golpear a Amaya y que casi todas las semanas circulen memes, no para debatir o cuestionar políticas, sino para tratar de inculcar ideas completamente deformadas de la realidad de un gobierno y de un departamento.
Para poner un ejemplo claro, en meses pasados circuló una imagen calculada y muy bien hecha (no la hizo un aprendiz) en la cual utilizaban los logos y la composición de la Revista Semana afirmando que debido a la “poca gestión de Amaya ante el Vaticano, el papa Francisco no venía a Boyacá”.
Pusieron a rodar dicha imagen por redes sociales y Whatsapp induciendo a los boyacenses a pensar en tamaña tontería.
Están utilizando medios digitales de todo tipo, pero se están enfocando en algunos de los que nadie conoce sus directores o integrantes, para escribir artículos de “opinión” mentirosos, los cuales no firma nadie, y por supuesto por los que nadie responde. Hay otros que tienen firma, de los cuales hablaremos después, pero que muy seguramente también hacen parte de esta campaña de desprestigio.
Ante la situación, no es difícil pensar que estamos ante una estrategia articulada y manejada por un grupo que tiene un fin específico y que hace uso de varios puntos del Decálogo de la posverdad, dado a conocer por el exministro de Transportes chileno Claudio Hohmann.
Dice Hohmann que en la posverdad no es que la verdad sea falsificada, sino que pasa a un segundo plano, poniendo en juego creencias y emociones, y añade que la “evidencia no cuenta”. El ejemplo claro: Boyacá es un departamento extremadamente católico, ¿cómo atacamos al gobernante? Diciendo que no quiere que el Papa visite la región. La sola idea es completamente tonta, pero apela a los sentimientos y a las creencias de la gente.
En conclusión, todo esto nos lleva a dos cosas: primero, que esta es una campaña de desprestigio la cual es planificada. También nos preguntamos, como se lo están haciendo hoy en día muchos ciudadanos, ¿Está siendo financiada por algún grupo político y cuanto está costando? Y segundo, que la posverdad llegó de la mano de dicho grupo a Boyacá, con el único fin de atacar, no al gobernador actual por ser Carlos Amaya, sino por atacar a una nueva opción de hacer política, lo que obviamente molesta a los grupos políticos tradicionales.
Bienvenido el debate con argumentos y ojalá los boyacenses empiecen a conocer entre lo que es real y lo que no lo es y que en un futuro próximo sepamos quién de verdad está detrás de estos ataques coordinados, y que se descubra si están siendo pagos o no.