Malestar, indignación, rabia y desasosiego causa en las personas de bien la inicua persecución desatada contra Andrés Felipe Arias, culpable, según la venal justicia colombiana, pero no de lo que ellos dicen sino de haberle servido a Colombia con dedicación y esmero. Esta persecución fue montada hace un tiempo por ineptos y parcializados jueces y "altas" cortes (así con minúscula).
Causa rabia porque el Programa Agro Ingreso Seguro fue entregado para su manejo a un organismo internacional por el exministro Arias. Que algunos beneficiarios del programa hayan procedido de mala manera para satisfacer sus propias ambiciones no es culpa de Arias, quizás del organismo internacional.
Causa rabia porque el gobierno colombiano ha sostenido que el tratado de extradición entre EE.UU. y Colombia no existe. Pese a esta afirmación del mismo presidente Santos, su gobierno pidió la extradición de Arias, confinado hoy en una cárcel como el peor criminal. Esto no se justifica, más mientras secuestradores, terroristas, narcotraficantes, asesinos y bandidos de todos los pelambres se pavonean en el Congreso de la República.
Causa rabia porque en las “altas” cortes se le niega al exministro la doble instancia en el proceso, desconociendo claros preceptos constitucionales, legales e internacionales. Mientras tanto, un tal Santrich fue excarcelado para que ocupara su escaño en la Cámara de Representantes.
¿Cuánta infamia más soportaremos los colombianos? Digamos basta ya y busquemos o apoyemos los medios adecuados para volver trizas los acuerdos de paz. Reformemos de una vez por todas la venable justicia que impera y mangonea la nación. Digamos basta. Por encima del pueblo que elige y que ha dejado de ser el borrego que manejan los politicastros de todos los pelambres, no puede estar una justicia politizada que se inclina reverente, no ante la diosa de la justicia sino ante quienes ofrezcan prebendas, sea quien sea.
Para corroborar lo dicho basta recordar el Cartel de la Toga. ¡Qué infamia!