Los papás de Santos Borré se separaron cuando el niño tenía 5 años. Le tocó irse a vivir a Valledupar con su viejo. Barranquillero de corazón, amante del mar, el río y el viento, La tristeza se la quitó en las canchas. Jugaba día y noche sin descanso. Siempre rápido, siempre más pequeño que el resto, siempre ganador. La arenosa siempre estuvo en él. Apenas terminaba sus clases tomaba un bus y se iba a Barranquilla a que su mamá lo amara, lo abrazara, le arrancara la tristeza. Su abuela, Doña Tiburcia Amauri, quien falleció hace tres años, también lo consentía. De ellas aprendió a revertir su destino cada vez que la cuesta se hacía pesada.
Rafael Santos Borré fue vendido al Atlético de Madrid por 2 millones de dólares. Tenía 19 años y había sido la estrella del Deportivo Cali. En los primeros entrenamientos descolló. Luego fue decayendo hasta el punto que su técnico, el Cholo Simeone, lo cedió al Villareal. Nunca debutó oficialmente en el Atletico. Con Villareal tampoco le fue bien. En 30 partidos tan sólo marcó 4 goles. El Villareal no hizo opción de compra.
Llegó, como mercancía dañada, al River Plate. Fue duro, durísimo al principio. Las cosas no salían, el sol no llegaba. El 15 de septiembre del 2017 el River perdió 3-0 en Bolivia. Los periodistas argentinos lo señalaron como el principal culpable de la derrota. Le dieron 2 puntos y se burlaban abiertamente “Flojísimo de frente y de espaldas, no jugó ni definió”, “Todavía verde, no estuvo derecho. Tuvo un par de ocasiones claras en las que no definió bien”. Acá, los periodistas colombianos también aprovecharon para destrozarlo. Decían que era una mentira como Marlos Moreno, que nunca despegaría, que era humo. En Buenos Aires no se sentía cómodo. La exigente hinchada de River se lo hacía saber
Pero Santos Borré despertó con todo. Todo el 2018 fue de él. Hizo goles claves contra Independiente en cuartos de final y contra Gremio en Semifinales de la Copa Libertadores. De un momento a otro el Barranquillero era un ídolo de River como alguna vez lo fueron sus compatriotas Radamel Falcao García y Juan Pablo Ángel. Ahora en pleno mundial de clubes volvió a mostrar su talento: convirtió el doblete más rápido en la historia de la competición. En Argentina nadie duda de su potencia goleadora y el Atlético de Madrid espera recomprarlo. En el equipo del Cholo volverá convertido en una estrella internacional. Será, seguramente, tan grande como el Tigre Falcao.
