Cuando Salvatore Mancuso era un ganadero pesado en Córdoba y armó las Autodefensas

Cuando Salvatore Mancuso era un ganadero pesado en Córdoba y armó las Autodefensas

Formaba parte de los poderosos de la región que empezaron a armarse para defenderse de la guerrilla y por esto tiene información clave de los que apoyaron a las AUC

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julio 26, 2023
Cuando Salvatore Mancuso era un ganadero pesado en Córdoba y armó las Autodefensas

En enero de 1989, el reconocido ganadero paisa Carlos Villa Navarro (q.e.p.d.) presidente de la Federación Antioqueña de Ganaderos (Fadegán), convocó a una reunión extraordinaria. Cansado de soportar los abusos de la guerrilla del EPL y de las Farc en Córdoba, en donde la tierra se había depreciado en un 80 % y los ganaderos estaban acorralados por los secuestros y el abigeato, sin que el Estado diera ninguna protección, advirtió que había llegado la hora de actuar.

A la reunión asistieron ganaderos de Antioquia como Raúl Mora Navarro, Oney Aristizábal y otras 120 personas vinculadas a los negocios las ricas sabanas de Córdoba y Sucre. El auditorio de Fadegán se llenó. La idea era crear un bloque civil para ponerle coto a los abusos de los insurgentes y entre los asistentes estaba Salvatore Mancuso, cuya familia política, los Dereix tenían importantes predios como la tradicional hacienda La Campana.

Desde que era un estudiante del Colegio Juan XXIII y en sus descansos dominicales en el Club de Tiro de Montería tuvo contacto con los hijos de los propietarios de tierras en la región y negocios en Montería donde las quejas sobre la inseguridad y las amenazas crecían con el paso de los años. Los tiempos de tranquilidad y comodidad poco a poco iban quedando atrás. En ese entorno social, conoció a quien sería su esposa Martha Dereix y con quien tendría tres hijos. Mancuso escuchó sobre los crímenes que los guerrilleros cometían con las familias de sus amigos.

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Los secuestros empezaron a ser pan de cada día y el primero que impactó a la sociedad monteriana fue el del doctor Óscar Haddad en 1982 por parte de la guerrilla del EPL en la finca La Rusia en las afueras de la ciudad. Muy querido entre los vecinos, desde allí ejercía la medicina y atendía a los labriegos que se acercaban con sus dolencias en un momento en que pocos tenían acceso a los centros de salud. Pedían 30 millones de pesos por su liberación. La negociación con los secuestradores se realizó en el recién inaugurado Hotel Sinú de Montería.

Con este hecho se desató en la década de los ochenta una ola de secuestros:  Romano Bianchi, dueño del concesionario Yamaha, de donde el joven Salvatore Mancuso sacaba sus potentes motos para hacer sus espectáculos de motocross; los hermanos ganaderos William y Abraham Elías; César Navarro, el transportador más importante de la región, propietario de doscientos buses y papá de uno de los mejores amigos de Salvatore. Tenía 77 años cuando fue abordado en sus propios negocios por hombres armados. La violencia ya no era en las fincas, se había trasladado a las goteras de la ciudad.  

El EPL exigía 2.000 millones de pesos, cifra impensable en la época. Todas las noches llamaban a atormentar a la familia, a decirles que el viejo estaba muerto, que había sido asesinado; daban coordenadas equivocadas y familiares y amigos iban de un lado para otros buscando identificar el cadáver. Un día llamaron de verdad y pidieron 500 millones de pesos para canjearlo por uno de sus hijos. Cuando su esposa lo fue a abrazar, don César casi no podía moverse. Estaba entumido; había permanecido 29 días amarrado. La rabia ciudadana fue creciendo.

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Todo esto llegaba de oídas a Mancuso, quien estudiaba en la Universidad de Pittsburgh en esos momentos. Lo que más le dolió es que su papá tuvo que cerrar las puertas de la finca familiar Buenos Aires para siempre con todo y sus cientos de hectáreas después de que las Farc lo amenazaron con extorsionarlo.

La guerrilla no iba con juegos y atacaron con todo su poder las fincas más pudientes de Córdoba: Así lo hicieron con la Providencia de la familia Vega, la Costa de Oro de los Dereix, perteneciente a la familia de su esposa, Marta, la Curruyao de los Garcés y la Berlín de los Berrocal. El Hotel Berlín se acostumbró a ver entrar a gente pudiente cargando costales de plata para tranzar las extorsiones con los milicianos y quien no colaborara, debía atenerse a las consecuencias. A Arturo Vega, por respondón, por ejemplo, le mataron cien reses.

 Mientras otros amigos de Montería se quedaron en Estados Unidos, Mancuso decidió volver movido en parte por la vanidad. En su ciudad era un ídolo local. A sus 28 años, las mujeres lo seguían, impactaba con sus dos metros de estatura. Además, en su delirio de grandeza, Mancuso creía que podía salvar de los malos, como cualquier Batman local, a su sociedad.

La presencia de las guerrillas en Córdoba no había surgido al azar como los hongos después de la lluvia. El latifundismo, las prácticas feudales, los sueldos de hambre, la desigualdad eran pan de cada día. La movilización social fue grande. Había profesores críticos, beligerantes en la Universidad de Córdoba. Por eso, los políticos y finqueros, intentaron cerrarla en 1978 pero la protesta de cincuenta mil personas reunidas en la Plaza Central de Córdoba lo impidió. La venganza de los que no tenían fue generando una tensión que la guerrilla, con muchos de sus integrantes provenientes de Antioquia, convirtió en caldo de cultivo.

Los que lo tenían todo no se quedaron con los brazos cruzados. Empezaron a organizarse. Aparecieron grupos armados llamados Los Rurales, quienes de día eran hacendados y de noche se convertían en vigilantes. Empezaron a colaborar directamente con el Ejército. Fue entonces cuando apareció en escena Salvatore Mancuso, quien se acercaba diariamente a la Brigada. A partir de esa reunión con los ganaderos de Antioquia, Salvatore tuvo una patente de corso tácita para hacer lo que fuera con tal de impedir la ofensiva guerrillera.

En Córdoba sentían que la Brigada XI del Ejército los había traicionado y recibieron con cierto respiro la llegada de Cesar Gaviria y su ministro de Defensa, Rafael Pardo, quienes aumentaron la presencia del Ejército que pasó de tener 2.000 efectivos el 7 de agosto de 1990 a 22 mil en 1994. Pero esto no bastó. Los finqueros siguieron considerando la necesidad de armarse y encontraron eco en un recién llegado a la región: el antioqueño Fidel Castaño quien había adquirido la tradicional hacienda Las Tangas.  Carlos, su hermano menor, el más temerario los Castaño, que sufrieron el asesinato de su papá por parte de las Farc, un finquero del pueblo de Jesús Alberto Castaño.

Son muchas las especulaciones alrededor de la presencia de Fidel Castaño en Córdoba, de donde desaparece en 1994.

La formación inicial de las Autodefensas fue alrededor de las llamadas Convivir que estaban amparadas por una Ley que en 1994 firmó el presidente Cesar Gaviria antes de dejar el Gobierno.

Nacen las Convivir y Mancuso empieza el camino de las armas

Alrededor de los Castaño se empiezan a organizar la Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá. Se presentaron como milicias de campesinos y finqueros dispuestos a defenderse de la guerrilla. Salvatore Mancuso, con todos sus contactos entre la élite de la región, es uno de los primeros en decir: presente. Amparado en la Ley, Mancuso fundó la Convivir Horizonte Limitada en donde, sin sonrojarse, distinguidos ganaderos de la región pusieron plata y hombres para mantenerlas.

En la Notaría 1 de Montería aparece que el 16 de noviembre de 1995 esta Convivir es fundada, además de Mancuso, por los ganaderos cordobeses Luis Guillermo Torres Conde y Pablo Enrique Triana Pernett. Ya en el gobierno de Ernesto Samper con Herman Arias como el Superintendente de Vigilancia y Seguridad Privada, obtuvo la licencia de funcionamiento para que Horizonte Limitada operara impunemente en Córdoba.

El puente que había tenido Mancuso con las clases más adineradas de Córdoba era el Mayor del Ejército Walter Fratini Lobaccio, su amigo íntimo, quien reunía la plata para que los ganaderos hicieran las colectas, pagar hombres, entrenarlos, comprar armas y prepararse para la guerra contra la izquierda.

Fratini fue asesinado y torturado por el EPL en 1991 y esta fue una de las banderas que tuvo como excusa Mancuso para volverse un sanguinario vengador. El 3 de septiembre de 1993, según El Espectador, salvó a un ganadero de ser secuestrado por las Farc, mató a los tres guerrilleros y se los entregó al Ejército para que fueran reportados como bajas en combate.

La Convivir Horizonte es la puerta de entrada de Mancuso al mundo de las armas y la violencia. Posteriormente, asumió la dirección del Bloque Norte, el Córdoba, el Montes de María y el Catatumbo, regiones que fueron bañadas por una catarata de sangre producto de masacres terroríficas como la del Salado en Montes de María o La Gabarra en Catatumbo que ocurrirían bordeando el siglo XXI.

Mancuso es el hombre que sabe demasiado. Desde Estados Unidos busca, a través de sus abogados, la movida que le permita regresar a su Calabria natal. Además, está dispuesto a hablar. Una parte del poder y el Ejército, sabe que, lo peor que podría hacer Mancuso, es que empezara a recordar y a contar sus recuerdos.

*Basado en el libro Salvatore Mancuso, Su vida, escrito por Glenda Martínez y publicado por Editorial Norma, 2004

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