El Centro Mundial de Avivamiento en Bogotá estaba lleno como cada miércoles en la noche, con 15 mil personas saltándose al unísono teniendo contacto con entidades celestiales en ese junio del 2011. Sobre la tarima los pastores Ricardo y María Patricia Rodríguez – quienes recibieron la Cruz de Oro de la Orden de la Democracia Simón Bolívar del Congreso- vertían en la cabeza del recién nombrado ministro de defensa Rodrigo Rivera, un aceite que lo convertía en Ungido por Dios. En la antigüedad la unción era un rito que simbolizaba el origen divino de un monarca. El Cristianismo Medieval, basándose en el Antiguo Testamento, ungió al primer gobernante católico, Clodoveo, rey de los Francos, en el 488. Rivera se convertía en el segundo político Latinoamericano, después del breve dictador guatemalteco Efraín Ríos Montt, en ser honrado con ese mesiánico título.
Rivera buscaba la fuerza que necesitaba para ejercer su cartera en la palabra de los pastores Rodriguez. Desde el 2005, cuando reunieron a 10 mil pastores de los cinco continentes en Bogotá, demostraron que son unos de los líderes cristianos más influyentes del país. Ese año Rivera empezó a acercarse a la iglesia de la carrera 68 con 13 poco después de que nacieran sus hijas gemelas Sara y Manuela que tuvo con su esposa, la economista Claudia Carrasquilla, y que fueron ahijadas de bautizo de César Gaviria, su mentor político en Risaralda a mediados de los años ochenta.
El 2005 había sido un gran año para él acaso por el influjo que le daban los pastores Rodríguez. Su propuesta de penalizar con cárcel el consumo mínimo de drogas había pasado en el congreso con la ayuda del entonces presidente Álvaro Uribe y ahora, al haberse declarado un amante de Cristo, contaría con el apoyo de los cristianos en lo que le sobrevendría en su meteórica carrera política: a los 20 años concejal de Pereira, a los 26 Representante a la Cámara y a los 32 presidente de la misma. En ese cargo se enfrentó a uno de sus retos más álgidos: votar contra la absolución de Ernesto Samper arrinconado por el escándalo del Proceso 8000. En noviembre de 1999, cuando el mismo liberalismo, su partido, apoyaba el Proceso de paz del Caguán, expresó sus dudas sobre la zona de distención en el Congreso. Siempre fue un político duro y, en ese 2005, y ya con todo el apoyo de los cristianos, estuvo en la consulta liberal para elegir el candidato que le disputaría la presidencia a Alvaro Uribe Vélez. Los 563 mil votos –una cifra nada despreciable – no le alcanzaron para derrotar a Rafael Pardo y a Horacio Serpa quien a la postre perdería en primera vuelta con Uribe, quien entonces era el Presidente más popular en la historia de Colombia.
Esa noche de junio del 2011 Rivera les juró a los que asistían al Centro Mundial de Avivamiento que “Dios será el jefe máximo en este gobierno y quien vaya delante de las fuerzas armadas colombianas”. Los pastores cerraron con fuerza los ojos y le pidieron a Dios que acompañaran a Rivera en su servicio “En el gobierno nacional como el primer ministro cristiano en la historia de la política en Colombia”. Desde entonces Rivera no escondió su credo religioso. Su lema, “Cristianos con Rodrigo Rivera” buscaba convocar al pueblo cristiano del país en torno a lo que él denominaba “Una visión de Reino”. Decía sin ocultar su entusiasmo que “Colombia es de Cristo y para Cristo, un país donde la presencia del Espíritu Santo se ha complacido para permanecer y esto afecta todos los campos incluyendo el gobierno”.
Su paso como ministro fue breve. Duró poco más de un año. Desde el 1 de diciembre del 2011 asumió como Embajador de Colombia en Bruselas ante la Comunidad Económica Europea. En ese cargo lideró la consolidación del acuerdo comercial con Europa y gestionó la Misión Económica belga a Colombia, liderada por la misma Princesa Astrid de Bélgica, en donde participaron cerca de 300 académicos, empresarios y altos funcionarios.
Casi seis años después regresa al país, a reemplazar a Sergio Jaramillo como Alto Comisionado para la paz. Su reto será convencer a un congreso cada vez más reacio a aprobar las leyes que permitirán la implementación de los puntos acordados en el Proceso de Paz con Las Farc. No la tendrá nada fácil aunque sabe que al haber sido Ungido por Dios esa noche de Junio del 2011 tiene a los cristianos más influyentes en su bolsillo.