Con la decisión de la Corte Suprema de Justicia de dictar medida de aseguramiento al senador y expresidente Álvaro Uribe debido a la investigación que se adelanta en su contra por los delitos de fraude procesal y compra de testigos se ha evidenciado (principalmente en las redes sociales) el más recalcitrante fanatismo uribista.
Es casi de no creer cómo desde argumentos clasistas y todo tipo de descalificativos y absurdos este sector político, que se autodenomina como la gente de bien, busca de manera desesperada desprestigiar a la CSJ y a cualquiera que cuestione el mandato del líder supremo de la mano dura y corazón grande. Para nadie es un secreto que uno de los mayores esfuerzos del uribismo ha estado enfocado en rescatar a conveniencia su verdad de la historia; una verdad que jamás podría reconocer las atrocidades que se cometieron bajo la seguridad democrática.
Ellos borran del legado del "gran colombiano" los montajes a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia que se hicieron desde el DAS; las chuzadas que se realizaron desde este organismo a periodistas, magistrados y políticos de oposición, como el caso de Gustavo Petro, quien acaba de ganar demanda contra el Estado; todo el asunto de la parapolítica, entre muchas otras cosas. Ademas, ellos dicen no creer que la cantidad de desplazados que hubo durante su gobierno pusieron a Colombia por encima de países en guerra civil como Siria o que los cerca de diez mil jóvenes que fueron asesinados para hacerlos aparecer como guerrilleros muertos en combate y así poder engrosar los éxitos de la política de seguridad democrática con cifras falsas fueron un simple error.
Es por esto que si la gente de bien promueve esta campaña digital del uribismo, porque como quedó evidenciado solo se ven en las redes y no en las calles, hoy más que nunca debemos rodear nuestras instituciones y respaldar el debido proceso que lleva la corte. Este hoy nos permite celebrar el precedente de que no hay intocables en Colombia, que de alguna manera hay una mancha que no se le podrá quitar al "gran colombiano" y que no será la versión uribista la que trascienda en la historia para futuras generaciones. Es claro que ese ha sido el principal motivo por el cual el uribismo ha buscado desde el principio todos los medios para sabotear el proceso de paz, uno que exigía que todas las partes involucradas contaran la verdad, pero que la gente de bien se niega aceptar.