El 1 de marzo del 2008 en la población de Santa Rosa de Yanamaru, en Sucumbíos, Ecuador, a 2 kilómetros de la frontera con Colombia, un bombardeo de la Fuerza Aérea Colombiana mató al comandante de las FARC Raúl Reyes y a 22 de sus hombres. Entre los hierros retorcidos que dejó el ataque estaba el computador del hombre fuerte del Bloque Sur de la guerrilla más vieja del continente que había resultado sin daños mayores.
En los años que van del 2004 al 2008 pocas figuras de la vida pública tuvieron tanta incidencia como Piedad Córdoba. En las elecciones de 2006 fue elegida senadora con más de 100 mil votos, en dos años estuvo en el sonajero de las figuras que podrían ganar un Nobel de Paz y entre mayo y noviembre de 2007 fue una de las personas en que Álvaro Uribe confió para acercarse a la guerrilla y lograr la liberación de los cientos de colombianos que estaban secuestrados por las Farc.
La primera mención de Piedad Córdoba a la legitimidad de la lucha revolucionaria contra algún gobierno en alguno de sus discursos fue en la Universidad Nacional en el 2007. Ese año dijo ante un auditorio enfebrecido: "Ese derecho a la rebelión ensalza el derecho a la vida, y ensalza el derecho a la libertad. Yo tengo derecho a rebelarme contra una instituciones mafiosas que concentran el poder y que quitan la esperanza (…) me tengo que revelar contra el discurso del establecimiento". Además hizo referencia a Manuel Marulanda a quien trató como un verdadero héroe que tuvo la gallardía de plantársele al Estado durante más de cinco décadas.
En el 2010 la Procuraduría de Alejandro Ordóñez se internó en el computador de Raúl Reyes y encontró pruebas concluyentes para quitarle la investidura a la senadora, una sanción que duraría 18 años por la supuesta ayuda que le prestaba a las Farc. Sin embargo, estas pruebas fueron polémicas ya que, tal y como lo denunció Carlos Cortés en su momento en La Silla Vacía, los computadores no tuvieron la vigilancia debida de la Fiscalía, además de que varios de los correos electrónicos fueron pasados a Word y desde ahí analizados.
Ordóñez presentó una acusación de más de ciento cuarenta páginas que basó principalmente en los mensajes encontrados en el computador del segundo hombre de las Farc. Por ejemplo, el 14 de septiembre de 2007, Reyes le escribió al secretariado: "Piedad (...) está feliz y considera llegado el momento de estrechar sus relaciones con las FARC con miras a apoyar un nuevo gobierno, donde La Negra contaría con la ayuda de Chávez y las FARC sería la parte principal. La Negra se reclama socialista, bolivariana, chavista y amiga de las FARC. Odia a Petro, Navarro y los dos Garzón por inconsecuentes (…)”.
La Procuraduría le encontró al menos cuatro nombres con el que la guerrilla llamaba a la congresista: la Negra, la Negrita, Teodora y Teodora Bolívar. En los correos a los que se tuvo acceso en la Procuraduría aparecía una acuciosa Piedad Córdoba preocupada por la manera como las FARC presentaba las pruebas de supervivencia de sus secuestrados por eso recomendaba no mandar sino grabaciones de voz para evitar mostrar las imágenes de las cadenas y las inhumanas condiciones en las que estaban los secuestrados en esas jaulas: "Es muy importante que pienses en no enviar videos, sino grabaciones de voz de los retenidos", habría escrito a las FARC sobre las pruebas de supervivencia de los secuestrados. De hecho, supuestamente Córdoba le escribió a Reyes que “Ingrid está flaca pero siempre fue flaca y no se va a morir de eso”.
Con Reyes, la entonces senadora también habría hablado de la importancia de catapultar a Chávez en la reforma constitucional del 2 de diciembre del 2007 con la que el presidente venezolano se hizo amo y señor de Venezuela. Era de público conocimiento la devoción que sentía la congresista colombiana por el líder máximo de la Revolución Bolivariana. Incluso Córdoba en el 2010 habría ganado una fortuna ayudándole a empresarios colombianos como Alex Saab, quienes les dieron comisión, por ayudarle a recuperar la fortuna que en CADIVI les debía Chávez, quien decidió tomar represalias contra los empresarios después de que Uribe bombardeara el campamento de Reyes en Ecuador.
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Pero la colaboración de Piedad Córdoba a las FARC no acabaría allí ya que, según la versión entregada por la Procuraduría de Ordóñez, Córdoba habría asesorado a Simón Trinidad, preso en una cárcel de Estados Unidos y a otros miembros de las FARC detenidos para obtener su liberación. Piedad Córdoba estuvo presente en algunas audiencias contra Trinidad y como lo registra el periodista Jorge Enrique Botero en su libro El hombre de hierro, fue un gran apoyo emocional para Trinidad, a quien le llevaba algunos libros.
Pero el computador de Raúl Reyes dejó de ser una prueba judicial por la manipulación que se le dio. Se rompió la cadena de custodia y la Corte Suprema de Justicia exigió que las pruebas no podían ser utilizadas en procesos judiciales. La INTERPOL había avalado la veracidad de los correos, pero esto se dio apenas unos pocos días después del bombardeo al campamento de Reyes, después no se supo qué pasó con esa información.
Después de una batalla jurídica de seis años, en agosto del 2016 el Consejo de Estado ordenó levantar la sanción de 18 años y además darle una indemnización por 1.214 millones de pesos ya que encontró suficientes vicios en la investigación de la Procuraduría de Ordóñez. Sin embargo, cinco años después, el fantasma de Raúl Reyes vuelve a atenazar a Piedad Córdoba.
Andrés Vásquez, exasesor de Córdoba, en declaración libre a la Fiscalía, afirmó que la exsenadora intentó retrasar lo más que pudo la liberación de Ingrid Betancourt, quien estuvo en poder de las Farc entre los años 2002 y 2008. Según Vásquez, Córdoba estaba buscando que interviniera el gobierno de Sarkozy para que presionara a Uribe y así obtener un intercambio humanitario y no una operación militar, como finalmente sucedió cuando Betancourt recobró su libertad.
Su cercanía con las Farc ha quedado en evidencia más de una vez, sin que esto hasta el momento haya sido un delito, sin embargo, ahora que está nuevamente metida de lleno en la política electoral, le puede volver a pasar factura. El fantasma de Raúl Reyes vuelve a estar presente, y aunque el computador ya no es válido, cada vez son más los que confirman que Piedad Córdoba también se llamó Teodora. La hoguera contra Piedad vuelve a estar encendida.