El cinco de noviembre del 2015 escribí un artículo que vaticinaba la horrorosa gestión que como alcalde está haciendo el “doctor” Enrique Peñalosa en Bogotá.
En su momento recibió duras críticas de parte de muchos detractores de Petro que, cegados por los medios tradicionales e informes de “periodistas” completamente imparciales, veían en Peñalosa ese mesías que los salvaría de ese caos, desorden, inseguridad y desgobierno en los que, según ellos, Petro dejaba sumida a Bogotá. Hoy me sorprendo al notar el silencio casi sepulcral de esos defensores del actual alcalde, pues en menos de cinco meses, se han dado cuenta que ese mesías que tanto aludaban y hasta prácticamente alababan, no es más que un avivato que ha obtenido ganancias increíbles gracias a un título falso que ha ostentado poseer por casi 30 años.
Cómo no entender entonces por qué el alcalde ha dado continuidad a proyectos como el Transmilenio, pues este solo favorece a Volvo y a los inversionistas privados. ¿Es justo para la ciudad me pregunto yo, como muchos otros, que por cada 100 pesos que produce Transmilenio, 90 pesos sean para sus dueños, 5 pesos para los recaudadores y solo 5 pesos - sí, leyó bien- tan solo 5 pesos sean para la ciudad?
Cualquier persona, sin necesidad de tener grandes títulos académicos opinaría lo mismo: ese es peor negocio que alguien podría hacer. Pero para el “doctor Peñalosa es tan fabuloso que, en lugar de darle continuidad al proyecto del metro -mejor para la ciudad en todo sentido, según la opinión de doctores y expertos de verdad- está obsesionado en meterlo en todos los rincones de Bogotá, e incluso lo quiere llevar a las comunidades aledañas.
Menos mal, comenzando por el gobernador de Cundinamarca, poco cuento le han comido, pues las “bondades” del Transmi, que el “doctor” tanto pregona, son evidentes y palpables todos los días en Bogotá.
Podría gastarme no sé cuántas páginas escribiendo, acerca de los otros temas a los que hice referencia en mi artículo del 5 de noviembre: Los estudios del metro, el POT, La reserva Van Der Hanmen, Los hospitales públicos, los territorios saludables, los jardines Acunar, la ETB. Pero el tiempo, ese juez realmente imparcial, se ha encargado una vez más de dar su veredicto certero. Miren lo que se ha convertido Bogotá hoy en día. Por más que los medios tradicionales, aquellos que maximizaban y ridiculizaban cualquier propuesta que venía de Petro en beneficio del ambiente o los pobres, traten de tapar todas las salidas en falso, estas sí, ineptas del actual alcalde, no lo han podido hacer.
Por fortuna para todos, las redes sociales se han convertido en una suerte de informativo popular. Esta ha sido la herramienta para sacar a flote todas estas barbaridades que se están haciendo desde la alcaldía y que seguramente en otra época nunca hubieran sido conocidas por la gente del común. Ni Ardila Lule, ni Sarmiento Angulo, con todos sus millones, pueden manipular la información en este medio. Y es por esta vía, que muchos se dan cuenta de lo que realmente pasa en el país. Para la muestra lo que paso con el falso doctorado de Peñalosa y los estudios de doctorados adelantados por Petro. Si no fuera por el trabajo de periodistas serios e independientes como Carlos Carrillo, los medios todavía estarían tratando de enlodar a Petro.
Pero el tema de este artículo no es ese. Ya lo que pasó, pasó. Si con todo lo que ha sucedido estos meses todavía hay osados que le crean a Peñalosa, pues allá ellos. Yo no quiero una Bogotá mejor para unos pocos. Yo quiero una Bogotá y una Colombia humana, donde el medio ambiente, la salud y el bienestar de todos sea la prioridad. Es por ello que cuando Petro sea presidente podemos tener la certeza que:
El ministerio del medio ambiente no será más un ente para pagar favores a los amigotes del presidente, regalando puestos a un poco de lagartos y delfines incompetentes que pasan por encima de las aspiraciones y derechos de quienes se esfuerzan por hacer carrera y nunca tienen la oportunidad de demostrar que pueden hacer gestiones realmente buenas a favor del ambiente.
El cuidado ambiental será prioritario y se reforzarán las leyes que castiguen a quienes atenten contra la naturaleza. Desde el lavadero de motos improvisado en los pueblos más remoto del país, hasta la multinacional minera más grande del mundo, deben respetar y proteger el agua pues es un bien de la humanidad. El agua es de todos, suya y mía, de sus hijos y sus nietos. No es posible que se desperdicie y se contamine como se viene haciendo en la actualidad, solo para el beneficio económico de unos pocos. Los mismo debe ocurrir con quienes trafican con madera, animales exóticos, contaminan con maquinaria, minas ilegales, etc.
La educación básica y media será de carácter obligatorio a nivel nacional. El presupuesto para la educación será manejado por un ente especial que controlará como se invierten estos rubros. Los padres que no envíen a sus hijos al colegio serán sancionados disciplinaria y/o penalmente.
La educación técnica y profesional en Colombia será también gratuita para todos. Las universidades privadas deberán cumplir con cuotas de formación a personas de bajos recursos ofreciendo becas a estudiantes sobresalientes de comunidades pobres y descentralizando sus sedes llevando la educación al estudiante dónde se necesite. Un porcentaje alto de deserción escolar universitaria se da a razón de los altos costos de manutención que le significa a una familia pobre mantener a un estudiante lejos de sus casas.
Los colegios privados que más cobren por concepto de matrículas deberán por ley abrir sedes en zonas pobres de las ciudades y ofrecer educación de excelente calidad a los estudiantes que demuestren interés, buen desempeño y buen comportamiento. Ya es hora que las ganancias multimillonarias que dejan los colegios caros en todas las ciudades a unas pocas familias o corporaciones, se re invierta en nuestro país, pues mucho de ese capital ni siquiera se queda en Colombia.
Se abrirán colegios militares en todo el país para que aquellos estudiantes que no aprendan a comportarse civilizadamente en un colegio público, lo hagan en un colegio militar.
El senado se reducirá a la mitad, el sueldo de los senadores se pagará por sesión asistida y habrá algunos incentivos si proponen proyectos que realmente beneficien a sus comunidades y al país. Se eliminará todo tipo de auxilios, primas, gabelas, etc. Los servidores públicos deben llegar al senado por vocación y no como aves de rapiña a robarse el erario público. Se eliminará todo tipo de trámite que tenga que ver con el manejo de dineros por parte de los senadores. Los presupuestos para el desarrollo de proyectos los manejará un ente distinto que no tendrá nada que ver con políticos ni burocracia.
La salud será prioritaria. Se derogará la ley 100 de Uribe y con ello, la salud dejará de ser un negocio de ganancias multimillonarias para unos pocos, y de trato indigno y mortal para la gran mayoría y pasará a ser un derecho prioritario de todos.
Los impuestos se distribuirán de acuerdo al tamaño de las ganancias de las empresas y las personas. No puede ser posible que cada año, personajes como el señor Ardila Lule, o Sarmiento Angulo, sumen cientos de millones de dólares a sus cuentas y que el estado no les descuente ni el 1% en impuestos, y en cambio, una persona con un mínimo, tenga que gastar casi el 35% de lo que gana en impuestos. Debería ser 1% para los que ganan el mínimo e ir subiendo hasta llegar el 35% para los que facturan en millones de dólares.
Es inconcebible que los dueños de Pacific Rubiales, venezolanos todos ellos, se hayan hecho multimillonarios a costa del petróleo de Colombia, de todos nosotros, y que des estas ganancias no lo haya quedado casi nada al país gracias a la confianza inversionista ideada en el gobierno del “gran colombiano. Ni ellos, ni sus ganancias, ni siquiera sus empresas estaban en Colombia.
Se hará una distribución equitativa de la tierra, permitiendo a la justicia actuar con el apoyo de las fuerzas armadas en pro de los despojados y no de los despojadores como sucede actualmente.
Nada de esto será posible sin una ley anticorrupción seria, que castigue con penas de no menos de 40 años a cualquier servidor público corrupto. Las penas deberán ser el doble para jueces, abogados o cualquier miembro de la rama judicial que se vea envuelto en corrupción. Si esto fuera así, lo pensarían muy bien antes de robarse lo que puedan para pasar 5 o 6 años en la cárcel y salir a darse la gran vida con el dinero de todos nosotros.
Las cárceles serán administradas por un ente al mando del ejército y la policía, donde los presos vivan dignamente y se resocialicen. Además, aquellos presos que se comprueben que poseen medios y bienes para pagar manutención mensual, lo deben hacer. El dinero que se ahorra con esto se puede invertir en salud y educación.
El voto será obligatorio y electrónico. Se sancionará a aquellas personas que por causas no justificadas no salgan a votar. Con ellos nos quitamos a los ñoños de encima pues si tienen plata para comprar 50.000 votos en la costa, no les va a alcanzar para compra los 20 millones del resto de votos en todo el país. También se ahorraría mucho dinero en papel, mesas, etc., que además de contribuir a la tala de árboles, casi siempre quedan sin utilizar.
A Grosso modo podremos a llegar a tener un país realmente humano. Pero para ello, necesitamos elegir no solo a Petro, sino a un congreso que se no se venda y permita hacer todas aquellas reformas que unos pocos han tratado infructuosamente de hacer dando hasta sus vidas.
En dos años tendremos esta gran oportunidad. No la desperdiciemos.
@JesusMaríaValle
