El alcalde de Bogotá Enrique Peñalosa –en las más recientes entrevistas radiales, respondiendo a los cuestionamientos que le han formulado contra sus títulos académicos obtenidos fuera del país– reveló un dato desconocido de su biografía: que fue destacado futbolista. No es que haya alzado alguna gran copa continental o que haya defendido la camiseta de un equipo seguido por una gran hinchada, no, nada de eso, pero sí saboreo la gloria futbolística a nivel estatal en Estados Unidos.
Enrique Peñalosa Londoño era un joven espigado de 18 años cuando hizo maletas para marcharse de Colombia en 1973. Había estudiado el bachillerato en el Gimnasio Campestre, al norte de Bogotá, y luego, buscando un ambiente más abierto, se pasó al colegio Refous. En ambas instituciones jugó fútbol con sus compañeros pero a nivel regular, en calles y potreros como cualquier otro muchacho, ni siquiera hizo parte de los equipos de esos colegios. Su gran alternativa llegaría después, cuando se mudó con su familia a Estados Unidos y logró ser admitido en la Universidad de Duke, con sede en el poblado de Durham, Carolina del Norte.
Tan pronto aterrizó en el campus buscó las ligas deportivas y se encontró con que el claustro tenía club de fútbol, algo nada común en ese país. Su considerable estatura –de casi dos metros– le ayudó inicialmente, pero pronto el técnico observó que el joven Peñalosa tenía algo muy escaso en aquellas tierras donde el balompié era ciertamente algo exótico: jugaba con soltura, como quien ha aprendido una destreza de forma natural. Rápidamente le pusieron la camiseta de la Universidad Duke, lo formaron como defensa central y le ofrecieron una jugosa beca con la que podría estudiar y vivir allí sin apuros, más bien con cierta holgura. Y Peñalosa aprovechó al máximo la oportunidad, su buen rendimiento académico como estudiante de Economía e Historia y la firmeza que le imprimió a la última línea de la sección de fútbol de la universidad, le permitieron cursar toda la carrera becado.
Con la camiseta de Duke University Peñalosa se hizo protagonista de los llamados ‘Duke Blue Devils’ –Diablos Azules de Duke–, recorrió buena parte de los estadios de la costa este del país y cosechó varios triunfos en los torneos del condado e incluso en circuitos deportivos en la liga colegiada de Carolina del Norte.
El ocaso de su carrera futbolística vino hacia 1977, cuando se graduó de la universidad, y se le agudizó un problema en la columna vertebral. Los médicos le dijeron que tenía que dejar el fútbol definitivamente. Fue por esa época que empezó a enamorarse de la bicicleta y cambió del todo las canchas por la obsesión de rodar por las calles a punta de pedalazos, manía que hasta hoy conserva. El pasado 3 de abril la Alcaldía entregó la primera de 100 canchas sintéticas de fútbol con que se ha comprometido la administración. Fue en el parque Bosque de San Carlos, al sur de la ciudad. El mandatario asistió a la ceremonia, cortó la cinta, hizo el saque de honor y luego saltó a la cancha para participar del ‘picadito’ inaugural. Con la camiseta número 10 recordó sus viejas glorias futbolísticas universitarias, sólo que ahora, con 62 años, el veterano Peñalosa rompió la formación, abandonó la defensa, subió al área rival y anotó un gol de taco que fue la comidilla de la jornada.