Cuando Mick Jagger se enamoró de La Habana

Cuando Mick Jagger se enamoró de La Habana

Su visita en octubre pasado fue la llave del concierto que dieron los Rolling Stones anoche. Crónica del periodista cubano que lo acompañó

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marzo 06, 2016
Cuando Mick Jagger se enamoró de La Habana

Mick Jagger no quiere hablar con na­die. Asiste a un concierto de un dj or­ganizado especialmente para él mientras su equipo mantiene a raya a los curiosos que quieren inmortalizar en sus celulares una foto del líder Stone. Me mantengo cer­ca y el célebre vocalista baila sobre la pista al ritmo de la electrónica, como antes lo hizo en otro club habanero. Un miembro cercano a su equipo comenta lo que para mí, ya en este momento, resulta obvio: Los Rolling Stones quieren tocar aquí y ya se está hablando seriamente con la parte cubana para organizar el show.

El cantante de la banda de rock en activo más célebre sobre la Tierra “colapsa” las redes sociales. Publica sus fotos tomadas en el Centro Histórico y despierta una ola de polémica sobre el verdadero significado de su paso por la Isla. Nunca antes un Stone había viajado a La Habana. Y ahora es nada menos que el mítico cantante de Satisfaction quien decidió inaugurar la historia de la banda con Cuba.

Jagger viaja por la ciudad, visita por sorpresa a algunos músicos cubanos y recorre con miembros de su equipo el circuito de clubes nocturnos. Jagger, se sabe, no es un turista más. Es el músico que acaba de despertar del letargo el de­seo de miles de cubanos que cuando vieron las imágenes de su estancia en la ca­pital, comenzaron a soñar con un concierto de los Rolling en La Ha­bana, un sueño que encabeza esa lista que casi siempre hacemos y que podría llamarse algo así como las “diez primeras cosas que tendríamos que hacer antes de mo­rir”.

El círculo, por suerte, empieza a ce­rrarse. El Instituto de la Música confirmó  finalmente que mantiene conversaciones con la banda para organizar un concierto en La Habana. Los cubanos por tanto podrán revivir una inolvidable etapa de sus vidas de concretarse el show que tendría lugar a finales de mar­zo en las áreas de la Ciudad De­portiva. Las negociaciones con las autoridades cubanas co­men­za­ron a realizarse desde hace meses y parte de la infraestructura para el concierto ya llegó al país.

El guitarrista de la banda, Keith Ri­chards, lo había revelado desde Euro­pa y Mick Jagger lo confirmó con su presencia en Cuba durante el pasado mes de octubre. La banda quiere tocar en La Ha­bana e iba con todo a cumplir ese objetivo. Así que todo indica que los miles de seguidores locales de los Rolling Stones podrían cumplir el sueño cuando estas cuatro leyendas, envueltas en la lengua diseñada por Andy Warhol, salgan al escenario para ofrecer un concierto que definirá un hito tanto para la banda co­mo para Cuba. Será el momento en que miles de cubanos llenos de excitación adolescente salden una de las deudas más grandes con su pasado y será, además el momento que los Stones se enfrenten, posiblemente, al público más en­febrecido que han conocido a través de sus 50 años de historia.

Los Rolling Stones, hay que decirlo, se encuentran a pesar de los embates del  tiempo en una era de plenitud, una era en la que aún llenan estadios, le revientan el corazón a sus seguidores más jóvenes, y siguen ofreciendo mastodónticos conciertos a base de oficio, consagración y un derroche de energía tal como si se estuvieran celebrando a ellos mismos. Como si buscaran aplicarse a  fondo para continuar  burlando los pronósticos y confirmando que vienen de un mundo en que el rock and roll era una acto de fe, con todo y el gigantesco negocio que se mueve alrededor de la banda.

 

Cada Stone es una leyenda en sí mis­mo. Mick Jagger, a sus 72 años, es un de­sa­fío a la naturaleza humana,  se mueve sobre los escenarios como un poseso, canta con una vitalidad tremenda, acompañada, obviamente, de la naturalidad que solo proporciona el tiempo.  Jagger ha estado siempre en el centro del huracán y es uno de los pocos seres humanos sobre la Tierra que puede contar en voz alta  historias  sobre  ese  pasado salvaje y luminoso en el que el rock and roll salió de los barrios hasta convertirse en parte indisoluble de la cultura popular. A Jagger el paso de los años  no le pesa sobre la nuca y sigue entregándose en cada concierto como si fuera el último.

Keith Richards es un prócer de la guitarra eléctrica. Sobre él se ciernen cientos de leyendas, ya sean falsas o no, que lo convierten en objeto de adoración para los fans de los Stones. De hecho no son pocos los que quisieran llevarlo a un laboratorio para encontrar la causa de que a sus 72 años siga tocando la guitarra como si acabara de entrar al instituto. Para col­mo, lo hace con una maestría que descansa en su constancia y en  su habilidad para despojarse de todo lo accesorio y tocar de manera rotunda, para que cada riff ocupe el lugar exacto dentro del discurso musical. Keith no es lo que se dice un guitarrista virtuoso en extremo, pero eso sí: es  un monstruo de la guitarra que está más allá del bien o el mal.

Un personaje muy singular dentro de la banda es el baterista Charlie Watts. Con 74 años, es uno de los músicos más completos de los Stones y uno de los más experimentados que se puede encontrar de­trás de la batería. Su forma de tocar influyó a todos en la ban­da, particularmente a Keith Ri­chards, y ha sido un baluarte para mantener la relación —a veces tormentosa— entre sus integrantes. Afi­cionado al jazz, también dedica buena par­te de su  tiempo libre a sus proyectos en solitario en los que prima la riqueza de ese género.

Ronnie Wood se define como un “pintor que toca la guitarra”. El músico ha encontrado espacio dentro de sus compromisos con los Stones para exponer sus obras con imágenes de viejos amigos como Jimi Hendrix, Eric Clap­ton, entre otros. Wood es el miembro más joven de la banda (tiene 68 años) y su desempeño como guitarrista es muy reconocible por su destreza y su exuberante desenvolvimiento escénico.

El concierto de los Rolling Stones, co­mo se dijo, será un momento histórico y abrirá las puertas para que lleguen a La Habana otras grandes bandas. Por ejemplo, este redactor conoció que Paul McCartney y la banda U2 ya han mostrado interés en ofrecer conciertos en Cuba. Por el momento, Las Pie­dras Rodantes tocan a la puerta y los cubanos están dispuestos a cumplir ese sueño que, como se sabe, los ha perseguido durante demasiado tiempo.

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