Donald Trump quería entrar con fuerza en Colombia. El hombre es echado pa’ lante y entiende que nosotros, sobre todo los paisas, somos echaos palante!. Ningún equipo en el continente, ni siquiera Boca o San Pablo, tienen la hinchada nuestra. Nadie es más desbordado, más fervoroso. El man quería entrar como fuera al mercado latino, sin tocar a los complicados- y resentidos- mexicanos. Así que que mejor que nosotros, los del Atlético Nacional, darle la bienvenida a uno de los empresarios mas vivos del mundo. Mauricio Macri y su boquita hubieran empalidecido. Sería un trámite ganar cada año la Intercontinental de Clubes. Pero a Ardila se le abrió la ambición y ahí caímos todos y aunque ahora seamos el mejor equipo del continente vamos pailas por haber despreciado al presidente de los Estados Unidos.
150 millones pidió la organización Ardila, tres veces más del dinero que pidieron hace 20 años, cuando adquirieron el equipo. Trump no se bajó de 100. El orgullo de nosotros los paisas y el afán por venderle a uno de los negociantes más bravos de todos los tiempos fue la peor combinación. La dureza de los paisas generó el resquemor del magnate neoyorquino quien no dudó en lanzar sus puyas.
En agosto de 2015 Donald Trump, el magnate y candidato Republicano a la Presidencia de Estados Unidos de la mano del empresario italiano Alessandro Proto quisieron comprar el club antioqueño Atlético Nacional. Ofrecieron 100 millones de dólares pero los hermanos Ardila, Antonio José y Carlos Julio, quienes crecieron y vivieron en Medellín en su juventud hasta graduarse del colegio, se negaron a venderlo.
“Nacional quiere 150 millones de dólares para vender el club. Para nosotros, la propuesta es inaceptable. Tal vez piensan que somos estúpidos (…) habíamos ofrecido US$100 millones y que era una oferta importante. No estamos dispuestos a ofrecer más y continuar con las negociaciones”. Así cerraron las negociaciones los paisas, demostrando que nuestro equipo es lo más grande del mundo.