Mientras el mundo celebraba el “gran paso para la humanidad”, con el arribo del hombre a la luna, nuestra querida patria de inexistente industria aeroespacial, apostó por celebrar la efemérides mediante la gozadera, ese rasgo tan característico de la identidad colombiana, pues a falta de tecnología siempre nos ha sobrado creatividad, especialmente en el terreno de la música.
Fue así como el famoso dúo cómico-musical Los Tolimenses, integrado por Lizardo Díaz Muñoz (Compadre Felipe) y Jorge Ezequiel Ramírez (Emeterio), en 1976 tomaron la idea de ilustrar la portada de su trabajo discográfico de chistes, bambucos, guabinas y rajaleñas, con un admirable fotomontaje. Los publicistas ubicaron las caras de estos compadres en los extraños trajes “ lunares”, que las fotonoticias de la agencia de prensa UPI, habían difundido 7 años atrás para ilustrar las primeras planas de todos los periódicos del planeta.
El álbum, perfectamente cuidado por Élkin Giraldo —el ángel custodio de los acetatos en Bogotá—, fue bautizado como En órbita. Contiene entre sus gracejos y chistes, algunas referencias a la millonada que se gastaron los “gringos” para llegar a la luna.
Ya en 1971 la orquesta de Los Hispanos, que para esas calendas contaba con diez trabajos musicales y enfrentaba la partida de su vocalista estelar Rodolfo Aicardi, decidió jugársela con una estrategia de promoción asociada al más grande logro de la civilización con una carátula sensacional. El álbum titulado De paseo, muestra a los integrantes de la agrupación, enfundados en imitaciones de trajes espaciales, posando frente a una nave de aluminio realizada en un taller ornamentación de la capital antioqueña.
“Esos Hispanos eran muy creativos, sus productores no tenían límites en su intento por sorprender al público y la fiebre por el tema aeroespacial no fue la excepción” apunta Giraldo, mientras exhibe la famosa carátula. El productor general del disco fue el inolvidable publicista y director artístico de Sonolux Hernán Restrepo Duque, y el álbum se grabó en los estudios del legendario compositor santandereano Luis Uribe Bueno. Para la fotografía se consiguieron los permisos y finalmente se pudo hacer la gráfica en una de las pistas del aeropuerto Enrique Olaya Herrera de la capital antioqueña.
Para culminar la faena, como lo documenta el trabajo musical referido, los encargados de la logística, se consiguieron unos equipos en desuso, que permanecían en una de las bodegas del citado aeropuerto y fueron acondicionados muy a la manera “hispanista”. Para el decorado de la particular portada, aparecieron los músicos en una improvisada base en tierra, simulando el momento del despegue de su transbordador espacial de latón. Gustavo Velasquez, Jairo y Guillermo Jiménez, Alcibiades Castrillón Guillermo Mejía, Fabio Gallego, Jairo Díaz y Pedro Ruiz, entre otros integrantes de la renombrada y tradicional orquesta colombiana, fueron inmortalizados en la legendaria portada de 1971.
En la parte musical se destacaba la versión “hispana” de La Murga de Panamá popularizada un año antes por Willie Colón y Héctor Lavoe. El número de la autoría de Manuel Consuegra Gómez, en la voz de Gustavo Velásquez, se volvió una rareza de colección, y ni hablar del trabajo musical completo, que con los años y el éxito alcanzado por la agrupación de Medellín se consolidó como uno de los vinilos más cotizados del catálogo bailable nacional.
Capítulo aparte se registró hacia 1982, con la aparición en el mercado de la canción Me voy para la luna, de Lisandro Meza quien presentó, mediante esta guapachosa melodía, su propia versión de lo que representaría para un colombiano viajar a la luna.
En 1982 se hizo popular la letra de la canción, que bien podría haber sido una editorial de un periódico de la época. Con dardos a los políticos, mencionaba en sus estrofas que “(…) allá en la luna no había presidentes, que allá no llegaba el Incora”, desaparecido órgano estatal encargado de la administración de las tierras en Colombia. Aunque han transcurrido tantos años, la composición encaja perfectamente en nuestros tiempos.
El tema fue uno de los más destacados de ese fin de año, junto a Esperanza de Los Tupamaros que se llevó el honor de la mejor canción de la Feria de Cali 1982.