Cuando Franco Armani fue contratado por el Atlético Nacional a mediados del 2010, ningún periodista de Medellín reseñó la noticia. Al llegar de madrugada al aeropuerto José María Córdoba ningún hincha lo esperaba, nadie le pidió una foto. Nadie ni siquiera sabía quien era. Al verlo en los entrenamientos los hinchas se quejaban y lo tildaban de No-Refuerzo. Sería el quinto arquero del equipo y tal vez, teniendo en cuenta el gran nivel de su compatriota Gastón Pezzuti y de su suplente Neco Martínez, nunca jugaría un solo minuto. “A ese argentino lo terminan prestando a un equipo de la B”. decían convencidos los que lo veían tapar.
Armani tenía 22 años, había nacido en la provincia de Santa Fe. Nunca fue el mas talentoso de la familia. Su hermano mayor era un delantero temible de los potreros del Barrio Casilda donde nació y siempre lo mandaba al arco. A Armani al principio no le gustaba pero se fue acostumbrando y mostrando condiciones. Lo contrató un equipo de la B que alguna vez tuvo nombre y disputaba torneos internacionales, Ferro Carril Oeste. Le pagaban el 10% del sueldo solo por ser el tercer arquero. Después fue a parar a Estudiantes de La Plata y allí las condiciones tampoco mejoraban.
Su vida cambió cuando el Atlético Nacional fue a hacer pretemporada Argentina en el 2010. Tenían un partido amistoso contra el Deportivo Merlo y Gazutti estaba de vacaciones y “Neco” Martínez lesionado. Echaron mano del joven quien se jugó un partidazo. Le vieron proyección y lo invitaron a un periodo de prueba en Medellín. Ese segundo semestre fue un infierno. Como se suponía Armani no jugó un solo minuto y se la pasaba a un costadito de la cancha en cada partido entrenando con paciencia. Aunque se sacrificaba como ninguno, los rumores de que iba a ser cedido en cualquier momento a un equipo de la B crecían con los días. Armani, el inquebrantable, empezaba a resquebrajarse y lloraba torrencialmente por las noches.
-Digamos que estuve de vacaciones –dice–. Hacía turismo y de noche me la pasaba llorando… jugué un solo partido a fin de año y fuimos a definición por penales y no atajé ni uno- contó en una entrevista al Gráfico, la más mítica de las revistas deportivas del continente seis años después cuando recién ganó la Copa Libertadores y su nombre ya sonaba para engrandecer a Boca Juniors o a River Plate, dos equipos en los que nunca jamás pensaría en que podrían interesarse en él.
Los hinchas lo detestaban y se lo hacían saber. En diciembre del 2010 regresó a Santa Fe, su tierra y no quería volver. Su papá lo tuvo casi que meter al avión para que regresara. Estaba deprimido. Además en Colombia las cosas no salían. 2011 fue otro año nefasto. Los pocos partidos que jugaba en Copa Colombia tampoco se destacaba demasiado. Habían canticos contra él que salían desde la tribuna. Era un taladro que le penetraba el corazón. Un año después lo llamaron del humilde club Deportivo Merlo de Argentina. Con dudas le preguntó al entonces técnico de Nacional, Juan Carlos Osorio, si lo dejaría ir. El manizalita se quedó pensando y le dijo que le daría la respuesta dependiendo de cómo le iría en el próximo partido. La suerte no pudo ser peor: a los 15 minutos del primer tiempo se rompió los ligamentos de su rodilla derecha. Estaría, por lo menos, seis meses por fuera. El equipo lo cobijó. Armani dice que esa fue una señal divina: “Dios me puso esa lesión para decirme “no te vayas de Nacional, que vienen cosas muy buenas para vos”. Fue el camino.”
Al principio se hundió en una terrible depresión. Dormía todo el día, no hacía los entrenamientos básicos que le pedían para su recuperación y estaba convencido de que nunca más volvería a atajar. Una vez, en la iglesia evangélica a la que iba en el barrio Laureles de Medellín, su pastor lo tomó de la camisa y le dijo “Dios te va a levantar. A partir de ahora te vendrán los éxitos”. Se entregó a esa iglesia con un fervor inusitado” y funcionó. Franco Armani en cinco años ganó 9 títulos con Atlético Nacional, jugó la final de la Libertadores 2015 y llegó a dos finales de Copa Sudamericana. Es considerado por los especialistas como el mejor arquero de la historia del Nacional y, junto a Falcioni, el mejor golero argentino que ha llegado a tapar en Colombia. Los hinchas del verde no solo ya lo quieren: lo tienen como un Dios.
El nivel de Franco Armani es tan espectacular que ya suena, después de que sea nacionalizado, para reemplazar a Ospina en la selección Colombia. Viendo el nivel de los arqueros nacionales no sería una mala idea. A la afición colombiana le daría incluso mas seguridad que el arquero del Arsenal quien, siendo suplente de su equipo, ha perdido confianza tal y como se evidenció en los dos últimos partidos de la eliminatoria. Solo el tiempo lo dirá.