Continúan las masacres en este país del Sagrado Corazón. Caen policías, soldados, líderes sociales, campesinos, desmovilizados, comerciantes, mestizos, negros, indígenas, blancos, subversivos, delincuentes, inocentes, etc.
También siguen las notas de entretenimiento como las de la separación de Shakira con Piqué ─por solo poner un ejemplo─, las invasiones de tierras, los debates sobre la reforma tributaria, los llamados a la paz, los atracos, las nuevas estrategias para enfrentar el crimen y los partidos del fútbol profesional, entre otros innumerables temas revueltos en el engrudo noticioso violento-farandulero-deportivo de los medios de comunicación no tan masivos como antaño debido al auge de activistas virtuales que ahora los hay por montón.
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Y ya que trasegamos fútbol y violencia en el menjurje anterior, volquémonos a decir algo sobre la jerga-monserga bélica embutida en esa gran pasión mundial que es el fútbol.
Jugadores, técnicos, comentaristas, locutores, directivos de clubes, etc., se escudan en que se trata de meros paralelismos lingüísticos que, a la larga, no perjudican a nadie. Puede ser.
Aunque quizás esto incida, de forma subliminal, en el grotesco comportamiento de barras bravas en las afueras del estadio, en especial después de la goleada propinada por el equipo visitante a la gloriosa escuadra local camino al triste y profundo abismo del descenso.
Por tanto, es común que un entrenador o un futbolista vocifere en la antesala de un partido crucial: “para ganarnos, ese mal%&#! equipo rival nos tendrá que matar”, cosa que de inmediato nos recuerda la frase desatinada de una senadora fuera de sus cabales: “El ejército es una fuerza letal de combate que entra a matar”.
Fíjate en esta narración de un lenguaraz locutor:
"Eliminando contrarios en la bomba central, el medio armador y punta de lanza Aníbal Escudero habilita al centro atacante Napoleón Guerrero, quien en el área de candela carga con dinamita su pierna izquierda para disparar un misil obús-torpedo. ¡Atención, va a acribillar al cancerbero de un cañonazo! ¡Dispara… gooool! ¡El artillero Guerrero fusiló al portero!".
Un famoso tanque pánzer ─continuando con el lenguaje del combate─, fue Gerd Müller, “El Bombardero”, quien es el goleador histórico de la Bundesliga con los mismos goles de días que tiene un año, 365.
Acá en nuestra aún violenta patria ─ya no tan boba y en proyecto de potencia mundial de vida, a pesar de las masacres y contra todo pronóstico─, el segundo mayor goleador del fútbol profesional es Iván René Valenciano, a quien aún se le conoce como “El Cachetón” y también como “El Bombardero”, con 217 anotaciones; el máximo es el gaucho-neogranadino Sergio Galván Rey.
Hay o hubo otros delanteros artilleros, es decir, con el mismo apodo marcial: el mejicano Carlos Vera, que juega para Los Ángeles (esta ciudad fue bautizada por 44 españoles, en 1781, como “El Pueblo de la Reina de los Ángeles”, y por tanto debe llevar tilde ya que toda palabra esdrújula la debe portar así quien la escriba hable inglés; cabe recordar que Estados Unidos no tiene idioma oficial).
El peruano Claudio Pizarro, exdelantero que pasó por la liga teutona jugando en el Werden Bremen y el Bayern München (puedes pronunciarlo 'miunjen', con acento grave, tal como suena a los oídos desde el habla alemana).
El chileno Sandrino Catec, el panameño Robert Brown, el polaco Miroslav Klose, el germano Ernst Lehner; y el croata Sinisa Mihajlovic, entre otros, cabe suponer.
Son los buenos bombarderos, aunque de pronto no sean considerados muy bondadosos por guardametas que vieron rotas las piolas de sus marcos.
Que cabe aclarar no son ningunos “arcos”, sino marcos, puesto que son rectangulares, sin ninguna línea arqueada. Muy idiotas los de la RAE que aceptan esta carajada en la quinta acepción de «arco».
Otros bombarderos son los que vuelan en aviones y arrojan proyectiles destructores en una pugna armada o la persecución a grupúsculos criminales.
Este el caso de los bombarderos aliados en la Segunda Guerra Mundial, que dejaron caer sus explosivas bombas desde el cielo de Asia, Europa, norte de África, y otros escenarios de la cruenta contienda. Dos bombas, por cierto, fueron atómicas.
Las que cayeron sobre las poblaciones civiles de Hiroshima y Nagasaki.
Cabe agregar que en nuestro país hubo bombardeos efectuados en el pasado inmediato a sabiendas o sospechas que había menores de edad en blancos de ataque.
Gracias a Dios o lo que tú consideres en tu libertad de culto y filosofía, las directrices al respecto han cambiado.
Hoy la nueva estrategia del aparato militar nacional la dictan el presidente Gustavo Petro, comandante supremo de las FF. AA., y el segundo al mando, el ministro de Defensa Iván Velázquez.
La orden es reducir los bombardeos a la mínima expresión. Si hay ataques de ilegales en selva, bosque o llano, un caza o un helicóptero artillado volará a defender soldados, policías o civiles, siendo válida su intervención.
Mientras pasan los coletazos del conflicto armado causado en buena parte por el vil asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, ármate de serenidad y paciencia, como dice el héroe protagonista del cómic Kalimán. Que viene la paz total.
Así sea a lentos movimientos de burro cachazudo, pausado perezoso o tortuga taruga.