No podía creerlo, tenia ante mis ojos una cartera tejida con 140 mil bolívares en denominaciones de 100 y 50 .
Jorge era mi interlocutor, un venezolano que huyó del hambre y la presión después de pasar dos años en una cárcel para pesos político porque protestó por la falta de alimentos y allá ese tipo de manifestaciones se castigan con prisión .
“La moneda en Venezuela vale tan poco que cada billete se vende por un 20% por debajo de su equivalencia....” Me dijo derrotado ...”O sea que 100 bolívares que son más o menos 25 centavos de peso colombianos en Cúcuta pueden conseguirse para lo que hago hasta por 10 centavos” . Afirmó Jorge parcamente.
Es menudo, 1,60 de estatura, nunca mira a los ojos, es retraído y desconfiado y piensa que todo aquel que se le acerca lo va a meter en problemas .
El trabajo de Jorge es particular, aprendió a doblar billetes como si se tratara de figuras de origami en el penal de Rubio, esto le servía para atenuar la pena de dos años a la que fue condenado por rebelión.
Al principio doblaban los billetes y con ellos armaban trenzas como si se tratara de la cabellera de Rapunzel, el personaje de Disney que dejó crecer su pelo por el balcón para que su principe azul subiera a la torre donde estaba atrapada por la bruja para liberarla.
Los sacaban de presión lanzándolos en bolsas de plástico por las rejas de las ventanas de los calabozos a la calle para que hermanos y esposas los recogieran y con el tejido armarán posteriormente billleteras que luego vendían como artesanías para mal vivir en las carreteras de Venezuela .
Al huir a Colombia, Jorge entendió que aquello que hacía en el penal podría ser productivo en Colombia y empezó a hacerlos por encargo para amigos .
Cuando me enteré del asunto decidí viajar a Cúcuta a buscar a este “artesano” y lo encontré en una barriada popular después de hacer una larga y tortuosa reportería para hallarlo .
La labor por las condiciones de su país representa para él un riesgo vital. Maduro ha afirmado que los billetes están desapareciendo de la peculiar economía venezolana y al parecer la respuesta a ese enigma es que se están transformando en bolsos, carteras, billeteras, tapetes e incluso individuales para soportar platos en la mesa .
Jorge me cotizó a por 30 mil pesos colombianos cada bolso que requirió de 400 billetes de varias denominaciones entre ellos de 100 y 50 bolívares .
Su elaboración toma un día y en ella se emplean a fondo cinco personas que se toman cerca de 12 horas para armar cada elemento.
Para lograr el cometido Jorge me pidió 5 días para ir a su país y conseguir “la materia prima” o sea los billetes que ingresó luego a Colombia por una de las muchas trochas por las que entran y salen todo tipo de mercancías de manera clandestina en la frontera común .
Le pedí 5 bolsos que requirieron 2 mil billetes que le costaron a Jorge mucho menos de cien mil pesos colombianos.
Por los 5 bolsos le pagué 500 mil pesos que para él y su familia es una fortuna.
Con ese dinero, me contó luego compraron en Cúcuta un bulto de arroz de baja calidad y uno de azúcar que a su vez distribuyeron en bolsitas de 100 gramos cada una para repartirlos entre varios familiares al otro lado de la frontera .
Les quedó algo para dos pavas de papel higiénico que allá es un elemento de lujo y sobró algo de efectivo para tiempos aún más difíciles.
Esta paradoja donde con billetes sin valor hacen elementos de valor es el retrato de una tragedia en un país donde la plata literalmente no vale nada.