En Georgia, volvió a confesar que sus narcoparamilitares de los 80, 90 y primera década del 2000 financiaron las campañas presidenciales de Pastrana y el innombrable AUV. Mancuso, si, que aún puede contar la historia me pone a llorar de indignación contra los ilustres cacaos y empresarios que incentivaron a semejantes delincuentes, para arrasar con sevicia inagotable todo lo que oliera a "comunismo", a justicia social, a derechos, a pensamiento libre y crítico.
El porcino expresidente Duque intentó minimizar "la tal verdad" de este sicópata "como una venganza contra quien lo sometió a la justicia y lo extraditó a los EE. UU, buscando eludir sus crímenes para que lo incluyan en la JEP y no pagar cárcel”, cuando gracias a ella, se hizo posible que los mayores perpetradores de delitos de lesa humanidad, así como miembros de las FARC y agentes del Estado, dijesen la verdad.
No se puede olvidar que Duque cuando ejercía como presidente duró sus cuatro años tratando de destrozar el proceso pacificador y firmó la ley, más por presión internacional que por acatamiento al orden interno. Pasará a la historia como un estulto y siniestro acólito del innombrable señor de las sombras
Carlos Enrique Moreno, cuñado del innombrable, se pregunta en una columna "¿Usurpa la JEP la justicia ordinaria?” Afirma que "la JEP es un “sistema de justicia creado por las FARC para las FARC”; que “los magistrados fueron escogidos por las FARC”; y que “tendrán prebendas, privilegios, rebajas y un trato especial…” Desconoce el hermano de Lina que la JEP es una institución respaldada por el mundo, por la Corte Penal Internacional, el Consejo de Seguridad de ONU, la UE y el Departamento de Estado de EE.UU entre otros organismos.
Es decir, sin la JEP jamás conoceríamos de manera oficial la monstruosidad del modelo político imperante desde hace 100 años, pero que se exacerbó a niveles verdaderamente infamantes en los últimos 40 años.
Porque yo si recuerdo cuando Mancusso fue recibido en medio de atronadores aplausos, como hombre ilustre en nuestra cámara de representantes. Y su prepotencia cuando en ese entonces, ante la terca insistencia de ciertos periodistas preguntando que "hasta dónde habían llegado los paramilitares con su influencia nefasta, decía que 'hemos cooptado los tres poderes'".
Pero me alcanza también para rememorar como si fuera ayer, cuando le hicieron cárcel especial al criminal más rico y despreciable de la historia, el señor Pablo Escobar, durante el gobierno de César Gaviria. Y como la oligarquía paisa y todas las autoridades regionales, asistían a las fiestas que organizaba el mafioso para ostentar su inmensa fortuna. Y es inolvidable cuando fue representante suplente a la cámara por el nuevo liberalismo, antes que se entregara y "recluyera" en su catedral.
Ni se me olvida el cura García Herreros recibiendo plata del mafioso para hacer obras de caridad. Y recuerdo a muchos de mis colegas atendiendo a los enviados por Rodríguez Gacha con un cheque en blanco para ser atendidos en clínicas en Bogotá, cómo obras de caridad del mafioso lugarteniente de Escobar con los habitantes de Pacho, su sede habitual y pueblo natal.
También me sobra la lucidez para rememorar a un Coronel de la Policía Nacional denunciando en 1988 que le robaron un cargamento de 500 kg de cocaína en un retén militar en Chocontá, cuando iba a posesionarse como comandante de Policía del Atlántico.
Pero aquí no acaban mis recuerdos, y viene a mi mente la ventanilla siniestra del Banco de la República en el gobierno de Turbay en 1978. Así tuvimos las reservas más altas de oro en toda la historia, que sumaban más de 30.000 millones de dólares, una barbaridad para cualquier época.
Y antes, López Michelsen reunido con los mafiosos en Panamá y podría seguir retrocediendo en el tiempo hasta mi infancia temprana, y podría rememorar sin problemas hasta los años 30 del siglo pasado, cuando también se traficaba con sustancias psicoactivas, pero las comunicaciones eran pésimas y poco nos dábamos cuenta del problema.
Lo cierto es que el país tomó un rumbo diferente desde agosto del 2022 y no será fácil mantenerlo, pero será trascendental para el futuro de nuevas generaciones, reconocer nuestros crímenes por acción, por omisión, o por la pasividad cómplice que hemos tenido todos aquellos que vimos y criticamos, pero no hicimos nada por evitar que este estado narcotizado llegase a las dimensiones que alcanzó. El delito del narcotráfico en Colombia creció a tal punto que puso presidente, senadores, representantes, gobernadores, ediles, alcaldes, jueces, policías, en fin, cooptó todas las instancias del poder.
Esperemos que este gobierno haga todo lo necesario para consolidar el proceso de paz y acabar con la violencia que nos intimida y sojuzga; así lo anhelo, como millones de colombianos que están en las mismas, añorando una patria mejor para sus hijos y nietos.