La Jamaica de la segunda mitad de los años setenta era caótica y problemática. El país no llevaba 15 años de haberse independizado de Gran Bretaña y ni tres gobiernos de derecha, ni uno de izquierda, que estaba por finalizar, habían sido capaces de encontrar la solución a los principales problemas de los jamaiquinos: desempleo y crecimiento de la violencia. Los ciudadanos estaban hartos, creían más en figuras artísticas como Bob Marley que en los líderes políticos que antes sí les inspiraban confianza.
Eran los últimos meses de 1976 y aunque el gobierno del primer ministro izquierdista Michael Manley había fracasado en muchas de sus políticas económicas, se postulaba para la reelección. La caída en los precios del petróleo mundial y la desfinanciación de Estados Unidos (de 23 millones de dólares a sólo 4 millones) también lo perjudicaron. Su gran pecado fue acercarse a Cuba y fomentar los intereses izquierdistas en el Caribe. No se lo perdonaron.
Su oponente era un dirigente derechista llamado Edward Seaga, que venía de trabajar con referentes del reggae jamaiquino y desde hacía años había entendido la importancia que tenía la música para entender la política nacional. En las canciones aparecían musicalizadas las frustraciones de los isleños y escuchar los lanzamientos de cada semana, les funcionaba como medidor de la opinión pública. Michael Manley también lo había entendido, pero más tarde.
El poder se lo disputaban entre el PNP de Michael Manley y el JLP de Edward Seaga, ambos sectores tenían relación con pandilleros. En el libro Generación Hip Hop del escritor Jeff Chang, se sugiere que Seaga, quien años atrás había sido ministro de Desarrollo Comunitario y Asistencia Social, habría tenido responsabilidad en la quema de las casas de personas afines a los partidos de izquierda y una relación con la CIA, organismo que según Manley habría sido crucial para desestabilizar su gobierno.
La violencia entre pandilleros era de lado y lado, los que eran afines a un sector político quemaban las casas de unos y los contrarios hacían lo mismo a la inversa. Bob Marley, quien ya era famoso en la isla –pero no el ícono mundial que será años más tarde–, decidió hacer un festival llamado Sonríe Jamaica, inspirado en una canción que había grabado para su último disco con el ahora mítico productor Lee ‘Scratch’ Perry.
El evento, que Bob Marley esperaba que no tuviera motivaciones políticas, fue programado para el 5 de diciembre de 1976. Pero Michael Manley aprovechó la popularidad del concierto y adelantó las elecciones de primer ministro, para que fueran a 10 días del show. El cantante de “Get up stand up” estaba enojado, pero entendía qué era importante hablarle a los jóvenes y se mantuvo firme. Por esa decisión, puso a toda la familia –él mismo incluido– en peligro.
Bob Marley era un referente de la juventud, un tipo que desafiaba al poder cantando desde los ideales de paz y eso ya era un problema. Peor aún si el concierto que estaba preparando terminaba beneficiando a la izquierda antimperialista del país.
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La noche en que el primer ministro izquierdista casi hace que maten a Bob Marley
Probablemente Manley sabía lo que estaba en juego, porque mandó a que la casa de Bob Marley fuera vigilada las 24 horas, pero sospechosamente, los custodios desaparecieron del lugar horas antes de que dos hombres armados entraran para asesinar al músico.
El 3 de diciembre de 1976, dos pistoleros llegaron a la casa de Bob Marley y le dispararon en la cabeza a su esposa Rita Marley y a su productor Don Taylor. Ninguno de los dos falleció y el concierto se realizó sin complicaciones, pero el cantante con poderes de profeta entendió que sí se quedaba en Jamaica pondría en peligro a su familia. Entonces, se fue para Londres con su banda The Wailers a hacer Exodus, el disco que lo convertirá en estrella mundial, que es lo que se muestra en la película One Love que ahora se presenta en cines.
Durante años se ha especulado con que el intento de asesinato fue ejecutado por pandilleros del JLP y ordenado, posiblemente, por Edward Seaga y la CIA, pero nunca pudo comprobarse. En la película se ve una escena en la que un delincuente que había sido muy cercano al JLP, Claude Massop, le da la cara a Bob Marley y le aclara que no fue él quien ordenó el golpe. Es posible que la familia crea esa versión y por eso la hayan recreado en la cinta.
Para cuando volvió a Jamaica años más tarde, ya convertido en el ícono mundial de canciones como “Jamming” o “Three Little birds” (esa que dice “no te preocupes de ningún detalle, porque todo va a estar bien”), ya tenía más poder y no era tan fácil tocarlo. Al regresar a la isla, Bob Marley hace otro concierto en el que logra juntar a Michael Manley y Edward Seaga en la tarima. En la película se ve la escena real y la cara de frustración de este último, como si el acontecimiento le significara una derrota.
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¿Muerte natural o lo mató la CIA?
Mucho se ha dicho de la muerte de Bob Marley, causada por un melanoma derivado de una molestia que descubrió un día jugando al futbol. Una de las teorías conspirativas más famosas es que la CIA lo habría asesinado, lo que suena más propio de una película de Hollywood que de la historia real. Los raperos Busta Rhymes y T.I. han respaldado esta opinión.
Bob Marley murió de un cáncer el 11 de mayo de 1981, que en parte estaba derivado de su infección en la pierna, pero también de su negativa a amputarse esa parte del pie, ya que dentro de las creencias rastafaris es pecado mutilarse cualquier parte del cuerpo.
Pero en 2017, el exagente de la CIA Bill Oxley, en medio de su lecho de su muerte confesó haber asesinado 17 personas y entre ellas a Bob Marley. De acuerdo a sus palabras, en 29 años de trabajo con la organización había asesinado activistas políticos, líderes sindicales, científicos y artistas.
La versión de Oxley era que él se había hecho pasar por periodista del New York Times, para regalarle a Bob Marley unos tenis Converse All Star que tenían un pequeño alfiler escondido con todo tipo de virus y bacterias.
La historia que podría sonar desopilante reavivó el debate y dejó a los fanáticos, entre ellos uno de los productores de música urbana y caribeña más respetados de la actualidad, con una gran incógnita: ¿Por qué un tipo que va a morir confesaría que mató a Bob Marley? No parece haber sido una búsqueda de fama, porque casi nadie en este planeta sabe quién diablos es Bill Oxley.