Colombia vuelve y juega. Las buenas jugadas de Lucho Díaz contrastan con la mala jugada de algunos aficionados, que alentados por políticos opositores abuchearon a una mujer menor de edad: la hija de Gustavo Petro.
Antes del triunfo de Colombia contra Brasil la fiesta del fútbol se vivía alegremente. Durante todo el día por las calles de las ciudades y pueblos se veía a la gente vistiendo la camiseta tricolor que identifica a la selección. En las tiendas y bares comenzó la euforia al son de la música y el sabor de las “polas”. Eso es típico cada vez que hay partido, así sea de día de noche, día normal o festivo. La motivación y el deseo del triunfo hacen soñar a los hinchas con la clasificación al mundial.
Los corruptos tienen cabida y gozan de todos los privilegios y encabezados por Federico Gutiérrez andaban de parranda en el Estadio Metropolitano de Barranquilla para deleitarse con las atajadas de Camilo Vargas y las jugadas de James, de Carrascal y sobre todo de Lucho Díaz, entre otros.
Lo importante era ganar para obtener tres puntos valiosos. Pero como en todo, cuando el tinte de odio se quita la camiseta de la selección y se viste con la del odio, unos cuantos desadaptados sociales al ver que en una de las tribunas se encontraba la hija menor de Gustavo Petro, comenzaron a gritar desaforadamente: “fuera Petro, fuera Petro…” y la señalaban y se escuchaban el hijueputazo y otras malas palabras.
Aunque después algunos más desadaptados lo nieguen o las justifiquen diciendo que no era contra ella sino contra su padre. Si a usted le dicen hijo de puta, ¿a quién están insultando más? ¿A usted, o a su madre, o ambos? Entonces quienes salen con ese cuentico son de la misma ralea. No hay excusas ni justificaciones ante un hecho como estos.
Y ganó Colombia con dos golazos de Lucho y con la alegría de su padre recién liberado. Mane, como es llamado el padre del delantero colombiano celebró al máximo, así como lo hizo toda la fanaticada colombiana, incluidos los politiqueros que aprovechan para exhibir su ego y su poder.
Pero Antonella no pudo disfrutar de esa emoción porque los ineptos la obligaron a retirarse del estadio. Talvez si ella hubiera tenido otro carácter no les hubiera dado ese gusto. Si hubiera sido Andrea y los hubiera enfrentado, lo más probable es que hubiera salido linchada por ese sector de malos hinchas del fútbol y fanáticos de los corruptos. Al mezclar el deporte con la política demuestran qué clase de gente es.
En el transcurso del partido mostraban a algunos aficionados enardecidos con las decisiones del árbitro. Todo lo descalificaban y en sus rostros se veía la furia y la ceguera porque se pitaba en contra o no se pitaba a favor. Algunas veces podían tener razón, pero ese tipo de decisiones no pueden generar caos ni desorden en un estadio donde hay un equipo arbitral que se supone debe ser imparcial, pero que en caso de que falle no puede ser expuesto a los excesos de los desadaptados.
Viendo sus rostros y sus gestos y sin saber lo que había pasado con la hija del presidente, pensé en los uribistas que de no haber sido porque nos encontrábamos en un centro comercial, me hubieran linchado porque les corregí ante el comentario de que estábamos gobernados por un adicto y por ministros borrachos.
El asunto comenzó en la fila de un corresponsal bancario y ante esa aseveración por parte de una cucha y un cucho, como yo, y mi aclaración la dama de las arrugas que se hicieron más severas en su rostro, que se distorsionó más señalándome con su dedo índice y diciéndome: usted votó por Petro, usted es comunista, a lo cual le respondí que simplemente soy un periodista que busca la verdad y me replicó que entonces no era objetivo, que quien dice la verdad son quienes ellos ven, escuchan o leen.
Le pregunté al otro cucho, a propósito, mostró su estirpe al buscar la excusa perfecta para colarse en complicidad con la que apoyó (ahí ya se conjuga quién es quién). Después hicieron el simulacro que se conocían y que por eso lo había dejado meterse sin respetar la fila (así son ellos, aprenden las técnicas).
Entonces con toda esta mezcla recordé una nota publicada en 2016 en Las2orillas y el estudio publicado recientemente en El Unicornio por el neurocientífico Daniel Manrique y al que ningún medio tradicional le ha dado la relevancia que merece o la divulgación que se debe para conocer el porqué “el señor de las tinieblas” quiere permanecer en el Poder y muestra completa insensibilidad ante tantos hechos que lo señalan como supuesto culpable de masacre como la del Aro o los 6.402 falsos positivos.
Allí, después de su análisis se llega a la conclusión de que Álvaro Uribe Vélez es un psicópata, y que no es una enfermedad como tal es aconsejable someterse a las pruebas y estudios que podrían comprobar si es o no es y en caso de ser positivo, recibir la ayuda profesional necesaria.
Pero claro, para quienes tiene el chip metido debido a las “Fakes news”, como en el caso del cucho a quien hago referencia, a quien le dije que por qué decía que la ministra estaba borracha respondió porque todos quienes estaban al lado hablaban bien. Le respondí: y ¿usted supo qué paso? Después dijeron y se comprobó que fue una falla técnica.
Nuevamente respondió: “ah yo no averigüé nada más, sólo escuché que estaba borracha”. Defecto nacional y talvez mundial, que a veces se cree es una debilidad de las nuevas generaciones, esto comprueba que en “cucholombia” permanece la estructura neuronal de la violencia, el dolor, el narco-paramilitarismo, la corruptela y todo debido a la ignorancia político-social y económica.
La cucha agregó que como el presidente es un adicto por eso es que apoya a las madres de Soacha. “Los mataron porque se lo merecían. A mí un amigo que sabe del tema me dijo que a todos los que se llevaron eran unos basuqueros y drogadictos”.
Insensibilidad de una mujer adulta mayor, madre o no madre, pero que tuvo o tiene una madre y debería actuar con respeto no sólo ante las víctimas sino ante el dolor de esas madres que han luchado y siguen luchando porque se conozca la verdad. Pero justo comprueba una pregunta que le iba a hacer al neurocientífico. ¿Los políticos del uribismo, sus seguidores y fanáticos admiradores de Uribe son parte de esa misma clase de psicópatas?
En el caso que viví con esta mujer, a quien voy a llamar “la cucha de Plaza; no donde están las señoras venden el mercado, sino un Centro comercial de estrato medio, voy a responder con base en lo dicho por el neurocientífico:
Al apoyar con vehemencia los crímenes de lesa humanidad y actuar con indolencia, insensibilidad y sin pruebas al acusar de esa forma a las víctimas sin importar el dolor de esas otras mujeres por la pérdida de sus hijos y aún luchan para que los culpables paguen por ello, es otra psicópata más; pues la insensibilidad es una parte de la psicopatía.
Y para seguir con el estudio que analicen a los concejales, gobernadores actuales, electos y todos aquellos que a estas alturas mantienen viva la polémica para acusar al presidente Petro. Es el caso de medios como “Semala” y “El mal Colombiano” (4), que resaltan en sus publicaciones a algunos de estos incendiarios de la politiquería, como es el caso de Sebastián López, Concejal de Medellín y Jaime Arizabaleta, excandidato a la Alcaldía de Cali, quienes aseveran que Petro se está victimizando y usando a su hija con ese fin.
Incluso, este último se toma el atrevimiento de acusarlo de “ser un mal padre”. Candidatos siguientes al estudio sobre psicopatía, pues los mueve más desacreditar al presidente que conmoverse ante el dolor, la frustración y las lágrimas de una niña de 15 años, que nada tiene que ver con los enemigos políticos o personales de su padre.
La víctima es quien resulta de victimario o abusador. Hecho muy común en todos los rincones de nuestra sociedad, en el Poder judicial, incluidas la Fiscalía, la Procuraduría, el Poder Legislativo, toda una manada de fieras que defienden a los corruptos y acusan a quienes buscan la verdad. Por todo esto, nuevamente me viene a la memoria la inocultable verdad del maestro y expresidente Darío Echandía: “Colombia es un país de cafres”
Para quienes no crean en la versión del dr. Daniel Manrique, adjunto la columna escrita por Vladdo en 2009, donde se retracta de afirmar que Uribe es un enfermo mental y se limita a describir la psicopatía analizada por Laura Di Marco y publicada en La Nación de Argentina. Creo que su mensaje es que no es un enfermo mental sino un psicópata. Pero bueno, la selección vuelve y juega así que, ¡viva Colombia! Que clasifique al mundial y aunque aún falta mucho camino, tenemos tiempo de beber hasta emborracharnos y disfrutar de la algarabía y el vandalismo.
Las fuentes del concejal de Medallo y el excandidato de Cali no las anoto, porque no abro ningún enlace de bandidos. Pero ustedes pueden verificarlas por su cuenta. Así, amigos lectores pueden comenzar su labor investigativa.
@Plumacandente