El muchacho de Aracataca, un pueblo olvidado, saqueado por la United Fruit Company, se convirtió en todo lo que soñó. Aguantó hambre en Bogotá, en Barranquilla, en Cartagena, en París, antes de que sus amigos, algunos tan pujantes como Álvaro Mutis, lo ayudaran a ubicarse como publicista en México. En ese país, mientras se iba de paseo con su esposa Mercedes y sus dos hijos a Acapulco, le sobrevino la epifanía: Gabriel García Márquez había encontrado la clave para arrancar el relato que lo atormentaba desde su primera juventud. Entonces se devolvieron para Ciudad de México, le dijo a Mercedes que se ocupara de todos los gastos prácticos ya que él, en seis meses, se encerraría a escribir la novela que lo consagraría como escritor. Lo consiguió. Cien Años de Soledad lo trasformó en el escritor más famoso del mundo.
En los setenta, afincado en Barcelona, se contactó con el joven heredero de El Tiempo Enrique Santos Calderón quien en ese entonces era un convencido militante de izquierda. Ambos fundaron Alternativa, una revista de marcada tendencia de izquierda. Por esa época Gabo era uno de los amigos más cercanos de Fidel Castro aunque algunos intelectuales latinoamericanos como Vargas Llosa o Plinio Apuleyo Mendoza habían abjurado del régimen. García Márquez creía que el único modo de equilibrar las cargas en un mundo injusto era el socialismo. Con reportajes que se convirtieron en exclusivas mundiales ayudó a cimentar la fama de Alternativa. Pero le granjeó muchísimos enemigos.
La relación en 1981 con el gobierno de turno, el de Turbay Ayala, era problemático. Como a tantos otros progresistas a Gabo le molestaba el aire autoritario de su gobierno, enmarcado por el terrible estatudo de seguridad con el que buscaba combatir a la insurgencia. En 1981 llegó a El Tiempo una denuncia firmada por un alias de El Ayatola en donde acusaba a García Márquez de tener nexos con el M-19. Los noticieros hicieron un alboroto tremendo que hicieron insostenible la estadía de Gabo en Colombia. De esta manera escribió sobre lo que sentía para El Pais de España: "Es el mismo cargo que los militares pretendían hacerme, el mismo que me dio la mayoría de mis informantes y del cual yo no había hablado hasta entonces en mis numerosas declaraciones de estos días. Es una acusación formal. (…) Ahora se sabe por qué me buscaban, por qué tuve que irme y por qué tendré que seguir viviendo fuera de Colombia, quién sabe hasta cuándo, contra mi voluntad”.
Gabo se fue en abril de 1981, un año largo después ganaría el premio Nobel de Literatura. Mientras el mundo se ponía de rodillas ante él en Colombia había extremistas que lo acusaban hasta de terrorista. Incluso, cuando murió el 17 de abril del 2014 en Mexico, una congresista dijo que se iría directamente al infierno. Colombia nunca supo retribuirle a Gabo toda la gloria que nos dio.