La época dorada de Escobar fue sin duda la de Medellín sin tugurios, entre los años 1982 y 1983. Como era un fanático de los medios de comunicación y conocedor de su poder, se aprovechó del oficio que ejercía un tío culto, hermano de Hermilda, su madre, de nombre Hernando Gaviria Berrio, quien desde el año 1958 hacía circular en el centro de Medellín un periodiquillo de interés ecológico y comunitario que se llamaba Medellín Cívico.
Hernando había sido obrero del ferrocarril, conductor del tranvía y como militante del partido comunista, con muchas ideas de izquierda, había editado un pasquín llamado El Tranviario en el que defendía la causa de sus colegas conductores del tranvía, que fueron en su época un gremio muy unido y había escrito en el periódico El Sol, del político liberal Gilberto Zapata Isaza, su gran amigo, quien luego sería uno de los principales colaboradores en Medellín Cívico.
Escobar, tan interesado en la política durante sus años de esplendor, usaría el periódico para difundir ideas sobre una especie de socialismo ecológico, que le servirían como bandera durante su corto ciclo de ejercicio en lo público. Medellín Cívico, que fue mensuario primero o quincenario en sus mejores épocas, tenía como eslogan “el primer periódico ecológico de Colombia” y se imprimía en las residencias Antaño en la zona de Jesús Nazareno en Medellín, en el que luego se llamaría el edificio Gusgavi, propiedad de Gustavo Gaviria, su primo, quien nunca estuvo interesado en política o en medios y a quien el periódico le parecía un lujo que se daba su primo Pablo, puesto que lo suyo eran las finanzas del cartel.
Desde marzo de 1981, Escobar y Gustavo aparecieron inscritos como colaboradores de Medellín Cívico, cuando el tiraje alcanzó hasta 40.000 ejemplares patrocinados con el inagotable dinero de Escobar, quien escribía de cuando en cuando las llamadas Cartas a los medellinenses, que eran sus editoriales políticos, siempre con un sesgo populista y sus notas sobre temas de ecología, usándolo como una estrategia electoral para la campaña de su partido político de entonces, Renovación Liberal.
El momento cumbre del quincenario y cuando Escobar le vio su mayor potencial ocurrió con un artículo que publicaron en primera página en contra de una empresa de químicos llamada Andercol, situada en la autopista norte de Medellín, acusándola por la contaminación que expelían contra la zona nororiental de la ciudad; repartieron 50.000 ejemplares en los barrios aledaños. Tanto fue el despliegue de este artículo que el periódico fue mencionado por Gloria Valencia de Castaño una noche de domingo en el programa Naturalia y luego en su columna de la revista Cromos sobre ecología llamada La semana de Gloria, con el título Medellín Cívico: El primer periódico ecológico de Colombia (Cromos. Edición 3397. 22/02/1983). Allí doña Gloria declaró recibirlo mensualmente, aunque no se enfocó en la denuncia de Andercol, sino en un editorial, fusilado también desde alguno de los grandes periódicos, hablando sobre la necesidad de crear un ministerio del medio ambiente.
Luego de semejante éxito y como el patrón estaba averiguando por la autoría de un artículo tan afortunado, todos los empleados, desde el gerente del periódico hasta el último carga ladrillos, se lo atribuyeron; cuando en realidad había sido una contribución desinteresada de un lector asiduo, quien por su cuenta había realizado una investigación juiciosa sobre algunos casos concretos de enfermos que generaba la contaminación de esta fábrica en el barrio Tricentenario y lo envió al periódico con la esperanza que fuera publicado.
[i] Uribe A, Juan Fernando. Proyecto Pablo Escobar. Informe final. Amazon Kindle Direct Publishing, 2020. [ii] Revista Cromos. Medellín Cívico, el primer periódico ecológico de Colombia. Edición 3397. 22/02/1983. [iii] Bernal, Eliseo. Mi vida en el cartel. Editorial Aldonza, Medellín, 1995. [iv] Bernal, Elíseo. El ala chichipata del cartel de Medellín.