El Liverpool no solo le dio un repaso táctico al Barcelona, también le recordó la importancia que significa no subestimar a un adversario y que en el fútbol se debe correr.
Hace ocho días los diarios estaban llenos de titulares alabando al 10 argentino y dando casi por hecho el paso del Barcelona a la final de la Champions League.
Es más, entre algún sector de la prensa y del fanatismo desmedido, ya daban al equipo culé como el campeón.
Aunque aún faltaban 90 minutos en Anfield contra un equipo que históricamente se ha caracterizado por las remontadas y frente a un técnico que entiende y vive el fútbol como muy pocos.
Y pues bueno, ya conocemos el resultado, el cual tiene al Liverpool a un partido de ganar la sexta ‘orejona’ de su historia.
Pero más allá de la épica remontada (que se hace más épica al saber que los ‘reds’ no contaban con su máxima estrella Mohamed Salah y con su gran delantero Roberto Firmino), del espectacular ambiente que se vivió en la ciudad de los Beatles y del repaso táctico que le dieron al conjunto de Cataluña, hay un tema del que se tiene que hablar sí o sí, y es el nivel que Messi mostró.
Y no es para crucificarlo, ni para juzgarle. Tampoco para comprarle. Pero resulta que es muy común entre los fanáticos decir que cuando el Barça gana es por Messi y cuando pierde es por el resto del equipo. Dicen que “Messi hace lo imposible”, pero luego que “Messi no puede hacerlo todo solo”.
Para hacer honor a la verdad, ninguno de los que jugó en el equipo azulgrana estuvo a la altura.
Tal vez, un poco, Marc-André ter Stegen, que con sus intervenciones evitó que la goleada hubiera sido mayor.
Pero y ¿Messi? Ese jugador al que califican de “extraterrestre”, el que ha agotado todo tipo de elogios, el que “ha hecho lo que nunca nadie ha hecho y nadie va a hacer”, ¿en dónde estuvo?
Se pregunta porque a un futbolista de su categoría siempre se le necesita en estos momentos cruciales, no solo en los caminos de la victoria. Son estos momentos los que otorgan pasajes con letras doradas en la historia, los que dan el Balón de Oro. Los que inmortalizan.
Sin embargo, el rosarino parece tener un saldo pendiente en este tipo de citas, tanto con su club como con su selección.
Para hablar de lo que pasó en el partido de vuelta por las semifinales de la UCL vamos a los datos: Lio tuvo una presentación muy discreta. No apareció con el peligro que generalmente suele generar en el área contraria.
Realizó 35 pases buenos y seis malos, una cifra muy inferior a su medida habitual. Solo recibió una falta, lo que demuestra que anduvo muy poco en predios del rival.
El argentino perdió un total de 17 balones y únicamente sumó dos recuperaciones, lo que indica que no aportó ni en lo ofensivo ni lo defensivo. Además, volvió a sumar otro partido sin marcar como visitante en semis, algo que no hace desde la temporada 10-11 cuando le anotó al Real Madrid en el Santiago Bernabéu.
Messi es sin duda uno de los mejores jugadores de la historia, de eso no cabe duda. Pero también hay que decir que le cuesta mantenerse firme cuando se enfrenta a las adversidades.
Le pasó en las dos finales de Copa América contra Chile. Le pasó en la Final del Mundial de Brasil contra Alemania.
Le pasó en la histórica remontada del Barcelona contra el PSG, pues el que apareció ese día fue Neymar.
Tampoco se le vio ayudar a salir de apuros a su equipo en los cuartos de final de las ediciones anteriores de la Champions contra el Atlético Madrid, Juventus y Roma, donde cayó eliminado sin brillar ni lucir. Es más, de los 112 goles que ha marcado en la Copa de Europa, ‘la pulga’ solo ha hecho 18 en estancias finales.
El capitán del Barça hace genialidades para ganar partidos, pero hay un saldo en rojo cuando se le necesita para remontarlos y cuando su equipo pierde, también es su responsabilidad, no solo la de sus compañeros.